Hoy, Pablo Saavedra reseña Teorías (Pez Espiral, 2024), de Bruno Montané, un libro que da a la teoría la vivacidad de los abismos: “La primera teoría es la del abismo, que es también la teoría eje que subyace en los siguientes capítulos: nuestro impulso de creación surge de un abismo interior, un silencio que se expande hacia dentro y nos lleva a llenar los espacios con sonidos y palabras. Después de eso, toda página que viene es un abismo distinto”.
El libro Teorías de Bruno Montané Krebs nos adentra en un viaje largo y extendido por la retórica académica sobre las alas de la poesía. Cada página corresponde a una teoría, y en ellas se sigue un método bello en su simpleza: principios e ideas se trazan al comienzo no para construir un andamiaje teórico, sino para descubrir un ritmo, una melodía, que dominará el resto del fragmento. De esta forma, a medida que las palabras, los giros lingüísticos y el buen gusto del autor se toman la palestra, la teoría que parecía adquirir forma en las primeras oraciones se va disolviendo en imágenes etéreas y melodías oníricas construidas sobre un vocabulario abundante y una sintaxis rica y sofisticada.
Este efecto, en donde el autor aprovecha la abstracción del discurso académico para poner el foco en las palabras y en el lenguaje, no solo demuestra un ingenio notable, sino que también constituye la visibilización de una rica tradición retórica. Creo que, en general, la experiencia de sentir que un texto científico es más agradable que útil, al menos en parte, es bastante común para quienes han transitado el mundo académico, aunque no sea ni el objetivo ni la regla. En el libro Modern Times, Paul Johnson afirma sobre Einstein que sus ideas maravillaban también por la “belleza de su argumentación”. De cierta forma, es como si el autor de Teorías se hubiese propuesto no solo descubrir y emular esta belleza que a veces se logra en el lenguaje abstracto de la academia (aunque sea de forma accidental o indirecta), sino construir una poética completa que dote al lector, a la lectora, de las herramientas necesarias para tejer abstracciones melodiosas.

La primera teoría es la del abismo, que es también la teoría eje que subyace en los siguientes capítulos: nuestro impulso de creación surge de un abismo interior, un silencio que se expande hacia dentro y nos lleva a llenar los espacios con sonidos y palabras. Después de eso, toda página que viene es un abismo distinto, único, en donde el discurso se abre camino a punta de palabras, de acrobacias lógicas y retóricas, de aliteraciones y símbolos; es decir, a punta de poesía. Como tal, aparte de ese primer capítulo, la recomendación es olvidarse de los números, de los capítulos, del orden, y dejar que el azar nos lleve a nuevas teorías que disuelvan nuestro ser en conceptos, en imágenes y en música.
Teorías, de Bruno Montané (selección de fragmentos)
TEORÍA DE LAS ANOTACIONES y apuntes escanciados en la geometría de las noches. Teoría múltiple que poco a poco se expande de acuerdo a la pertinencia vital de lo anotado. Apuntes escritos bajo el caleidoscopio de humo y sal, esbozos explicados por su paulatina acumulación; un modo de fijar el contorno del día delineando la respiración y la experiencia varia de los sucesos y las cosas. Listas que fagocitan la estrategia de las referencias, listas que hablan del pulso de un imaginario que desde una mente solitaria se sumerge hacia el intelecto y las emociones de una ubicua y clandestina colectividad. Anotaciones que retratan el latido de una escritura, un curioso fantasma de la representación, la carne y la memoria compartida. Hay que dejar claro que hablar de estos apuntes contradice la pureza misma de la teoría y de las acciones que de ella se desprenden. La teoría de las anotaciones muestra las declinaciones compulsivas de la luz y la oscuridad, y su desnudo discurrir enseña la implacabilidad del ritmo de los días. Es, en suma, una teoría que no debería ensombrecer la deriva de lo que la rodea. Las anotaciones dan un impulso a lo que hemos comprendido, a lo apenas vislumbrado o intuido. Después se abre la posibilidad del reconocimiento al ver nuestra propia letra, mientras intentamos descifrar una imagen, un dato, la figura de un gesto, la ubicua y exacta paradoja de la pérdida de esas huellas.
TEORÍA DE LAS FRASES que siempre se nos ocurren, teoría de las palabras que acuden a nuestro inducido y cuidadoso llamado. Una detrás de otra aparecen y realizan la práctica viva de lo que, soñado, se disfraza de teoría o compendio de posibles epifanías verbales o propósitos analíticos. Los sintagmas cumplen su cometido en el discurrir de la luz hacia la sombra, del hielo al fuego, del sudor a la flauta tallada en un hueso. La teoría siempre tiembla; las frases que hemos emitido, no. La teoría permanece temblorosa y, es hora de decirlo, ese es uno de los modestos objetivos de este libro, hacer remover y temblar la idea de teoría; pero, sobre todo, se trata del temblor único e involuntario de la teoría de las frases, se trata de la vibración, inadecuada o no, frente al sentido último y descifrado de aquello que podríamos llamar «su propio decir», o lo que eso signifique en el palacio de fulanito o la casa de zutanita. Pulso atareado de todas las frases que por un instante saltan en el blanco teatro de la página que, una y otra vez, las recibe para cumplir la invocación y la renuncia al silencio o el vacío, lugares desde los cuales no surgen las palabras, pese al cerval y gregario miedo de los productores de frases. Teoría y práctica del fraseo y de su infinita enunciación en los bordes del lenguaje.
Principal teoría de la visibilidad, la TEORÍA DE LAS IMÁGENES reúne las condiciones esenciales y rizomáticas de las diversas manifestaciones del imaginario colectivo. Su estudio es asunto del ojo y de la mente, es una cuestión del tiempo, la materia en movimiento y la incansable luz; su equilibrio de algún modo conforma una ética de la percepción y la generosidad de la memoria y su consiguiente análisis; su manera de profundizar sus movimientos se debe y entrega al pulso sutil y universal de su insaciable creatividad. Las imágenes fijan un contorno representativo y, al mismo tiempo, son capaces de abrirlo mediante una serialización o proyección que potencialmente podría ampliarse hasta el infinito y cumplir con el desarrollo de un viejo arquetipo. Teoría del cuerpo, del paisaje y de las pulsaciones del hipotálamo, es una teoría bella y feliz, y, pese a ello se prodiga con una objetividad y precisión que podrían parecernos duras e irresolubles en su voraz multiplicación. No obstante, es una teoría de la aparición y el enigma, su discurrir se adentra en la incesante reproducción de la realidad, mientras las imágenes brotan, surgen y son expulsadas de la memoria y de nuestro imaginario —que sin duda forman parte del mismo enigma— y, al fin, consiguen llenar el mosaico y el territorio completo, cumplir con la resolución y las respuestas, el misterio pendiente y las imágenes creadas que, incesantes, continúan abriéndose ante nuestros ojos.
Imagen principal de esta publicación: “Abrir el cubo y encontrar la vida”, de Roberto Matta.