Mario Valdovinos. Post Humo. (Emecé, 2010).
Las enfermedades están entre los aspectos más aborrecidos de la vida, sin embargo, hay escritores que no temen enfrentarlas mientras tienen para sí la protección de las palabras. Grandes narradores vislumbraron que el encuentro de literatura y enfermedad promueve un espacio lo suficientemente fructífero como para convertirse en pilar de sus creaciones. Así pueden atestiguarlo las obras de autores tan diversos y reconocidos como Fedor Dostovievski, Thomas Mann, Lezama Lima, Enrique Lihn y Roberto Bolaño.Al recorrido por ellos delineado se une Mario Valdovinos con Post Humo, su tercera novela. Las protagonistas, una joven de veinte años y su madre de cuarenta, deben poner en suspenso sus vidas cuando a esta última se le diagnostica cáncer. La madre deja de trabajar y la hija abandona sus estudios de periodismo para hacerse cargo casi a tiempo completo de cuidarla. La narración escrita al modo de un diario de vida -“un triste cuaderno”- está conformada por dos partes: Post y Humo. La primera y más extensa pertenece al relato de la cuidadora, la segunda al de la enferma. Esta dualidad del título tiene mucho que ver con la cantidad de personajes involucrados, sin embargo, el cáncer es algo así como un tercer protagonista. El despiadado dictador que domina la vida de ambas mujeres.
El diario de vida es una suerte de bitácora de enfermedad que permite a la hija detallar las implicancias de estar al cuidado de una enferma postrada. Revela, por ejemplo, cómo debe limpiarla cada mañana, cambiarle los pañales, hacerle friegas y embadurnarla con ungüentos para evitar las escaras. Habla de las visitas a hospitales y del trato indiferente de los doctores. Confiesa también la lucha diaria por retrasar lo más posible la llegada del dolor empleando música, libros y películas.
Pese a la rutina diaria que se han forzado a seguir, el cáncer continúa siendo un extraño en la vida de madre e hija: “Las células malignas son erráticas, vagas, golfas, trotaconventos, proceden y actúan como los escuadrones de la muerte. Son unidades militares blindadas, camufladas, caballos de Troya…”. Es imposible acostumbrarse a su presencia, pero igualmente imposible es ignorarla. No tener capacidad de elegir es la tragedia que les toca vivir a estar mujeres.
Se expresa en la novela cómo el estado enfermizo trae consigo una renovada percepción del cuerpo. Si hay dolor y sufrimiento, hay conciencia. En este contexto es natural la exaltación de todo lo relacionado con la corporalidad y los ribetes de grotesco que adquiere por momentos la narración en su alusión constante a fluidos, olores y temperaturas corporales. En una línea similar resulta coherente la aparición del erotismo. Aun cuando es un tema que tiende a negarse en el transcurso de cualquier enfermedad. El deseo aparece con urgencia imperiosa por momentos y la protagonista se permite vivirlo. La madre, por su parte, evoca un pasado no muy alejado en que su cuerpo todavía sano era deseado por un otro.
Dentro del mundo femenino construido por Valdovinos destacan particularmente las voces de cada una de sus protagonistas. Ambas traen a la memoria algunos personajes de Bolaño debido, principalmente, a la inclusión de la oralidad. El autor conjuga un habla culta con otra más popular, mixtura que marca el tono del relato. El empleo de este recurso trae enormes beneficios y evidencia la preocupación del autor por dotar de substancia a sus personajes al otorgarles una voz potente y creíble.
Valdovinos imprime al relato de la protagonista de los atributos necesarios para espantar el rumbo lúgubre que podría haber seguido el diario íntimo. Lo concreta imprimiéndole vida a las páginas a través de descripciones y adjetivos, sin caer en recargamientos y florituras innecesarias. Si bien el tema permitía acudir fácilmente al morbo o la sensiblería, el autor toma la decisión de evitar toda grandilocuencia y opta por ser sutil.
Con pluma experta, Valdovinos sugiere sensaciones y crea atmósferas, tiñendo de intimidad al relato. De aquí el inevitable lirismo conquistado por algunos de sus párrafos. Por otra parte, la sencillez de sus líneas y la brevedad de sus páginas evidencian gran dedicación, así como un manejo excepcional del lenguaje. Post Humo es una novela emotiva y dulce, pero al mismo tiempo cruda y punzante. Al retratar esta devastadora tragedia postmoderna el autor profundiza en las honduras da la existencia humana y obtiene un resultado verdaderamente conmovedor.