Por Carlos Soto Román
Poeta y traductor, Carlos Soto Román ha desarrollado un trabajo de renovación del registro poético mediante la experimentación y la construcción de una obra que abarca desde la poesía documental hasta el cruce con disciplinas como la música y la plástica. Hoy nos presenta las notas que escribió a propósito de la obra «Cartas el director», de Tamara Bastías y Ricardo Altmann, inscribiéndola dentro de la dinámica tradición de la poesía encontrada, el procedimiento de la tachadura y el arte de la apropiación.
Las cartas al director son un tipo de carta escritas por los lectores de diarios o revistas, las cuales están dirigidas al director del medio, con el fin de expresar una opinión sobre alguna noticia de actualidad, o bien, para denunciar o apoyar algún hecho.
Cartas al Director es también una publicación de Impresionante en la cual los autores, Tamara Bastías y Ricardo Altmann, recuperan cuentos y poemas escondidos entre las opiniones de los lectores de un conocido medio nacional.
Para hablar adecuadamente de este proceso de recuperación es necesario hablar de borradura, tachadura o erasure, que es como se conoce el procedimiento empleado en este trabajo, pero para hablar de borradura, tachadura o erasure, es necesario hablar primero de poesía encontrada o found poetry y del arte de la apropiación.
La poesía encontrada es un tipo de texto que se crea tomando palabras, frases o incluso fragmentos completos de otras fuentes, re-contextualizándolas, haciendo cambios en el espaciado y los versos o agregando o borrando texto, otorgando de esta forma un nuevo significado.
Una especie de equivalente literario del collage, la poesía encontrada está estrechamente vinculada a los cuestionamientos a las nociones tradicionales del concepto de autoría y encuentra sus origines más tempranos en el Dadaísmo. Dentro de las prácticas más comunes encontramos la re-mezcla, el centón, los cut-ups y la borradura. Todas estrategias que pueden a su vez vincularse con el arte de la apropiación, que consiste básicamente en generar obras nuevas a través del uso de objetos, imágenes o textos pre-existentes aplicando variados grados de transformación a los materiales utilizados.
El procedimiento escogido para crear Cartas al Director es la borradura, y la intervención de los autores consiste en censurar o suprimir en negro (black out poetry) parte o la mayoría del texto, dejando solo unas breves palabras, las que en complicidad con el título de la carta van develando extraños mensajes, rescatando quizá el verdadero sentido oculto de la misiva.
Un aspecto relevante de este tipo de trabajos son los conflictos éticos y los cuestionamientos que el arte de la apropiación trae consigo. Preguntas como ¿qué tipo de materiales / fuentes utilizar o apropiar? ¿Cuál es la intención de la intervención? ¿Cuál es la actitud hacia el original? ¿Lo celebra, lo denigra, lo modifica o lo oblitera por completo?
El caso puntual de Cartas es muy interesante, ya que se elige un periódico que no es cualquier diario, sino uno que tiene una carga histórica, social y política única. Dentro de los posibles discursos del poder, de los cuales podemos echar mano dentro de tal publicación, los autores eligen acaso el más vulnerable, la opinión pública, la voz de la mayoría silenciosa.
Andrés Ajens en su posgrafo al ensayo Do or DIY: Autoedición, apropiación, re-contextualización y plagio, de Dworkin, Morris y Thurston, advierte: “si el llamado a la apropiación de textos no abre desde ya una fisura o pliegue en el mismo, la susodicha apropiación corre el riesgo de reiterar (maquinalmente) lo peor: la apropiación imperial, el saqueo de Cuzco, Tenochtitlan y Bagdad, la maquinación colonial en toda variedad. Una cosa, apropiarse de haberes de instituciones nacionales, internacionales y transnacionales del arte y la cultura, otra apropiarse de los restos de quien habrá carecido de todo haber…”
En este delicado trance, es mi opinión, Bastias y Altmann salen airosos. Con una agudeza en el humor que nos recuerda a los artefactos de Nicanor Parra y una precisión quirúrgica en la selección de fuentes que nos refiere a Juan Luis Martínez, los autores, plumón en mano, van desarticulando las diversas opiniones de los lectores y valiéndose de sus mismas palabras son capaces de subvertir el significado, desnudando con certeza la denuncia oculta por un discurso cuya función aparente es meramente retórica.
Pero no todo responde o se concentra en las significancias políticas o sociales de la borradura. Existen textos cuyos resultados evocan a la poesía sonora o a experimentos radicales con el lenguaje, vistos por ejemplo en el canto VII de Altazor de Huidobro, (ver texto titulado Sirenas de ambulancias) y también otros que dialogan estrechamente con el estilo cultivado por destacados poetas visuales como Joan Brossa, Guillermo Deisler o Clemente Padin (ver textos Intolerancia y Perro peligroso).
En ese sentido, otro aspecto interesante es que desde el mundo del arte, la publicidad y el diseño, se conecta con un estilo literario que cuenta con una importante tradición en las letras locales. En este ámbito, no son pocos los antecedentes de trabajos que utilicen el periódico como matriz o soporte y la borradura como estrategia de escritura.
La historia comienza en 1952 con el Quebrantahuesos, el famoso diario mural de Parra, Lihn y Jodorowski, el cual paradójicamente irrumpe en los periódicos de la época con el siguiente titular: “Broma periodística hace reír a Santiago”. A partir de ahí el virus se expande. Los ejemplos abundan, entre ellos vale pena mencionar:
Poemas encontrados y otros pretextos, de Jorge Torres, libro collage el cual construye textos literarios a partir de fragmentos como recortes y fotocopias de la prensa escrita, definiciones del diccionario, tratados civiles, una entrevista a una enferma mental, etc.
Álbum del Ex-Chile, de José Ángel Cuevas, el cual revisa los tres años de la Unidad Popular a través del seguimiento gráfico de titulares y noticias aparecidas en la prensa de la época.
Let it be, Arturo, de Francisco Javier Zañartu, que en su apartado “Los 30 sucesos más importantes de la historia de Chile en imágenes” confronta estos hechos con publicidad extraída de revistas antiguas empleando de fondo diversas páginas de los avisos económicos.
La lista suma y sigue. Desde El poeta anónimo, de Juan Luis Martínez y su exhaustivo uso de recortes de diarios y revistas, hasta libros inclasificables como Vengo de un avión que cayó en las montañas, de Alfonso Alcalde, el cual sobre la base de documentos gráficos y orales narra la epopeya de los jóvenes rugbistas uruguayos atrapados en la cordillera de los Andes.
Por el lado de la borradura, nos encontramos con algunos poemas de Defcon 3 de Alfonso Grez y con el libro objeto Chile Project Re-classified, el que al utilizar documentos liberados de la CIA sobre la Operación Cóndor se vincula y dialoga con la obsesión sobre el archivo que plantean las instalaciones de la artista Voluspa Jarpa.
Ante esta tradición, Cartas al Director se erige como otro digno representante de este linaje de escritura por otros medios, la que en su afán por persuadir, conmover, tocar al lector, nunca ha escatimado en incorporar distintos tipos de recursos, provengan estos o no de la literatura.
De hecho, otra de las características destacables de Cartas al Director es que es una iniciativa en permanente evolución, en crecimiento constante. Un proyecto tipo bola de nieve, donde aparte de la publicación impresa existe además una cuenta de Instagram donde casi diariamente van apareciendo nuevas borraduras, las que de alguna forma invitan a los lectores, en el más puro estilo del Je me souviens de Perec, a intentar sus propias tachaduras, a escribir o re-escribir su propias/ajenas Cartas al Director.
Publicado en enero de 2019, el lanzamiento coincide curiosa y felizmente con un gran evento político que ha conmocionado a la comunidad mundial de escritores de la borradura: me refiero a la aparición, el jueves pasado, del Reporte Mueller, una investigación de la interferencia rusa en las elecciones presidenciales de Estados Unidos del 2016, el cual se encuentra severamente “redacted”, concepto que se refiere al gesto de borrar o remover información privada, sensible o confidencial de un documento al prepararlo para su publicación y que ha gatillado una serie de interesantísimos artículos sobre el boom de la poesía del erasure en la era Trump, rescatando el importante trabajo de variados autores de la disciplina donde destacan desde la monumental y pionera obra de Tom Phillips, A Humument, pasando por la necesaria intervención de Travis Macdonald al reporte de la comisión 9/11 The O Mission Repo, hasta los conmovedores trabajos de excelentes escritoras como Niina Pollari y su Form N 400 Erasures, el libro Look de la poeta norteamericana-iraní Solmaz Sharif y el celebrado Zong!de M. Nourbe Se Philip compuesto por borraduras del fallo judicial de 1783, Gregson v Gilbert, por el cual 150 esclavos africanos fueron arrojados por la borda, falleciendo ahogados, para que los dueños de la nave pudieran cobrar el dinero del seguro.
Para finalizar solo queda celebrar la publicación de Cartas al Director con la siguiente frase mencionada alguna vez por el arquitecto Jorge Lobiano: los diarios de hoy son noticias pero las noticias de ayer son literatura. El trabajo de Tamara Bastias y Ricardo Altmann no puede reflejar mejor esa expresión. Ambos, publicistas de oficio, manejan los códigos a la perfección, saben que menos es más y con su gesto nos demuestran, parafraseando a Lautremont, que la poesía puede y debe ser hecha por todos.