Podría hablar de amor a primera vista. La poesía de Michael Longley (Belfast 1939 – ) llegó como un flechazo a mis manos. Considerado hoy como uno de los poetas vivos más importantes de lengua inglesa (junto con su coterráneo Seamus Heany), sus breves poemas logran ganar por intensidad condensada, por decir mucho en pocas palabras y, en gran parte, por darle protagonismo a lo mínimo, tanto a los objetos cotidianos como a los nombres olvidados que perviven en la frágil memoria popular.
La guerra, la naturaleza y la vida barrial, se pueden contar como los tópicos más interesantes que Longley despliega en su escritura. El primero de estos ha sido cauce para la articulación de varios poemas en donde ha mezclado la historia contemporánea de Irlanda con los sucesos bélicos relatados en la Ilíada y la Odisea. Igualmente, como puede observarse en “El heladero” –uno de mis favoritos-, Longley centra su atención en el nombre de flores propias del paisaje irlandés, creando un poema vaporoso, donde luego de ciertas pistas, todo queda a la interpretación, a la “prosa del lector” como diría Ezra Pound. Por último, en “El velocípedo” y “Pertenencias” la intimidad da curso a las historias de sujetos mínimos, como a la valoración de las cosas que todos los días nos acompañan.
Como se verá, no es azarosa la elección de estos poemas, ya que muestran distintos aspectos de la poesía de Longley, así como la interesante readecuación que ha hecho de los motivos clásicos (que tanto movilizaron a los Modernistas) y de los elementos de propios de la poesía de post-guerra inglesa, centrada tanto en lo local como en la confidencia.
Cabe decir que el cierre de esta introducción es sólo el cierre de esta introducción.
Pedro Donangelo
6 septiembre, 2018 @ 23:43
Hermosos poemas. Acabo de publicar un poema de Michael Longley, traducido por Adam Gai. Enlazo v/página a mi entrada del blog, El poeta ocasional.
Saluda atte. Pedro donangelo