Leer a Arnaldo Antunes desde Chile tiene al menos una ventaja. En su país, Brasil, casi no hay artículo o entrevista en la que no se le pregunte por qué se retiró (hace más de quince años) de la famosa agrupación Titãs, o bien qué le ha ocurrido a una estrella del rock para que dedique parte de su tiempo a la poesía o la plástica. Aquí, en cambio, más allá de que algunos lo reconozcan por su participación en los Tribalistas, podemos intentar acercarnos a la amplia variedad de sus propuestas sin que la faceta musical opaque a las demás. A continuación, entonces, ensayaré sucesivos preámbulos que permitan presentar adecuadamente su obra.Al hacer un rápido inventario de su trayectoria, podemos comprobar que Antunes nunca ha optado por la exclusividad: ya desde inicios de los ‘80 combinaba la caligrafía, la performance y la edición de revistas junto con su participación en los Titãs. Tras su retirada en 1992, comienza a desarrollar uno de sus proyectos más complejos: el libro, cd y video Nome. Esta condición escurridiza se acentúa en los años posteriores, en su discografía como solista, sus exposiciones en diversos países, así como sus nuevas publicaciones y diversas colaboraciones con otros artistas.
Es preciso destacar que Antunes enfatiza continuamente un centro de irradiación muy específico:
“Tudo o que faço envolve o trabalho com a palavra, seja ela
cantada, seja ela escrita e associada a sua materialidade
gráfica, seja ela ainda em movimento na tela de um vídeo.
O trabalho com a palavra é um lugar de onde me aventuro
para outras linguagens”. [“Todo lo que hago implica el
trabajo con la palabra, sea cantada, escrita y asociada a su
materialidad gráfica, sea en movimiento en la tela de un
video. El trabajo con la palabra es el lugar desde donde me
aventuro hacia otros lenguajes”.]
Por eso, más que enredarnos en una maraña de etiquetas, creo que a partir de dicha posición podríamos calificarlo simplemente como un poeta experimental, es decir, alguien que convierte la palabra en un laboratorio para múltiples experiencias de sentido, y que aborda su tarea con una reflexión continua sobre los procedimientos involucrados. Éste es, por cierto, el modelo de producción que se venía dando tanto en las vanguardias y neovanguardias, en particular de los poetas concretos brasileños, cuya herencia Antunes reconoce. Dicha influencia se percibe particularmente en la concepción del poema como una entidad en la que se conjuga no solo la carga semántica de las palabras, sino también sus cualidades sonoras y gráficas. Desde esa perspectiva, entonces, lo que algunos podrían calificar en nuestro autor como dispersión hacia la música o la plástica no sería sino una profundización de los tres niveles latentes en cada palabra.
De esa voluntad da cuenta el modo en que Antunes se va situando críticamente, asumiendo las tradiciones y especificidades de cada género, para desplegar sus diversas modulaciones. Podemos comenzar por su labor como letrista, compositor y vocalista de música popular. Como bien explica, para él:
“Uma canção não é uma letra entoada. Uma cancão não é
uma melodia que diz. Uma canção é algo que ocorre entre
verbo e som (…). A canção não é um código composto pela
junção de dois códigos primários, pois sua origem conjunta
é anterior a essa divisão”. [“Una canción no es una melodía
que dice. Una canción es algo que ocurre entre el verbo y el
sonido (…). La canción no es un código compuesto por la
conjunción de dos códigos primaries, pues su origen
conjunto es anterior a esa división”.]
Desde esta perspectiva, entonces, se podría pensar que un poema sin acompañamiento implicaría una pérdida de su sonoridad inherente. Pero Antunes también está empeñado en hacer emerger la musicalidad interna de cada palabra, particularmente en su poesía fonética, donde aprovecha su extraordinario rango vocal para filtrar y multiplicar sus emisiones mediante efectos digitales. Este uso excesivo del lenguaje diluye la capacidad referencial cotidiana de las palabras para convertirlas en una presencia autónoma:
”Eu berro as palavras / no microfone / da mesma maneira
com que / as desenho, com cuidado, / na página. / Para
transformá-las em coisas, / em vez de substituírem // as
coisas”. [“Grito las palabras / en el microfono / de la misma
manera en que / las dibujo con cuidado / en la página. /
Para transformarlas en cosas / en vez de que sustituyan / a
las cosas”]
En efecto, esta misma búsqueda de expresividad mediante el énfasis de la materialidad sonora, es la que busca con otra de sus prácticas más habituales, la caligrafía (a la que también llama “entonación gráfica”), y que, en cuanto tecnología de escritura, es la que se mantiene más ligada al movimiento del cuerpo, aumentando con cada gesto, con cada rastro, su densidad significativa. Esta factura artesanal también está presente en otras de sus prácticas, como el libro de artista, el collage o los pequeños carteles pegados en muros. Otra parte importante de su creación visual abarca dibujos e incluso caligrafías realizadas con el mouse (donde la evidencia del trazo y del soporte es una textura muchas veces pixelada), hasta diseños tipográficos y usos de la página que caben dentro del género de la poesía visual. Un momento clave en estas indagaciones son sus videopoemas, que incluyen filmaciones y animaciones de palabras creadas con diversas técnicas (desde la caligrafía, la pintura, la escultura, el cartel publicitario y las técnicas digitales), en unión con la poesía fonética y la música.
A pesar del despliegue tecnológico, se observa una interesante tensión respecto a la condición muchas veces gutural y manual de su obra. Con una actitud bastante más ecléctica que varios defensores de un renovado primitivismo o algunos apóstoles de las nuevas tecnologías, Antunes se plantea como un operario para el cual las cuerdas vocales o un lápiz son una herramienta tanto o más sofisticada que un programa de edición, cuyas posibilidades específicas se propone explorar y combinar sin complejos.
Los efectos de esta actitud los podemos observar en varios niveles. Si revisamos la mayoría de sus libros, nos daremos cuenta que tanto a nivel de formato como en su temática cuesta determinar un orden claro: cada uno resulta una especie de catálogo apresurado del estado de las indagaciones textuales y visuales en que su autor se encontraba en ese momento. Esta estrategia me parece una declaración de intenciones sobre una valoración igualitaria de los distintos tipos de palabra, lo que se hace aún más evidente en su voluminosa antología Como é que chama o nome disso, en la que además de poesía lineal y verbal incluye prosas poéticas, artículos críticos, y letras de canciones. Todo eso cabe en un libro.
Y no sólo en un libro. Otro de los efectos de esta actitud es la condición mutable de sus piezas, que pueden cambiar continuamente de identidad al pasar de un formato a otro. Antunes se hace cargo de la estética del remix convirtiendo, por ejemplo, un mismo texto caligrafiado en un poema visual y luego una escultura. Pero, una vez más, con plena conciencia de las implicancias del traspaso: “Cada medio tiene características de tratamiento y de lenguaje que le son propias. Cuando uno traspone una canción a una imagen gráfica, pierde la información que proviene de la melodía, que sugiere significaciones. En ese momento, entonces, es necesario ganar por otro lado, adecuarse, lograr una determinada autonomía. Como mínimo hay que tener conciencia de lo que se está perdiendo”.
Se trata, entonces, de palabras moldeables, plásticas, cuyas capacidades el poeta pone a prueba mediante operaciones recurrentes, como la superposición o saturación, que trabaja igualmente a nivel visual, sonoro o verbal (mediante la repetición excesiva de palabras). Otra es el desdoblamiento o la multiplicidad (que prueba, por ejemplo, con su voz doblada o triplicada en distintas octavas al cantar), y otra la fragmentación, (que, a nivel verbal, muestra separando sílabas y letras para que surjan otras relaciones). No quiere pulverizar el lenguaje, sino desactivar sus costumbres, volverlo sorpresivo. Y aunque son procesos que muchas veces involucran distorsiones u ocultamientos de las palabras, al punto de volverlas casi ilegibles, es esa capacidad de mutar continuamente la que Antunes valora para ocuparlas como el vehículo de su expresión. Sólo tomando conciencia de su materialidad, las palabras podrán ganar su presencia y ocupar un sitio en el mundo. Las palabras son cosas.
Esta presentación está basada en la ponencia “Hacia el interior de Arnaldo Antunes”, leída en las 8vas Jornadas Andinas de Literatura Latinoamericana (Goethe Institut, 14 de agosto de 2008).