Hace un tiempo escuché en una canción la frase “amar la trama más que el desenlace” y, por alguna extraña razón, quedó dando vuelta por algunos días en mi cabeza. Curiosamente esta frase, sin sentido al parecer, la entendí al visitar Llena de algo y de nada de la artista chilena Catalina Bauer en el Museo de Artes Visuales, en la Plaza Mulato Gil de Castro.
La ganadora de la beca AMA nos presenta una interesante muestra que conjuga sus trabajos más recientes. Ninguna de las técnicas o soportes son totalmente nuevos en su producción artística; sin embargo, la exposición nos sorprende con una diversidad de técnicas: esculturas, objetos, trabajos sobre papel y fotografías. En todas ellas podemos encontrar eso sí, algo que llamaré un “hilo conductor invisible” y que me parece fundamental: la trama.
Desde la entrada del MAVI, el espectador puede advertir esta diversidad. Entrando a la Sala 1 nos encontramos con 3 obras distintas. Al centro está Columna, una escultura de 100 kilos de elásticos de hule blanco y color natural trenzados. Al mismo tiempo, y frente a ella Cesta n°3, un pequeño objeto tejido con elásticos de hule natural, amarillos y blancos. Todo esto rodeado por Diamantes, una serie de cinco monocopias, que a simple vista pareciera no tener ninguna relación con las otras obras de la sala.
Columna pende, cuelga, se manifiesta con la potencia no sólo del material, sino que de la fuerza constructiva de sus “trenzas”. Fuerza que reside en el trabajo del entrelazado de sus formas posiblemente trasmitida desde las manos que las crearon. El material blando e insignificante de los elásticos cobra poder en cuanto esta gran forma se inserta en el contexto de la sala, de modo que no sólo queda suspendida en el aire sino que dota al espacio de solemnidad al dominarlo. De la misma manera, el simple material se pierde en Cesta n°3; olvidamos que son elásticos y nos encontramos con un pequeño y delicado objeto que conjuga la potencia de la trama y del tejido, con la fragilidad de su forma; su pequeñez se enfrenta a la Columna, como un contrapeso de volumen y forma.
Por otro lado, la serie Diamantes puede desconcertar al espectador desprevenido. ¿Cómo se relacionan esas formas poliédricas con los volúmenes de elástico? ¿Qué relación pueden tener sus materiales? A mi parecer, su relación es la trama. La forma de diamante de cada obra, armada por una mancha constreñida por hilos invisibles es lo que nos devuelve a la amarra, al material. Estas formas, estos diamantes de alquitrán, al parecer se generan con amarras que hacen referencia a la potencia de las otras formas. Es allí donde se genera una trama, un hilo que une y ata las obras de la sala.
Al mismo tiempo, interesante es que lo que sucede cuando subimos a la Sala 2, donde Frivolité, una instalación hecha por una trenza de malla raschel de 80 cms. de radio, nos sorprende invadiendo el suelo de la sala. Como una inmensa trenza o cadena, se apodera del suelo generando una forma orgánica. Se toma el espacio sin itinerario previo, salvo su forma circular, cubriéndolo todo a su paso. En su forma está presente, una vez más, la mecanicidad del trenzado y del entramado de su forma. Esta obra fue hecha in situ, y por un grupo de colaboradores. Ello queda evidenciado en el ritmo del trenzado, en los nudos y en el aspecto de esta “cadeneta” gigante que toma su lugar, se hace del espacio y nos recuerda el vacío que ella llena.
En torno a Frivolité se encuentran dos series gráficas que nos recuerdan trabajos anteriores de la artista. Textilería, una serie de varios dibujos con punta seca sobre papel vegetal, nos trasportan a un mundo donde todo es pequeño, controlado y rítmico. Esto se relaciona con el tejido lento y sistemático de Frivolité. Textilería nos trasporta de nuevo a lo mecánico, a la técnica, a la acción de la punta sobre el papel, que es tan manual como la de la mano sobre el hilo o cordel. Por otro lado, No me detengas, una serie de 7 fotografías digitales, nos presenta formas abstractas que al principio nos recuerdan al hilo, pero son imágenes de pelos, pelos de la artista. Catalina Bauer juega en este punto con la composición. Tan orgánico como sus cabellos en el suelo, Frivolité cae sobre el suelo de la sala, creando una doble lectura sobre la exploración del material así como las múltiples formas que este puede tomar.
Lo anterior nos recuerda que cordel, pitilla, pelo o un simple elástico comparten una serie de características no sólo visuales sino que todas sirven para amarrar, armar, urdir, tejer. Todos estos elementos se pueden constituir como un entramado, donde el elemento, ya sea elástico o hilo se constituye como la parte fundamental del trabajo. Por otro lado, igual de importante es la acción. Mejor dicho, la acción de armar es un elemento muy importante a la hora de hablar de su obra. Es esa acción, esa manipulación sin tecnologías, sólo manual, la que la vincula con el tejido, el bordado y el trenzado. Esas acciones, transforman los materiales comunes, industriales y casi ordinarios, en materia artística.
Lo más cautivante es que estas obras hablan más allá de su visualidad. Nos hablan del tejido y nos hablan del tiempo. Nos hablan del material y nos hablan de un relato. Porque el tejido y el relato son de cierta manera lo mismo. Ambos son sistemas de elementos que se construyen de forma similar pues aquel que los hace va armando, urdiendo y conjugando elementos. Ambos tienen un avance lineal, se pueden leer y se entienden, pues cada letra o nudo permiten trasmitir un sentido o una idea, pues estos son parte del abecedario o del idioma de la forma.
Lo que me atrajo de la obra de Catalina Bauer es que al final genera un relato que es armado en conjunto por las formas, la técnica y los espacios. Por los llenos y los vacíos; llenos de algo, algunas veces, y otras llenos de vacío. La artista nos relata una historia sobre cosas mínimas y sencillas donde su afán es trasmitir de múltiples maneras su amor a la trama, a la conexión de lo inconexo y lo lleno del vacío.
“Amar la trama más que el desenlace”, partí diciendo porque creo que en la obra de Bauer el proceso es más importante que el producto final; la obra se transforma en un reflejo de un trabajo manual, cotidiano, simple y femenino, donde la trama se alza como aglutinador. Elástico, pelo y trazo, todo lo mismo, en su eterna búsqueda del equilibrio, entre fuerza y fragilidad, como ella misma ha señalado acerca de su obra.
La obra será exhibida hasta el 29 de enero.
Imágenes:
– «Cesta Nº3», foto Tomás Rodríguez
– «Columna», foto Catalina Zabala
– «Diamantes», cortesía fundación AMA por la imagen
– «Diamantes», cortesía fundación AMA por la imagen
– «Frivolité», foto Catalina Zabala.
* Esta nota forma parte de una serie de artículos co-editados con Taller BLOC