El escritor uruguayo Mario Levrero (Montevideo, 1940-2004) habitó un espacio periférico en las riberas del Río de la Plata mientras se desempeñaba como librero, creador de crucigramas y editor de revistas. En esa zona geográfica, elaboró las herencias de las vanguardias experimentando diversas operaciones de escritura generadoras de un singular y provocador imaginario narrativo que dejaría entrever sujetos en condiciones de extrañeza y una configuración del relato guiada por la presencia desestabilizadora de las imágenes. Estas particularidades de su narrativa fueron tematizadas por el propio autor en entrevistas concedidas durante las últimas décadas bajo formatos más amplios que el periodístico. En ocasiones compendiadas en libros y en otras, dispersas en formatos mediáticos, estas conversaciones han concitado el interés de los lectores y han sido un punto de partida para la interpretación de su obra.
Hasta hace menos de un año era difícil acceder a estos materiales, a pesar de que el “boom” de la narrativa de Levrero originado después de la publicación póstuma de La novela luminosa (2005, Alfaguara Uruguay) y de la venta de derechos a editoriales españolas había propiciado la valoración y el reconocimiento de su obra en distintas latitudes. Ejemplos claros de este fenómeno han sido en los últimos años la publicación de El lugar, Paris, La ciudad, el año 2009 por el sello Alfaguara bajo la unidad denominada Trilogía involuntaria; la edición de La novela luminosa, actualmente publicada por Mondadori, ( Barcelona, 2008); una versión ilustrada de Caza de conejos de reciente aparición en Barcelona por los Libros del Zorro Rojo. A lo anterior pueden sumarse las distintas reediciones de su obra en casas editoriales uruguayas: Gelatina por Irrupciones grupo editor, (Montevideo, 2010); Los muertos y Aguas salobres por ediciones HUM Estuario, (2011) entro otras.
Este auspicioso contexto de reediciones de la obra narrativa de Levrero, que incluye tanto su temprana producción de relatos de carácter fantástico como las últimas ficcionalizaciones del yo en procesos de escritura, aumentó sin duda el interés por el libro de Conversaciones con Mario Levrero de Pablo Silva Olazábal editado por Trilce el año 2008 y tempranamente agotado en librerías. Ante este escenario, significativa ha sido la reedición sincrónica de este libro en distintas ciudades del Cono Sur: a la primera publicación efectuada en Santiago a fines del 2012, le han seguido las reediciones en Montevideo y Buenos Aires durante este año. En Chile, fue labor de la editorial Lolita Editores realizar la primera nueva versión aumentada del libro, que tomó las fuentes y el título original pero que incorporó aportes que actualizaron el diálogo y la recepción de la obra de Mario Levrero en el tiempo presente. El libro contiene, además de las Conversaciones entre Pablo Silva Olazábal y Mario Levrero, un Carta al editor Francisco Mouat; una entrevista a Levrero realizada por el periodista chileno Álvaro Matus en Montevideo; una lectura crítica de La novela luminosa elaborada por Ignacio Echeverría y la inclusión de algunas fotografías familiares y personales del autor que muestran situaciones cotidianas, alejadas de todo elemento mítico o glamoroso. El diseño de Francisca Toral opta para la portada por una fotografía más juvenil de Levrero y una solapa con la foto de Pablo Silva Olazábal encarando a un perro que hace contrapunto con el logo del sello editorial. Estas imágenes de distinta temporalidad entregan novedad y a la vez provocan un cierto equívoco relativo al tiempo de los encuentros entre Mario Levrero y Pablo Silva Olazábal, dejando un suspenso sobre su localización temporal. Este afán es consistente con un intercambio no fechado cuya materialidad fue la correspondencia electrónica.
Vale la pena destacar algunos temas de la conversación entre Levrero y Silva Olazábal que permiten vislumbrar aspectos de los presupuestos estéticos del escritor. Contrario a una literatura retórica, pedagógica o sentimental, Levrero encontraría en autores tales como Felisberto Hernández y Juan Carlos Onetti, su tradición en la literatura uruguaya. Inscrito en esta filiación, enuncia algunos de sus principios escriturales: el trabajo de las formas de percepción, el estilo personal, el ejercicio de experimentación y el distanciamiento de la literatura comprometida se articulan en su obra con las tareas de corrección y el trabajo técnico sobre el ritmo y la sonoridad textual. En la descripción de una suerte de poética, Levrero propone una definición de la literatura vinculada con la cuestión de la imagen literaria, el principio de libertad creativa y la relación con la imaginación, lo que sintetiza en la máxima: “La literatura propiamente dicha es imagen”. Sus ideas sobre la composición literaria son solidarias con el trabajo como guía de taller literario: “Mi taller apunta a poner la imaginación ‘no’ en inventar, que eso no es esencial en la literatura, sino en expresar por medio de palabras imágenes vividas interiormente, ‘vistas’ en la mente”. Asimismo, tematiza la cuestión del humor, el plagio, las experiencias paranormales y el repertorio de las influencias. A lo largo de la conversación, las afinidades literarias de Levrero son también abordadas: la novela policial, Kafka, Salinger, la filmografía de Buster Keaton, la crítica a Buñuel y la apología a Tarkovski comparten espacio con la cuestión de lo cómico, lo detectivesco y la cultura de masas.
Además de la sugerente conversación antes anotada cabe destacar los anexos que reeditan la entrevista “Mario Levrero: el laberinto de la personalidad” realizada por Alvaro Matus y el ensayo “Levrero y los pájaros” de Ignacio Echeverría. La entrevista comprende el último periodo de la vida de Levrero bajo el influjo de la escritura de La novela luminosa. Por su parte, la lectura atenta de Echeverría se detiene en las experiencias espirituales y luminosas de la obra de Levrero, inscritas entre otros, en el humor y en los animales. El libro se cierra con una breve biografía en la que se expone una obra prolífica y, en su mayor parte, recientemente difundida más allá de las fronteras uruguayas. Sin duda, la puesta al día de estas Conversaciones componen tanto “un autorretrato involuntario” como una descripción en movimiento de la figura del Levrero, que desenmascara algunos de sus ejercicios de escritura.
Conversaciones con Mario Levrero de Pablo Silva Olazábal
Lolita Editores
Santiago de Chile, 2012.