En cuanto se arregle
Apenas tolerados, viviendo en los márgenes de nuestra sociedad tecnológica, teniendo que ser siempre rescatados, casi al borde de la destrucción, como heroínas en Orlando Furioso, justo antes de que llegara el momento de empezar todo de nuevo. Había truenos en los arbustos, un crujir de aspas, y Angélica, en la pintura de Ingres, contemplaba el colorido, aunque pequeño, monstruo próximo a su pie, como pensando si, a fin de cuentas, olvidarse del asunto no fuera acaso la única solución. Y entonces siempre había un momento en que Happy Hooligan venía arando el camino con su oxidado automóvil verde, sólo para asegurarse de que todo estaba Okay, sólo que para entonces ya estábamos en otro capítulo, y confundidos en cuanto a cómo recibir esta información de última hora. Pero, ¿era información? ¿No será que por ventura representábamos esto para el provecho de alguien más, para los pensamientos en una cabeza con suficiente espacio disponible y para ahorrarnos los pequeños problemas (así comenzaron a parecer), nuestra diaria preocupación por la comida, el arriendo y las cuentas impagas? Reducir todo esto a una pequeña variable, Dar al menos un paso libre, minúsculo, sobre la llanura gigantesca, nuestra ambición era esta: ser pequeños, claros y libres. Ay!, la energía del verano se desvanece tan rápido, en un instante más ya se habrá ido. Y ya no queda tiempo para los preparativos necesarios, aunque sean simples. Tal vez nuestra estrella era más brillante cuando tenía agua. Ahora, en todo caso, poco importa eso, lo que importa es saber cómo agarrarse a tierra firme para no ser arrojado, por un sueño ocasional, una visión: un petirrojo pasa volando por el ángulo superior de la ventana, tú cepillándote el cabello casi sin poder ver, o una herida fulgirá contra el dulce rostro de los demás, algo así como: Esto era lo que querías escuchar, ¿por qué entonces creíste escuchar otra cosa? Cierto, somos todos habladores, pero en el fondo del habla yace lo que mueve y no quiere ser movido, el laxo significado, sucio y simple como un piso gastado.
Estos, pues, son algunos de los riesgos que implicaba el juego y aunque sabíamos que el juego era riesgoso y nada más no dejó de ser choqueante cuando, casi un cuarto de siglo más tarde, entendimos por primera vez claramente las reglas. Los jugadores eran ellos, y nosotros, que tanto habíamos luchado en el juego, éramos sólo los espectadores, aunque sujetos a sus vicisitudes con las que, a fin de cuentas, cargaríamos a cuestas al salir del quejumbroso estadio. Noche tras noche este mensaje retorna, se repite en las parpadeantes ampolletas del cielo, inalcanzables, lejanas, pero nuestras a pesar de todo, una y otra vez hasta ser una verdad incontestable, la esencia de nuestras frases, el clima que las nutre, no nuestras para pertenecernos, como un libro, sino para estar con ellas, y a veces estar sin ellas, solos y desesperados. Es más bien la fantasía la que las hace nuestras, una suerte de mercado negro Elevado a la categoría de un ideal estético. Estos fueron momentos, años, de sólida realidad, rostros, acontecimientos nombrables, besos, actos heroicos, pero, como el amistoso comienzo de una progresión geométrica, no algo como para tranquilizarse y pensar que algún día podríamos prescindir del significado, cuando se quedara corto. Ya que la promesa de aprender es una ilusión, dijiste, mejor permanecer cabizbajos como en las primeras lecciones, y estuve de acuerdo, agregando que el mañana alteraría el sentido de lo que habíamos aprendido, que el proceso de aprendizaje avanza en este sentido, y que, desde este punto de vista, ninguno de nosotros se graduará alguna vez de la universidad, porque el tiempo es una emulsión, y probablemente pensar en no crecer, ahora en todo caso, sea para nosotros la forma más alta de madurez. Y ya ves, ambos estábamos en lo correcto, aunque nada haya llegado en cierto modo a nada; los avatares de nuestra consecuencia con las reglas y vivir alrededor del hogar han hecho de nosotros– a ver, por así decirlo, “buenos ciudadanos”, que se cepillan los dientes y todo eso, que aprenden a aceptar la caridad de los momentos difíciles como si fueran migajas, porque esto es la acción, este no estar seguro, esta descuidada preparación, este sembrar las semillas retorcidas en el surco, este disponerse a olvidar y este retornar siempre a la soltura de amarras de la partida, aquel día tan lejano.
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Soonest Mended
Barely tolerated, living on the margin In our technological society, we were always having to be rescued On the brink of destruction, like heroines in Orlando Furioso Before it was time to start all over again. There would be thunder in the bushes, a rustling of coils, And Angelica, in the Ingres painting, was considering The colorful but small monster near her toe, as though wondering whether forgetting The whole thing might not, in the end, be the only solution. And then there always came a time when Happy Hooligan in his rusted green automobile Came plowing down the course, just to make sure everything was O.K., Only by that time we were in another chapter and confused About how to receive this latest piece of information. Was it information? Weren’t we rather acting this out For someone else’s benefit, thoughts in a mind With room enough and to spare for our little problems (so they began to seem), Our daily quandary about food and the rent and bills to be paid? To reduce all this to a small variant, To step free at last, minuscule on the gigantic plateau– This was our ambition: to be small and clear and free. Alas, the summer’s energy wanes quickly, A moment and it is gone. And no longer May we make the necessary arrangements, simple as they are. Our star was brighter perhaps when it had water in it. Now there is no question even of that, but only Of holding on to the hard earth so as not get thrown off, With an occasional dream, a vision: a robin flies across The upper corner of the window, you brush your hair away And cannot quite see, or a wound will flash Against the sweet faces of the others, something like: This is what you wanted to hear, so why Did you think of listening to something else? We are all talkers It is true, but underneath the talk lies The moving and not wanting to be moved, the loose Meaning, untidy and simple like a threshing floor.
These then were some hazards of the course, Yet though we knew the course was hazards and nothing else It was still a shock when, almost a quarter of a century later, The clarity of the rules dawned on you for the first time. They were the players, and we who had struggled at the game Were merely spectators, though subject to its vicissitudes And moving with it out of the tearful stadium, borne on shoulders, at last. Night after night this message returns, repeated In the flickering bulbs of the sky, raised past us, taken away from us, Yet ours over and over until the end that is past truth, The being of our sentences, in the climate that fostered them, Not ours to own, like a book, but to be with, and sometimes To be without, alone and desperate. But the fantasy makes it ours, a kind of fence-sitting Raised to the level of an esthetic ideal. These were moments, years, Solid with reality, faces, namable events, kisses, heroic acts, But like the friendly beginning of a geometrical progression Not too reassuring, as though meaning could be cast aside some day When it had been outgrown. Better, you said, to stay cowering Like this in the early lessons, since the promise of learning Is a delusion, and I agreed, adding that Tomorrow would alter the sense of what had already been learned, That the learning process is extended in this way, so that from this standpoint None of us ever graduates from college, For time is an emulsion, and probably thinking not to grow up Is the brightest kind of maturity for us, right now at any rate. And you see, both of us were right, though nothing Has somehow come to nothing; the avatars Of our conforming to the rules and living Around the home have made –well, in a sense, «good citizens» of us, Brushing the teeth and all that, and learning to accept The charity of the hard moments as they are doled out, For this is action, this not being sure, this careless Preparing, sowing the seeds crooked in the furrow, Making ready to forget, and always coming back To the mooring of starting out, that day so long ago.
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