La literatura latinoamericana es un universo múltiple, complejo, inestable, dinámico e inacabado. Adentrarse en él es una peripecia inaudita, vertiginosa, arriesgada y fenomenal. Lo mismo pasa con las innumerables literaturas nacionales, hechas de subsistemas regionales, genéricos, temporales y culturales. Todas estas enumeraciones dan cuenta de los itinerarios que hay que recorrer para dar cuenta de una escritura, que es el principal objeto de intelección que estudiamos los que nos dedicamos a la literatura.
Desde los inicios de la república se entiende la importancia de conocimiento de nuestras literaturas. La creatividad de las naciones se manifiesta en las artes, el pensamiento, la vida cotidiana. Los profundos procesos de significación de la literatura, que es un arte, son desentrañados, leídos y comentados por arduos críticos, que son también escritores, que enfrentan los procesos del lenguaje desde su propia perspectiva.
La historia de la literatura argentina tiene siglos de desarrollo y avances. Es una de las grandes literaturas latinoamericanas y del Caribe. Unas promociones de escritores tras otras han enriquecido un corpus enorme de acumulación discursiva multidireccional. Abordarla es tarea de otros intelectuales, los críticos o los propios escritores que gustan del ejercicio del género ensayístico.
Todo esto es dicho en relación con el libro La literatura de Emil García Cabot: Metáfora de la condición humana, de Bertha Bilbao Richter, que es un estudio literario contemporáneo, acerca de una escritura argentina actual. “Historia de una pasión argentina”, como habría dicho Eduardo Mallea, son las palabras precisas para entender la literatura de García Cabot, mientras que la tarea de Bertha Bilbao es “distinguir para entender”, como dijera Leopoldo Marechal. La tarea de Bilbao no es menor, pues consiste en examinar diez diferentes obras de García Cabot, pertenecientes a diferentes géneros literarios, entre ellos, novela, cuento y poesía, con elementos testimoniales, históricos e incluso de literatura juvenil.
El volumen de Bilbao es un compendio, que luego de una introducción, incluye comentarios acerca de una decena de obras. Cada unos de estos capítulos posee una aproximación a una obra determinada de García Cabot. Se observa cómo, en una arquitecturización más o menos cronológica, se utiliza un modelo de aproximación que presenta lo central del libro, recuperándose el argumento principal, y luego, se centra en los personajes, los espacios y las acciones, concluyendo todo esto en una proyección final que remata en la bibliografía específica utilizada en cada capítulo, tanto general como referida a la obra. Ejemplarmente, cada capítulo, además, incluye citas referidas a la recepción por parte de otros escritores o críticos de la obra de García Cabot bajo comentario.
Luego de los capítulos dedicados cada uno a un libro de un género específico, sin una teorización excesiva, viene una entrevista al autor mismo, que clarifica y complementa lo dicho anteriormente, desde la perspectiva autorial. La escritora y crítica que escribe cierra, en primera instancia, el libro con sus conclusiones, para luego dejar la palabra final al propio autor estudiado, que presenta un perfil de su obra.
De la lectura de este libro de exégesis crítica se desprenden algunas observaciones que vale la pena consignar. Primero, que hay aquí un ejercicio de lectura atenta y detenida de la obra de un autor argentino actual; segundo, se observa la sucesión de temas y géneros literarios, lo que implica distintas actitudes discursivas y no solo diferentes tiempos, espacios, o aproximaciones líricas o narrativas a los textos mismos. Cabe destacar aquí que hay muchos elementos dramáticos en toda la obra de García Cabot, lo cual es destacado por la crítica y escritora.
Un nuevo y tercer aspecto que resalta en el conjunto de los escolios hermenéuticos es la presencia de la intertextualidad, referida a lo mítico, lo literario, lo histórico, lo griego clásico, la literatura en lengua inglesa. Hay una modalidad de retoma y diálogo con un corpus previo que adquiere una nueva luz, esta vez modulada por la palabra literaria latinoamericana. Y además, en cuarto lugar, empieza a surgir gradualmente el valor del sur (que Borges puso en la identidad argentina), de la Patagonia, como un espacio definidor. Esta es una manera de modelar el ser argentino y a la vez, abordar, la constante crisis nacional.
Finalmente, en quinto lugar, se encuentra la experimentación narratológica de García Cabot, con la fragmentación de las voces narrativas o con un narrador omnisciente muy penetrante. La diversidad de narradores es una situación semiótica indispensable de indagar más profundamente. Todo esto, en sexto lugar, con historias donde la relación de lo masculino con lo femenino es ciertamente muy problemática, y que está en primer plano.
En la entrevista que Bertha Bilbao le hace a Emil García Cabot, re-emergen muchos de los temas aquí revisitados. Algunos de ellos tienen que ver con el realismo de la obra del escritor argentino; otros con el tema del cronotopo sentimental, es decir, del amor, y en el marco de lo histórico, la presencia del nativo y el cautivo, en el origen de la nación argentina. Elemento central en todo esto es la emergencia de la epifanía, de la toma de conciencia, por parte de los personajes o los narradores, en una secuencia diegética decisiva para la significación textual. Buenas preguntas para muy buenas respuestas.
En fin, este libro es una operación crítica que pone en primer plano el rol del intelectual y del escritor en nuestra región postcolonizada, con un proyecto literario en curso, donde destaca la función de una naturaleza omnipresente, con una realidad física y social plurivalente, unificada por la visión de un asceta estoico, un humanista integral, que pone en el centro de la experiencia humana la develación de la interioridad, lo cual marca el tiempo de cada sujeto hasta lo más recóndito. Mucho de esto está en las conclusiones de Bertha Bilbao.
El libro se cierra con las declaraciones de García Cabot acerca de la importancia de las artes, la música y la literatura en la vida humana, calificados como descubrimientos vitales, e interculturalmente, señala también la importancia de acceder a otras literaturas, como la inglesa, esencial para el proceso constructivo de un escritor.
Quien escribe, un escritor y profesor de literatura chileno, agradece un libro como éste, donde prima la generosidad intelectual y el diálogo mesurado entre escritores contemporáneos, que se reconocen fraternalmente en la pugna ardua con la palabra, que a su vez lucha conformando lo real, inaprehensible, misterioso, inexpugnable y categórico, simultáneamente.