Idea Vilariño: la vida escrita de Idea Vilariño
Academia Nacional de Letras/Cal y Canto, Montevideo, 2007.
Después de años de recelo y distancia mediática, de negativas a otorgar entrevistas, de exigua exposición pública, de actitud de recato, discreción y retiro, aparece en escena la figura de Idea Vilariño en un libro editado por la Academia de Letras de Uruguay y Cal y Canto, que ha contado con la colaboración de la poeta. A medio siglo de la publicación de Poemas de amor, a cinco años de la edición de Poesía completa, a sus ochenta y siete años vidas, el homenaje a Idea Vilariño en la ciudad de Montevideo es la publicación Idea Vilariño: la vida escrita, objeto visual, de diseño delicado y pulcra selección de fotografía y texto.
La historia de su personalidad se despliega en el libro a través de los diversos modos del retrato. Una suma de fotografías empasta tapa y contratapa y se suceden en todas las páginas. Habitante de la ciudad y del jardín, paseante de balneario, sentada en su escritorio o en el sofá con su gato, vistiendo modas al paso de las décadas, estas fotos recogen la imagen de Idea Vilariño atravesada por el tiempo en actitud de presencia certera. El registro documental desde la infancia y la casa familiar a la adultez temprana y tardía, delinea la figura de un personaje gravitante en el campo cultural uruguayo y en la historia literaria latinoamericana.
Queda constancia en estas páginas de su amplio trabajo como poeta, traductora, editora y docente. Fundadora de la Revista Númerojunto a Emir Rodríguez Monegal y Manuel Arturo Claps, colaboradora durante décadas de la Revista Marcha, participó también en la Biblioteca Ayacucho. Destaca su labor de traducción, que junto a la enseñanza universitaria y secundaria ocupó la mayor parte de su tiempo. Tradujo largamente a Shakespeare, Raymond Queneau como también a Simone de Beauvoir, entre otros. De la traducción, Idea Vilariño escribe:
Y ¿ por qué me gusta tanto traducir? Si es una disciplina cruel. Si, sobre todo cuando se trata de una gran obra, nos obliga a la más inflexible atención, a un empecinado rigor. […] Y más. Porque a menudo nos vemos compelidos a respetar, tan o más que el sentido del texto, la prosodia de esa escritura, acatando sus ritmos, sus silencios, teniendo en cuenta sus sinalefas –porque todo esto se da también en la prosa viva- y no solo enriquece la nueva página, sino también al traductor; mucho más de cuanto se podría sospechar (112).
La representación de la personalidad literaria conformada en estas páginas se realiza en una diversidad de géneros literarios: mediante una notable selección de cartas -el esplendor del género en la correspondencia con Pedro Salinas, Juan Ramón Jiménez, Angel Rama-; fragmentos de su diario de vida todavía inédito, memorias de infancia y crónicas de contribución a revistas; manuscritos de estudios rítmicos de poemas y escritos analíticos sobre diversos autores. La trama de textos autobiográficos y ensayísticos vuelve multifacético su retrato literario, pero la figura no se construye sólo desde esta voz de primera persona y esta mirada ensimismada, sino que incorpora la escritura de los otros que responden la correspondencia o que escriben su mirada, su enamoramiento, su tributo. Se compilan las cartas de respuesta de Rodríguez Monegal, Onetti, entre otros así como crónicas, lecturas, misivas, recuerdos, entre las que destacan textos de Hugo Achúgar, Carlos Liscano, Ana María Larre. Se transcriben además dos de las escasas entrevistas concedidas por Idea Vilariño: una a Mario Benedetti, con quien la une una larga amistad, y otra a Elena Poniatowska. A lo que se suma la presentación de Juan Gelman.
Probablemente, elementos análogos a los que tienen presencia en su poética se encuentran en la representación que este libro expone de su figura autorial. Cierta austeridad y síntesis, su nombre como una presencia gravitante, pero siempre distanciada. Una existencia bajo la forma del rigor, la soledad y el silencio, también la indignación política. Algo de sequedad ante la angustia existencialista asumida con entereza.
Es negro para siempre.
Las estrellas
los soles y las lunas
y pingajos de luz diversos
son pequeños errores
suciedad pasajera
en la negrura esplendida
sin tiempo
silenciosa. (Es negro, 1978)
Así, el libro se lee como una revelación, conciente de la ausencia y el límite de lo decible, donde persiste la imagen justa. La dignidad y la melancolía, atribuidas a la ciudad de Montevideo, perviven en Idea Vilariño, tan montevideana en su obra y en su figura.
En el tiempo último, Idea Vilariño decidió insinuar su retrato de artista traspasado de poesía, escritura y música: “Mi violín esta muerto. Casi no está. Y estoy cansada de mis acuarelas y de mi rostro en el espejo. Vivir o no vivir” (Diario, 1943). En un gesto autobiográfico participó en su re-presentación y decidió ocuparse por sí misma de su figuración. Se cuenta que, sorprendiendo a todos, al lanzamiento de este libro, asistió.