“Entonces sí, hay cosas urgentes (…) Yo principalmente le escribo a las situaciones que me parecen trascendentales en el rumbo de la historia, elaboro tesis respecto de esas situaciones e insisto constantemente en denunciarlas, gritarlas, decirlas, publicarlas. Vivo hablando de las urgencias”, nos dice la poeta Sol Danor, entrevistada por Panambi Esquivel, Camila Muñoz, José Ogalde y Javiera Vidal, en el marco del curso “Teoría, práctica y lugares de la crítica”, impartido por Ana Lea-Plaza.
Sol Danor, escritora chilena nacida y, como ella misma dice, malcriada en La Legua, accede a darnos esta entrevista con una sonrisa generosa y cómplice. Su nombre artístico, Sol, viene de su interés por la luz, y un sueño premonitorio que tuvo cuando niña justifican el uso de su apellido Danor. Actriz de profesión, la autora evita las etiquetas y participa en diversos proyectos culturales en su zona. Conversamos con ella con su obra en mano, en especial su última publicación, el poemario Juana Tres Cocos, para adentrarnos más en su historia de vida, en su postura artística, y en sus reflexiones sobre la escena actual literaria y social chilena.
P: Quisiéramos partir por tus primeros acercamientos a la literatura. ¿Desde dónde crees que nació tu motivación para comenzar a escribir? ¿Hay un momento clave?
S.D: Tuve una profesora muy buena, Alma, que en tercero básico inventó un concurso literario donde teníamos que mandar un poema. Le escribí uno al caracol, y gané. Siempre he tenido la sospecha de que mintió (se ríe), de que solo me quiso incentivar, pero haya sido cierto o no, me parece muy noble de su parte el haber puesto ojo en mí y haber tenido la intuición de ver en cada niña qué era lo que cada una podría lograr en su vida. Yo creo que vio eso, porque cuando yo era muy chica tuve hartos problemas de salud: nací con apnea emotiva, lo cual me hacía básicamente morir si lloraba, y al mes de vida morí llorando. Tuve tres infartos respiratorios, anemia y desnutrición, y fue difícil para mi familia lidiar con una niña en crecimiento que obviamente iba a llorar en algún momento. Así que me llenaron de tratamientos y medicamentos, y mi condición siempre fue tratada de manera neurológica. Estaba más ausente, menos activa, pero mi cabeza de niña quería hacer todo. Me imagino que mi profesora detectó eso y me permitió viajar a través de las letras; me incitó a escribir, lo que creo fue un maravilloso hallazgo, una hermosa posibilidad gracias a la cual pude fantasear y hacer un montón de cosas que con mi cuerpo no podía hacer. Arrastré esta situación de salud hasta los quince años, y esa apnea emotiva se tradujo en una epilepsia, en la que me desmayaba con emociones fuertes. Así que escribir como que soltó las amarras que tenía en mi cuerpo enfermo.
J: ¿En qué te inspiras para escribir? ¿Cómo definirías la inspiración?
S.D: Antes tengo que decir que cuando uno pone su mirada en algún tipo de arte, también hace una inversión muy importante en emoción e ingenio mental, por eso creo que es terapéutico. Por otra parte, cuando una ya es parte del mundo artístico y la literario ya no ve el mundo con los mismos ojos que el resto de las personas. Un artista no va a la feria a comprar limones y vuelve de la feria de haber comprado limones. El artista va, se encuentra con un perro con la nariz muy hermosa, pasa por el puesto de una persona migrante que está siendo vulnerada en sus derechos y se fija en eso, luego sigue caminando y las manzana brillantes le gritan coquetas al pasar, hasta que llega a los limones que iba a buscar y, al mismo tiempo en que compra, tiene una conversación o un intercambio de miradas muy humano con el vendedor. Huele los limones, los siente y se devuelve saludando a la gente y sintiendo la pena de la señora que va pasando con el carro, mirando el cansancio del caballero de las cebollas que está en silla de ruedas y que lleva tanto tiempo trabajando en eso, hasta que llega a la casa. Acaba de vivir una experiencia. Porque el escritor vive experiencias artísticas constantemente: cuando se sienta en un sillón o al comerse un plato de tallarines, lo que sea que hagamos lo hacemos desde una mirada sensible, patológica. La experiencia pasa por nuestro cuerpo, no es solo visual, la sentimos en la piel, en la carne. Y creo que principalmente escribo sobre lo que es urgente decir. Digo esto humildemente, pues no creo que yo misma logre decir todo lo urgente; hay muchas cosas que ni siquiera he terminado de procesar. Pero intento hacer mi parte, intento contar mi porción de la historia, y quizás todos deberíamos hacernos cargo de esa porción de historia para que mucha gente cuente la verdad, fijándose en lo que nadie ve para enaltecerlo y embellecerlo, para hacerlo saber al mundo. Entonces sí, hay cosas urgentes. Y yo personalmente no me inspiro mucho en cosas banales, como la luna, aunque la luna no es tan banal, y está bien que alguien le escriba la luna. Yo principalmente le escribo a las situaciones que me parecen trascendentales en el rumbo de la historia, elaboro tesis respecto de esas situaciones e insisto constantemente en denunciarlas, gritarlas, decirlas, publicarlas. Vivo hablando de las urgencias.
P: ¿Cuáles crees que son los problemas que atraviesa la actual escena literaria chilena?
S.D: Si bien lo bueno es que hay mucha gente escribiendo, en el ámbito el under y el oficial también, afuera y dentro del sistema, creo que el problema es que se siguen usando técnicas que ya se usaron y se hicieron perfectamente también, así que falta originalidad. Creo que podríamos reinventar el lenguaje, las métricas, las formas, y nos falta atrevernos más. Por supuesto, en este país, a pesar de que nos quejamos mucho del poco acceso al libro, tenemos un buen ranking de lectura porque leemos harto, y a pesar de la dificultad tenemos buena comprensión lectora. Con esa gotita de gente que lee estamos sobre la media de muchos países, y no quisiera ser conformista, pero al menos tenemos cómo defendernos y hay harta literatura nueva… Entonces lo malo es la falta de originalidad, la dificultad de acceso a las publicaciones, la separación abismal entre una editorial industrial y una popular, el cobro es exacerbado, que hace que la literatura caiga en la lógica del mercado neoliberal y entre en este ámbito donde predomina el valor de venta. Un libro puede carecer de calidad, de inspiración y de todo lo que se espera de un libro, pero como tiene una maravillosa publicidad se convierte en una superventa. Hay que cruzar muchas barreras para llegar a la cima, hay que ser muy porfiados, y esa diferencia es muy injusta. Los egos también son complejos. Creo que se mal entendió el concepto de artista en un momento y hay egos que llevan a que un autor publique sin revisión ni corrección. Hay gente que insiste en publicarse sin repensarse, sin nada. Además, creo que lo popular no debería ser sinónimo de mala calidad: allí fallamos en el under, porque podemos hacer nuestro trabajo perfectamente bien corregido y editado, rompiendo la barrera de la industria y haciendo algo de excelente calidad pero a otro precio, con otro espíritu. La poesía es un arte libre y anarquista, pero en algún momento hay que compartirlo, porque nadie escribe para sí mismo, todos escribimos esperando que algún día nos lean. Compartir pertenece al ejercicio mismo de la escritura, y eso necesita una transición y una empatía con el lector, para permitirle vivir la misma experiencia que viví yo escribiendo.
C: En ese sentido, ¿cuál es el papel político y social de la literatura (si es que crees que lo tiene)?
S.D: Claro que lo tiene. Siempre he pensado que en la poesía y sea lo que sea que se escriba somos los escritores los que estamos encargados de renovar el lenguaje. Los literatos y literatas estamos en la cresta de la ola, e históricamente hemos sido quienes han encabezado los nuevos pensamientos, los nuevos conceptos y nuevas maneras de hacer las cosas. Hoy hay un rol que no se está cumpliendo, no nos estamos haciendo cargo o lo estamos haciendo de manera inconsciente, lo cual no es tan bueno. Tenemos que ejercer la literatura con conciencia de que somos protagonistas. Esto está dicho y ultra dicho: el lenguaje construye realidades. Creo que el lenguaje está vivo, reniego contra la visión estática del lenguaje porque la lengua es un espíritu vivo, un arte donde la RAE o la academia llega al final a hacerse parte de lo que ya sucedió. Por eso los que escribimos estamos a cargo de apartar, masticar, denunciar, escuchar y traducir lo que pasa en el mundo y ponerlo en las letras. Sin ir más lejos, se escriben las leyes, las consignas, los panfletos, las campañas políticas: todo se escribe, escribir es urgente. Y hay que hacerlo concientes de esa importancia.
J: ¿Tiene la poesía algún potencial de convertirse en algo diferente en Chile?
S.D: La poesía se está constantemente renovando, y a mi parecer es uno de los espacios del arte que más se modifica, y se hace cargo de lo que está pasando. El cuento, por ejemplo, espera un poquito más. La poesía es más inmediata, más espontánea. El papel de la poesía es muy importante, y sí, tenemos la posibilidad de convertirnos en algo distinto. Se está intentando hacer nuevas cosas, jugar un poco más con el lenguaje e incluir estructuras diferentes en una coyuntura en la que todo va a convertirse en algo nuevo. Hay un mundo maravilloso de nuevos poetas que están haciendo cosas interesantes, hay mucho dinamismo y creo que eso va a continuar.
P: ¿Cuál es tu libro favorito y por qué?
Es el primer libro que me hizo viajar cuando tenía diez años, en quinto básico: “El último grumete de la Baquedano” de Francisco Coloane. Estando yo en mi pieza, sentada en mi cama, me hizo sentir que viajaba en un barco y que la cortina se movía por la marea, me hizo escuchar gaviotas y todo eso. Nunca lo voy a poder olvidar.
J :¿Qué escritores o escritoras de la actualidad recomendarías?
A Palomo Arriagada, Ingrid Córdoba y Juan Carreño.
C: Si pudieras conversar con un escritor o escritora de cualquier época, quién sería? ¿Te gustaría preguntarle algo?
Con Gabriela Mistral. Me dedicaría a escucharla, a debatir temas políticos y trasnochar con ella. También con Violeta Parra, su talento es gigante; y más que por su literatura la admiro por su desplante, su forma de pararse frente a la vida y su impronta contestataria. Creo que me parezco mucho a ella y me inspiro mucho de eso.
J: Hablemos ahora sobre Juana Tres Cocos. Tu manera de escribir poesía rompe con la escritura tradicional y usas pronombres inclusivos cambiando de masculino a femenino, por ejemplo: la puebla, la matria o la justa…
Yo observo lo que pasa con la controversia del lenguaje inclusivo y defiendo la economía del lenguaje. Si en Chile somos más mujeres, ¿por qué no decimos “la puebla”, “la matria”? ¿Por qué no contarle al mundo que la “e”en “compañeres”o“todes”saca ronchas en la gente, y la escandaliza? Creo que Juana Tres Cocos viene a contar esa controversia, esa molestia con el uso de la “e”que podría llegar a un consenso, a un equilibrio. Creo que se hace justicia al dejar de nombrar a un grupo en el que hay más mujeres que hombres como todos,y me hago cargo en mi escritura de lo que observo.
J: En el poema “De casa particular” la hablante lírica expresa cierta pasividad. ¿En qué sentido tu poema se hace cargo de la voz de la típica trabajadora de casa particular chilena?
El poema siempre fue una metáfora de lo que los chilenos (o al menos 80% de ellos) sentimos respecto de este país: que está a cargo de un par de patrones de fundo. El poema se puede leer como si hablara de una trabajadora doméstica, pero si sacas el título, se puede leer como si esa voz fuera la de todo el país.
Siempre he pensado que en la poesía y sea lo que sea que se escriba somos los escritores los que estamos encargados de renovar el lenguaje. Los literatos y literatas estamos en la cresta de la ola, e históricamente hemos sido quienes han encabezado los nuevos pensamientos, los nuevos conceptos y nuevas maneras de hacer las cosas. Hoy hay un rol que no se está cumpliendo, no nos estamos haciendo cargo o lo estamos haciendo de manera inconsciente, lo cual no es tan bueno. Tenemos que ejercer la literatura con conciencia de que somos protagonistas.
Sol Danor
C: Para finalizar, ¿te encuentras trabajando en algún proyecto, escribiendo algo?
Trabajo en tres libros. Una novela infantil sobre mi hijo menor; un poemario nuevo llamado Resentida, con poemas llorados y bien cargados; y una obra de teatro titulada Recuerdos prestados, que es la historia de una bebé arrebatada en tiempos de dictadura y recuperada posteriormente. Todos necesitan tiempo, están a la mitad, pero espero poder publicar alguno el próximo año.
P: Te agradecemos, Sol, por este momento. Por tu disposición y tu tiempo.
S.D: Para mí fue muy bonito hablar en el mismo idioma que ustedes. Soy súper verborreica y oralmente no aplico la economía del lenguaje (se ríe). Fue un gusto, de verdad.