Por Pablo Fante
La siguiente reflexión de Pablo Fante surgió a propósito del libro A la vuelta de la rueda, de Christian Compagnon, lanzado recientemente por editorial Naranja, especializada en libros objetos. «El libro impreso es también un objeto de diseño. Esta dimensión ha sido aprovechada para generar piezas culturales únicas, subrayando la naturaleza visual y material del libro: leer es ver, mirar algo atentamente para lograr una vivencia mental. Sin pasar por alto que leer un impreso es además una experiencia táctil, de manipulación», nos dice Pablo Fante, sobre la editorial y el hermoso libro que esta ha sacado a la luz.
El poemario A la vuelta de la rueda es la ópera prima de Christian Compagnon. Se caracteriza por un diálogo creativo entre la poética del autor y la forma material del libro. Con diferentes recursos construye un mensaje abierto, con opciones que involucran al lector activamente para versificar una desilusión profunda. Para demostrar esto, me centraré en algunos elementos concretos, que no agotan en ningún caso las diferentes dimensiones de la obra.
Desde ya, el lector es interpelado por la construcción física del tomo. A la vuelta de la rueda es casi una moleskin. Por lo que pude apreciar durante el proceso de composición, el libro se escribió a mano en una libreta, y el autor decidió preservar este formato en la obra final. En el fondo, la edición de A la vuelta de la rueda es una reconstrucción en formato de libro de un objeto original manuscrito, que tuvo una vida prolongada en los bolsillos del autor. Dentro de esta dinámica, en algunas páginas se reproduce la letra manuscrita de Christian (su dibujo personal de la letras), en un gesto de intimidad (opuesto a la letra de imprenta, que se repite mecánicamente). Así, el lector tiene entre sus manos una reproducción diseñada de un objeto únicoprimigenio. Esta multiplicación es característica de lo que es un libro. Pero lograr que un elemento único se multiplique preservando su espíritu original es una empresa compleja. Este esmero quedó explícito en el colofón de A la vuelta de la rueda. Se indican detalles técnicos de fabricación, e incluso el costo y tiempo de producción de cada ejemplar. Hay una fascinación ingenieril por el hallazgo de soluciones, por la eficacia de los actos, la descripción del mundo en números. Dicho de otra forma, este libro fue concebido como un desafío de construcción para generar una propuesta gráfica que es parte esencial de los poemas.
En este sentido, cabe felicitar a la editorial Naranja (especialista en el tema) por el cuidado de la edición, que logró adquirir una dimensión artística como objeto en sí mismo, participando de la tradición de libros de artista o libro objeto. Esto va en línea con una tendencia fuerte en la poesía chilena, desde Juan Luis Martínez a nuestros días. Poetas que exponen en museos, poetas que organizan festivales de poesía sonora, poesía concreta. Esto ocurre en un ambiente local en que el libro impreso de todas formas es un objeto de lujo destinado a viviendas con bibliotecas azarosas. En las pantallas sí que leemos, todo el día: redes sociales, mensajería, fake news, en un laberinto de enlaces y lecturas inconclusas. En este contexto digital, el libro impreso es también un objeto de diseño. Esta dimensión ha sido aprovechada para generar piezas culturales únicas, subrayando la naturaleza visual y material del libro: leer es ver, mirar algo atentamente para lograr una vivencia mental. Sin pasar por alto que leer un impreso es además una experiencia táctil, de manipulación.
Justamente, A la vuelta de la rueda incluye páginas que hace falta manipular (con cierto cuidado) para descubrir las posibilidades del texto. En especial, pienso en el juego “Pepito paga doble”, que se reconoce fácilmente por las micas transparentes que desbordan del libro. Aquí, Christian Compagnon transforma la conocida estafa de tres opciones en un poema de lecturas abiertas con láminas que se retiran e intercambian. Este recurso posiciona al lector en un cruce de lecturas intercambiables: el lector, agente activo, decide las combinaciones. Así, “Pepito paga doble” resume el espíritu abierto del poemario, en que se manifiesta una desilusión ante el mundo a través de interrogaciones y diferentes interpretaciones posibles de la realidad. Es una desilusión profunda que requería este formato variable para manifestarse de manera cabal. El lector tiene opciones de lectura, porque la vida puede ser comprendida de diferentes formas según el punto de vista personal. Por eso el formato gráfico de “A la vuelta de la rueda” es tan importante. Así, algunas de las combinaciones posibles de “Pepito paga doble” (como se ve en el video que monté para la presentación del libro) podrían ser:
DÓNDE ESTÁ EL TESORO + EN NINGUNA PARTE
ECHANDO RAÍCES + EN UN DESIERTO SECO, SECO, SECO
CONSUMIENDO EL SOPLO + EN EL FUEGO
El “tesoro” prometido de la felicidad sensual no existe (así como siempre se pierde en el juego “Pepito paga doble”). En cambio, solo hay un sueño errante, una ilusión desvelada de algo inexistente. De hecho, al guardar juntas las láminas transparentes en el libro, los textos se sobreponen, se manchan entre sí y anulan su significado.
Ante la desilusión, Christian propone una poesía de interrogaciones. El lector es interpelado por preguntas complejas que nos llaman a reconocer lo más esencial en la vida. “¿Qué es lo importante?”, “¿Qué queda?” El centro mismo del libro, en que aparece una rueda manipulable, corresponde a dos preguntas esenciales: arriba, “¿Dónde estás?”; abajo: “¿Dónde te gustaría estar?” Al medio de estas preguntas está la rueda, que al ser girada revela por partes un texto asociado a un dibujo. Así como en “Pepito paga doble” hay diferentes lecturas simultáneas, en el caso de la rueda se puede acceder a una sola de las posibles respuestas a la vez (ocultando las otras), lo que manifiesta claramente el carácter engañoso de nuestra percepción de la realidad cuando nos centramos en una sola visión de las cosas.
Esta desilusión ante los espejismos de la vida genera una sensación de encierro circular (como una rueda que no para de girar, justamente). Es el hecho de tropezar con la misma piedra cíclicamente. Así interpreto el título A la vuelta de la rueda. Este encierro circular se manifiesta poéticamente a través de repeticiones de textos, o incluso con indicaciones al final de un poema que nos invitan a releerlo desde el principio, generando ecos y reiteraciones, al punto que uno no está seguro si ya leyó el mismo texto o si está leyendo variaciones que quizá impliquen un significando opuesto.
El texto es y no es. Por eso, A la vuelta de la rueda es también un libro de tachaduras y rayas, que indican el proceso de composición para cuestionar el rol del lenguaje. Se dice y desdice. Es una obra en acción, con diferentes ideas que cohabitan en una lectura simultánea o excluyente, señalando la dificultad para describir las experiencias personales a través de palabras. Este es un punto central del libro. Se manifiesta especialmente en un poema de opciones, de tipo a, b, c, d, en que se aborda la imposibilidad de capturar plenamente la realidad con el lenguaje:
SI TOMO UNA PALABRA
a) SE ME ESCAPA
b) LA HAGO DESAPARECER
c) LA CAMBIO POR OTRA
d) ME LA ROBAN
Hay diferentes opciones, pero en todos los casos el resultado es el mismo: la palabra deja de estar presente, porque no permite aprehender la realidad de manera permanente. Cito: “SI TOMO UNA PALABRA / Y LO QUE SIGNIFICA / DESAPARECE / ¿QUÉ QUEDA? / EL ESPACIO QUE OCUPÓ”.
Esta lucha por capturar el mundo a través de las palabras se explica porque, al mismo tiempo, en ciertas condiciones, permiten alterar la realidad por la intensión de quien las usa (las palabras son justamente “TODO LO QUE NOS HACE / TENER VOLUNTAD”). Y el vehículo para usar este poder del lenguaje es la escritura creativa: “La energía / que se concentra / al escribir / guía la voluntad / en su ejercicio / de cambio de / la realidad”. Ante la desilusión, está la capacidad de liberarse a través del lenguaje y, especialmente, la escritura poética. Pienso en el poema-rueda que ocupa un espacio central del libro. Si giramos la rueda en el sentido de las manecillas del reloj, el texto pasa de la “ilusión del erotismo” a la “poesía apaciguadora”, y vemos a un ave enjaulada que luego vuela libre. Ante el desengaño, se puede transformar la percepción de la realidad a través del acto creativo.
VICTOR URZUA
30 abril, 2019 @ 5:28
Simplemente Bravo a Christian Compagnon.
Impacient de me laisser rouler par ce beau receuil de poemes.