“La época de la información ha terminado” (p.105).
“Preguntando entre lágrimas” (Ediciones UDP, 2010), reúne y traduce por primera vez cuatro textos de Handke sobre la así llamada Guerra de Kosovo escritos entre 1999 y el 2006. Ellos tienen por objeto dos viajes a la zona bombardeada por la OTAN, visitas al Tribunal Intenacional de La Haya (incluido un encuentro con Slovodan Miloševi? ) y las consecuencias para el autor de sostener una postura disidente. Aquí me concentraré en algunas estrategias que forman parte de un complejo proceso discursivo mediante el cual Handke establece una confrontación entre lenguaje periodístico y literario, como dos maneras de abordar la realidad que exceden el quehacer profesional de periodistas y escritores. El lenguaje periodístico, por una parte, se impone a la realidad desde determinados intereses, personales o grupales, cargado de conceptos preestablecidos que consolida y propaga (en tal sentido es considerado como propaganda). El lenguaje literario, en cambio, interroga a la realidad desde la subjetividad- basta recordar el título del volumen- en busca de detalles significativos que revelen lo no aparente, e imágenes que expresen su estructura. Uno de los rasgos que establece la diferencia entre éstos dos lenguajes es la elaboración y extensión de las frases:
¿no será la general imposición de las frases cada vez más cortas lo que no sólo obstruye las evidencias y las verdades sino que las corta en mil pedazos, tanto para el que lee (¿lee?) las frases, como para el que las escribe (¿escribe?)? (p. 150-151).
Los apuntes o “instantes del viaje” se ocupan preferentemente de momentos no dramáticos. Tiempos muertos, esperas y conversaciones en espacios impersonales: caminos, restoranes, hoteles. Los viajes transcurren entre paseos sin rumbo, visitas a templos y noches esperando las detonaciones con diversas personas como informantes (camareros, soldados, artistas, vendedores, religiosos). Handke se detiene en lo cotidiano: las compras, un matrimonio entre ruinas, frases captadas al vuelo. Las personas reunidas por el paro, o en concentraciones son consideradas ejemplos de la solidaridad frente a la violencia sufrida.
Los vestigios físicos de los bombardeos son registrados por el autor: puentes derrumbados, aeropuertos, centrales térmicas, escuelas y hoteles, edificios de viviendas y fábricas. Handke registra además, los efectos de los bombardeos sobre las personas que encuentra: balbuceos, agotamiento, señales de hambre, desesperanza, “paciencia desgarradora” (p.97), sumados al desconcierto de los jóvenes y el simulacro inútil de defensa de los soldados serbios, así como las huellas de la experiencia en el cronista y sus acompañantes. De modo nada enfático consigna también el estado de estrés que generan los bombardeos en él: sordera o acostumbramiento al ruido de las bombas (“infarto auditivo”), enimismamiento e irritabilidad.
Esta desdramatización enfatiza lo descriptivo- lo visto y lo oído- las digresiones, las sensaciones, proponiendo así un método de confrontación con la narración de la prensa y de los especialistas. No hay, prácticamente, primeros planos sobre el dolor, ni visiones teóricas de conjunto sobre la situación política porque, según Handke, el “mundo” se ha convertido en un consumidor de imágenes y discursos prefabricados, útiles a los intereses de las grandes potencias, de los que los periodistas son “perros guardianes”.
Desde que en esta guerra los medios han empezado a apostrofar cualquier cosa con la palabra relato (récit) como si fuera la prueba irrefutable de la verdad, esta palabra, una de las más nobles de la historia de la humanidad, se ha convertido en algo repugnante e inutilizable. (p62).
Esta lealtad hacia “otro lenguaje, el no periodístico, el no dominante” (p.215) explica la defensa -si se le puede llamar así- que el autor hace de Miloševi? al impugnar el relato periodístico, aludido con ironía, que retrata al pueblo serbio en su conjunto como homicida y a Miloševi? como un carnicero.
Handke es, al menos en estas crónicas, un escritor romántico en tanto busca en los objetos el símbolo de una realidad invisible y persigue alcanzar una percepción pura de la realidad. También lo es en elementos más puntuales, como que se identifica con el paisaje y con personajes marginales como antaño los románticos con la figura del bandido. Cita a Kafka: “Todos los acusados son hermosos”. Sin embargo, incluso con esta parcialidad, sus críticas al proceso contra Miloševi? son atendibles: vulneración de la presunción de inocencia, dependencia de origen del Tribunal ante las potencias involucradas en el conflicto, toma de partido de jueces y fiscales. Además de condenas y tratos diferentes a testigos, según su procedencia étnica. De modo general, critica la puesta en escena (cinematográfica) y la legitimidad y competencia de una justicia extraterritorial.
Al mismo tiempo que apuesta por esa desdramatización, Handke interpreta el conflicto como una tragedia y a Miloševi? como un personaje trágico. Una “máquina infernal” se habría puesto en marcha desde el interior de los Balcanes y luego sería dirigida desde fuera. Habría producido “culpables trágicos, personajes que de ninguna manera podrían salvarse de ser convertidos en culpables (…) tragedias de personas esencialmente no trágicas. De una forma nueva, todavía sin explorar de tragedia.” (p.188) El autor se plantea como ser humano frente al otro, negándose a “tomar partido”. Reivindica el lenguaje como herramienta de búsqueda del conocimiento: no como vehículo de verdades preestablecidas (“ideas”, “contextos”). El discurso, intencionalmente “literario”, digresivo, progresivamente elusivo hasta tornarse hermético, se interroga sobre la realidad desde una empatía que, con el correr de las páginas, se va transformando en reticencia. Desde mi perspectiva –suspendiendo la discusión sobre sus planteamientos históricos y jurídicos– el gran valor (en el sentido de virtud y de coraje) del estos textos es proponer, y practicar, esta visión del lenguaje.
En Chile, la libertad de expresión es problemática: concentración de la propiedad de la prensa impresa; oscuros vínculos entre medios televisivos, actores políticos y empresa privada; (censura)…En esta situación, la publicación de “Preguntando entre lágrimas” tiene no poco de declaración de principios en espera de un algún eco en lectura y discusión.
Emilio Antero Santos
29 marzo, 2011 @ 18:29
Al menos hay alguien que se sale de la foto.