Las instalaciones visuales de Andrea Goic me han obligado a desplazarme por lugares que no conocía o ante los que pasé de largo, como «La mamá de Magritte» en la sombrerería Girardi; «La máquina rojo» en una imprenta de Macul; «Two shot» en el subterráneo del Centro Cultural de España y su reciente «Río Maruri» en los silos del Centro Cultural Parque España en Rosario… Ahora, con VIDEOTREMENS entre fantasía y realidad, Goic nos convoca a detenernos ante la vitrina de una librería[1]. En vez de los libros más vendidos según los rankings, o que debieran venderse, según los dueños, los paseantes verán dos monitores -colocados sobre una cama de libros de tapa dura roja, VIDEOTREMENS entre fantasía y realidad-, con imágenes de la guillotina que hizo los cortes a las hojas del libro. Usualmente la máquina corta los bordes para dejarlos lisos y parejitos. En la instalación de Goic, la máquina corta directamente sobre los rostros de ocho alcohólicos que dieron origen a la obra. Las tiras de papel, con los distintos cortes, se encuentran disponibles para que el público las lleve a casa. Los que además compren el libro (después de todo es una librería), encontrarán adosado a la tapa un DVD que permite ver –a través de una ventana de cinco centímetros- parte de las entrevistas realizadas a ocho alcohólicos que responden tres preguntas: ¿Qué recuerdos tiene de su madre?, ¿qué recuerdos tiene de su padre?, ¿qué recuerdos tiene del golpe de estado de 1973?
VIDEOTREMENS entre fantasía y realidad, no es una obra visual exhibida en una vitrina. Es en sí, una vitrina. Goic nunca había demostrado tanto y escondido más.
El delirio
Goic declara que fueron esas tres preguntas, pero podían haber sido otras: “Lo de las preguntas fe un recurso del mundo de la sociología para ordenar una manera de relacionarme. Sus respuestas son perfectamente comprensibles y conectadas con su lógica etílica, pedazos de recuerdos, mentiras, penas, imágenes revueltas, recuerdos ajenos, todo mezclado; no dista muchos de cómo funciona la mente de todos nosotros, sólo que uno ejerce autocontrol, orden y patria”[2]. Recuerdo que hace varios años la acompañé al taller de un pulidor de lentes en el barrio Matta. Goic estudió filosofía y uno de sus pensadores predilectos es Spinoza. En el camino me habló de este filósofo repudiado por la comunidad judía, cuyo oficio era pulir lentes, y me mostró su retrato. El pulidor que nos abrió esa mañana la puerta de su taller en avenida Matta, tenía su rostro. “En su origen, los capítulos del libro estaban divididos por los síntomas de los alcohólicos (desmemoria, lengua traposa, síndrome de Korsakov) e iban acompañados por fragmentos del texto sobre las pasiones de Spinoza. ¿Sabías que le decían el ebrio de Dios?” [3]
Una crítica literaria, al pasar por la vitrina de la librería en el Drugstore, twittea: otro burgués más que muestra pobres. Las 24 respuestas de los ocho alcohólicos no sirven para entender la pobreza, la cultura popular, el alcoholismo, la decadencia del barrio Independencia, no son parte de la Fiesta Guachaca ni de Mideplan. Son cortes a tres momentos del devenir: origen, ley y trauma. Siguiendo los pasos del ebrio de Dios, la artista realiza con ellos una demostración (“sucesión coherente de pasos que, tomando como verdadero un conjunto de premisas, permite asegurar la veracidad de una tesis”): Spinoza demostró la Ética según el orden geométrico, Goic demuestra según VIDEOTREMENS entre fantasía y realidad, el Delirio
“Partiendo de un principio falso, los delirantes deducen sin desviación los razonamientos lógicos. Fuera de esto, sienten y se comportan como todo el mundo” (Pinel). “El mecanismo del pensamiento y la fuerza del juicio están en orden, pero en su pensamiento hay algo que le da una evidencia inconmovible donde los demás ven el error. Si el pensamiento puede ser aprovechado para el desarrollo del delirio, entonces el delirio no es ninguna alteración del pensamiento. El delirio no es ninguna perturbación funcional verdadera sino que surge de lo hondo, aparece en juicios delirantes, pero no tiene por sí mismo el carácter de juicio… Las vivencias primarias del delirio son análogas a ver significaciones, la conciencia de la significación experimenta una transformación radical» (Jaspers)[4].
Al ver VIDEOTREMENS, aparece nítidamente que los trabajos anteriores de Goic siempre tuvieron como eje el delirio. En la figura de Madame Bovary, en la de Nicolae Ceau?escu, en los fragmentos de las películas de cine noir de los años 40 y 50. Pero en esta obra la artista mete sus manos en el delirio. Emulando a Spinoza, como si la filosofía fuera también un trabajo de pulimento, lima los discursos de los alcohólicos hasta convertir el delirio en el lente a través del cual mirar la sociedad.
El ocultamiento
Goic hizo muchas más entrevistas que las que aparecen en el DVD. Cuando en la intimidad de su taller vio y escuchó el material se dio cuenta que no podía exhibirlo. Hizo una selección hasta llegar a 8 entrevistados. Tampoco pudo. “¿Cuál es esa evidencia inconmovible que trasluce el discurso alcohólico donde los demás solo vemos el error?” Lo que descubre en el visionado, Goic lo guarda bajo llave. A partir de ese momento su trabajo consiste en no mostrar el delirio sino en demostrarlo.
Hace tiempo que la artista viene coqueteando con la escritura. Una vez la observé escribir en su taller: cortaba una palabra de un texto y la ponía con tranquilidad en otro, borraba, tachaba, anexaba, sobreponía palabras o letras, fotogramas, fotografías, imágenes. No he visto persona más seca e incólume a la hora de cortar. Donde otra persona se quedaría mirando hacia atrás, embargada por la pérdida y la nostalgia, Goic corta, y en VIDEO TREMENS, no cesa de cortar.
Goic inspira una confianza completa como ingeniera. Aunque no sabe de cálculo, le confiaría un edificio y hasta un puente con la seguridad de que la construcción no se caerá. Por qué, entonces, manipula su obra hasta el límite de la desaparición. La imagino enfundada en un delantal blanco, sobre un cuerpo inanimado que yace en un mesón de aluminio. Imagino que desprende la piel, la carne, los órganos, las entrevistas, los rostros de los alcohólicos, sus discursos, los fotogramas de las películas antiguas, las consignas de la Brigada Chacón (que en el libro cambia por frases de boleros), los diálogos de las películas, los textos de Spinoza, los síntomas de los alcohólicos, el origen, la ley, el trauma… todo lo que ha conformado su mundo hasta ahora, cae. Sumerge lo que queda del cuerpo en un líquido disolvente hasta dejar únicamente los huesos. Desmembra los huesos y los extiende en el mesón. Noche tras noche, en lo más desprovisto, lee Goic al fin su propio delirio, su intento por comprender la pasión desde la razón. Jaspers dice respecto al delirio: «No logramos imaginarnos clara y concretamente ese proceso tan extraño».
El resultado de esa experiencia íntima entre la artista y el delirio, entre los alcohólicos y su delirio, no se halla en VIDEOTREMENS. No están los recuerdos anunciados en las tres preguntas, los rostros enteros, las películas, los textos de Spinoza, pero están. Ese es el delirio.
[1] Estuvo en enero en la vitrina de la Feria Chilena del libro del Drugstore y a partir de abril estará en la librería del Parque Arauco y en mayo en la librería ubicada en Huérfanos.
[2] Entrevista en The Clinic, Enero 2011.
[3] Entrevista a Andrea Goic por Cynthia Rimsky.
[4]Juan Marconi. Rev Chil Neuro-Psiquiat 2000; 38: 37-43.