En las horas libres que le ha traído esta cuarentena, Fernando Pérez traduce y revisa viejos trabajos. Generosamente hoy comparte con nosotros algunos de esos hallazgos, pulidos con cariño para Letras en Línea. Son poemas-écfrasis de Claudia Roquette-Pinto, que nos llevan a un sugerente ejercicio de traducción de traducciones.
Traduje estos poemas de Claudia Roquette-Pinto (Rio de Janeiro, 1963) por primera vez el 2011, en un aeropuerto, al regreso del viaje a Brasil en el que compré el libro del que provienen, Margem de manobra, publicado el 2005. De ella sólo había leído anteriormente algunos textos incluidos en la antología Esses poetas: uma antologia dos anos 90, de entre los que recuerdo algunos sonetos bastante virtuosos y alambicados. Me sedujo inicialmente en estos poemas, en cambio, su soltura y precisión, su modo oblicuo de mirar, su interés en las atmósferas cromáticas, oníricas o afectivas, más que en las declaraciones o acontecimientos. Varios de los que incluyo en esta selección pertenecen al género de la écfrasis, la descripción verbal de obras de arte visual reales o imaginarias. Todos ellos comparten una mirada que se demora en lo que la rodea con la calma y la curiosidad de quien contempla un cuadro, al mismo tiempo que sus descripciones de cuadros penetran en ellos con la soltura, intensidad, sensualidad de quien recorre no una superficie plana sino un mundo por el que pasearse, una constelación de energías y destellos antes que una composición de formas estáticas. Como el esfuerzo de la traducción, la buena descripción de un cuadro exige entrar en él y verlo desde dentro. Aprovechando algunas horas libres que me trajo estar en cuarentena, volví sobre mis versiones para darles otra vuelta, corrigiendo errores, revisando decisiones, ajustando el tono, con la ayuda de Ana Lea-Plaza, a quien agradezco su mirada lúcida y precisa, imprescindible para desatar algunos nudos y despejar algunas dudas. Traducirlos no fue particularmente difícil, ya que no dependen principalmente de efectos sonoros o idiomáticos específicos del portugués, sino de una apelación a lo visual y sensorial (los aspectos que, según Pound, mejor se conservan en un texto traducido, lo que él llamaba fanopoeia). Son, por otra parte, textos que están muy en casa en su propia lengua, y trasplantarnos a la nuestra inevitablemente los despoja de parte de su brillo y de la gracia de ciertos movimientos, espero que no por completo. Por eso van también acompañados por las versiones originales, para quien las quiera saborear. Viene bien, en los tiempos que corren, asomarnos a otros horizontes como los que estos poemas nos ofrecen.
SITIO
El morro se está incendiando.
El aire incómodo, denso,
vuelve el menor movimiento un esfuerzo,
como andar por otra atmósfera,
entre paños húmedos, mudos,
en un caldo sucio de claras batidas a nieve.
Los autos, en la autopista,
enganchan su centopedia:
ojos encendidos, sudor de gasolina,
ruido motor, desesperación sorda.
El sol debería estarse poniendo, ahora
–pero ¿cómo confirmar su trayectoria
debajo de esta cúpula de polvo,
este cielo invertido?
Mirar el mar no trae consuelo alguno
(si él es un perro inmenso, trémulo,
vomitando una espuma de bilis,
y viene a acabar de morir en nuestra puerta).
Una pelusa antagonista
se acostó en las hojas de los crisantemos
y va oscureciendo, día a día,
los ojos de las margaritas,
el corazón de las rosas.
De madrugada,
muda en la caja refrigerada,
la carga de agujas cae quemando
tímpanos, párpados:
El niño jugando en el balcón.
Dicen que él no se dio cuenta.
De qué otro modo podría haber
alcanzado a dar vuelta el rostro: “¡Papá!
¡Parece que algo me mordió!” cuando
la bala le perforó la cabeza.
SÍTIO
O morro está pegando fogo.
O ar incômodo, grosso,
faz do menor movimento um esforço,
como andar sob outra atmosfera,
entre panos úmidos, mudos,
num caldo sujo de claras em neve.
Os carros, no viaduto,
engatam sua centopéia:
olhos acesos, suor de diesel,
ruído motor, desespero surdo.
O sol devia estar se pondo, agora
–mas como confirmar sua trajetória
debaixo desta cúpula de pó,
este céu invertido?
Olhar o mar não traz nenhum consolo
(se ele é um cachorro imenso, trêmulo,
vomitando uma espuma de bile,
e vem acabar de morrer na nossa porta).
Uma penugem antagonista
deitou nas folhas dos crisântemos
e vai escurecendo, dia-a-dia,
os olhos das margaridas,
o coração das rosas.
De madrugada,
muda na caixa refrigerada,
a carga de agulhas cai queimando
tímpanos, pálpebras:
O menino brincando na varanda.
Dizem que ele não percebeu.
De que outro modo poderia ainda
ter virado o rosto: “Pai!
acho que um bicho me mordeu!” assim
que a bala varou sua cabeça?
MIRA
Pluma,
sobrepuesta a las venas,
posada sobre el papel
donde la tela se enreda
y desenreda,
y cada palabra sigue su curso,
la maldición,
se agarra a la otra,
empuja a la vecina,
atropellándose,
mezquina o generosa,
pero: definitiva
–o antes,
definiéndose justo en este instante,
en esta superficie,
coágulo en el vacío entre
lo que dije y lo que diría,
este es el tema:
bajo la mira de
una gran pluma
la cabeza explotada
de una (ah, sí,
de nuevo) flor.
MIRA
Pena,
sobreposta às veias,
pousada sobre o papel
onde a teia se enreda
e desenreda,
e cada palavra cumpre o curso,
a maldição,
agarra-se à outra,
empurra a vizinha
no atropelo,
amesquinhada ou generosa,
mas: definitiva
–ou antes,
definindo-se neste exato instante,
nesta superfície,
coágulo no vácuo entre
o que disse e o que diria,
e este é o tema:
sob a mira de
uma grande pena
a cabeça explodida
de uma (ah, sim,
novamente) flor.
VENTANA
Edward Hopper
Ahora la luz se acuesta
cual tigre cansado
–no esta figura;
atmósfera que se regula a sí misma
(cómo entre párpados
la rendija recordada de niebla).
Ahora la luz azota,
sorda, a machete.
En los límites que simula, las formas,
aflorando de la zambullida,
plantan sus patas en la zona de sombra.
Pero la luz respira
presente en el ahora de la tela
y aún venida de fuera
rasgando.
JANELA
Edward Hopper
Ora a luz se deita
em tigre cansado
–não esta figura;
atmosfera que a si mesma regula
(como entre pálpebras
a fresta relembrada de mormaço).
Ora a luz assola,
surda, em cutelo.
Nos limites que simula, as formas,
aflorando do mergulho,
plantam suas patas na zona de sombra.
Mas a luz respira
presente no agora da tela
e ainda vinda de fora,
rasgando.
JARRÓN DE VIDRIO
A un pintor
Vívida, de primera mano,
la explosión inmóvil de las lilas
hechas sólo de color y sub-
color –en golpes ágiles
(vigor del gesto)
la tinta se torna flor,
el vidrio, trance de luz.
El coraje del pintor:
desvestir, a cada toque en la tela,
la flor de la forma-flor, hacerla
cada vez más ella.
VASO DE VIDRO
A um pintor
Vívida, em primeira mão,
a explosão imóvel dos lilases
feitos só de cor e sub-
cor –em golpes ágeis
(vigor do gesto)
a tinta torna-se flor,
o vidro, transe de luz.
A coragem do pintor:
despir, a cada toque na tela,
a flor da forma-flor, fazê-la
cada vez mais ela.
LOS AMANTES BAJO LOS LIRIOS
Marc Chagall
La pareja (dicen) está debajo de un arreglo.
Pero los lirios y las rosas y las hojas furiosas
se desparraman de tal modo, en todas direcciones,
que la explosión vegetal hace pensar en un desgobierno
de ideas, de cabellos (un sombrero sin sentido,
un adorno de carnaval).
Medio oculto por el arbusto en flor,
el hombre se sumerge completamente en dirección al beso:
ojos velados, brazo-antebrazo sosteniéndole el busto,
labios casi tocando los de la mujer reclinada.
Ella, por su parte, con la boca y los ojos abiertos,
inclina la cabeza, tal vez con el mismo sobresalto
de un pez sin aire en la superficie del agua,
de una flor volviendo el rostro hacia el sol.
OS AMANTES SOB OS LÍRIOS
Marc Chagall
O casal (dizem) está debaixo de um arranjo.
Mas os lírios e as rosas e as folhas furiosas
se esparramam de tal modo, em tantas direções,
que a explosão vegetal faz pensar num desgoverno
de idéias, de cabelos (um chapéu sem cabimento,
um adereço de carnaval).
Meio oculto pelo arbusto florescente,
o homem mergulha inteiramente na direção do beijo:
olhos velados, braço-antebraço sustentando-lhe o busto,
lábios quase tocando os da mulher reclinada.
Ela, entretanto, com a boca e os olhos abertos,
inclina a cabeça, talvez com o mesmo susto
de um peixe sem ar na superfície da água,
de uma flor voltando o rosto para o sol.
DESIERTO CON SOMBRA NEGRA Y MONTAÑAS AL FONDO
Blanco intacto
bajo un ala de negrura absoluta
–grafismo de tal modo agudo
que casi es fruto de un proyecto
(idea que el leve suspiro
–temblor-de-la-línea–
entre cóncavo y convexo
viene a corroborar).
Un triángulo invertido
varía en sombra y textura
en la altura intermedia
(arena pisada por el viento,
encabritada como si fuese agua)
y extiende nuestra mirada
hacia el aglomerado de las montañas
que a esa altura se levantan
(ceniza desvanecido en la distancia)
vigilantes, macizas.
Y de ahí arriba pende la faja estrecha
de un cielo emborronado donde
las nubes, a su modo, responden
al gesto de la arena más abajo,
coaguladas en lucidez,
pero enrarecidas.
DESERTO COM SOMBRA NEGRA E MONTANHAS AO FUNDO
Branco intacto
sob asa de negror absoluto
–grafismo de tal modo agudo
que é quase fruto de um projeto
(idéia que o leve soluço
–tremor-da-linha–
entre côncavo e convexo
vem corroborar).
Um triângulo invertido
varia em sombra e textura
na altura intermediária
(areia pisada pelo vento,
encapelada como se água fosse)
e estica o nosso olhar
até o aglomerado das montanhas
que a essa altura se levantam
(cinza esmaecido na distância)
vigilantes, maciças.
E lá de cima pende a faixa estreita
de um céu enfarruscado onde
as nuvens, a seu modo, respondem
ao gesto da areia mais embaixo,
coaguladas em lucidez,
mais rarefeitas.
SUEÑO CON BICICLETA Y TIGRE
Para Armando Freitas Filho
Pidiendo socorro a gritos
accidentadamente
en el trayecto nada lisonjero
de jorobas de camello en fila
equilibrando piernas, ojo, codo, mentón
en el casi de una bicicleta plateada,
lengua metálica, gusto de tierra
(por tierra la suavidad de cojines ocultos,
dejadas, una tarde, por manos benevolentes)
sin volante, sacudida y a punto de caer,
prestos a aterrizar en el plano,
corazón despeñándose por un hilo,
cuando un frío arma en los hombros
contiguo a la sombra del tigre.
SONHO COM BICICLETA E TIGRE
Para Armando Freitas Filho
Gritando por socorro
acidentadamente
no percurso nada lisonjeiro
de corcovas de camelo, de enfiada,
equilibrando pernas, olho, cotovelo, queixo
no quase de uma bicicleta prateada,
língua metálica, gosto de terra
(por terra a maciez de esconsas almofadas
deixadas, numa tarde, por mãos benevolentes)
sem volante, abalada e rente à queda,
prestes a aterrisar no plano,
coração despencando por um fio,
quando um frio arma nos ombros
contíguo à sombra do tigre.