Oceana nos traslada a un Chile que ha sido duplicado, de modo que existe paralelamente en dos dimensiones. Pre Chile, un Chile que ha seguido su historia como hasta ahora: la farándula en la televisión, la inocua vida cotidiana de personas sencillas que viven en el límite de su propia realidad y donde todo es efímero. Y Neo Chile, una nueva dimensión donde las personas se han vuelto inmortales, no existen enfermedades y pretende gobernar la paz, sólo interrumpida por una guerrilla en la que se involucra a dos jóvenes amantes que están destinados a enfrentar a un poderoso enemigo en una batalla épica para salvar a la humanidad (o a la población chilena).
Su narrativa tiene mucho de videojuego o incluso de una serie de animación japonesa. El desarrollo es dinámico, sin que hagan falta extensas descripciones detalladas de los escenarios, pues éstas se van dando con naturalidad en su relación con los acontecimientos, siguiendo la acción como si uno presenciara una tras otra las escenas continuas cuyas tomas son dirigidas por el narrador. Los diálogos se presentan integrados en los párrafos de forma fluida, intercalados con las acciones. A la vez algunos pensamientos breves, como párrafos de una sola oración, otorgan un momento de respiro, una pausa en lo que casi podría llamarse un viaje frenético, porque la novela se vuelve adictiva una vez se le ha tomado el ritmo.
Estructuralmente se divide en cuatro partes: la primera ofrece una introducción de los Guardianes del Mundo de Sueño, que están esperando las señales para unirse en batalla a los protagonistas; y su encuentro con uno de ellos. La segunda es la más larga, donde acompañamos a uno de los protagonistas a través de sus experiencias, mientras el narrador nos muestra detalles de las dos dimensiones, la mitología en torno a la creación de Neo Chile, el origen de los Guardianes, el papel que desempeñará el joven y un encuentro con una mujer que se ha perfilado como su enemiga. La tercera parte se estructura como un gamebook, donde es el lector quien escoge las acciones que ejecutarán los protagonistas y así configurar el desenlace de la historia. La cuarta parte… pues digamos que es una invitación (o un desafío) a preguntarnos sobre otros trabajos del autor.
Al avanzar a través de las páginas, se presenta un juego narrativo con el tiempo, los sueños y las dimensiones, que puede resultar un poco pesado al principio. En muchos puntos hace falta detenerse, volver atrás y confirmar que “esto ya me sonaba de antes”. Conforme progresaba en la historia, se intercalaban en mi mente las proyecciones del libro con imágenes y sonidos que recordaba de hace años, escenas que presencié frente a una pantalla y con un joystick en mis manos. En el transcurso de la aventura fui dando con diversas referencias a algunos videojuegos clásicos y esta situación, más que crear distancia o incomodidad, me hizo sonreír con cierta melancolía y fue un atractivo más que acompañó la lectura. Pero estos guiños no bastan para comprender la historia a cabalidad, ya que esta se desarrolla de una forma completamente distinta y fue eso lo que mantuvo mi interés a lo largo de toda la narración, porque, he de decirlo, como habría hecho con un videojuego, regresé en varios puntos para buscar todas las combinaciones posibles y así obtener todos los finales.
Atrio Serenade
2 julio, 2013 @ 18:42
no lo he leido aun , pero me sembro la semilla se la curiosidad esta critica !
buen review !
lo añadire a mi lista de libros pendientes
Gracias por el post !