Historia natural (Naturalis historia) es el nombre por el cual se conoce a la enciclopedia que escribiera el procurador romano Plinio el viejo. Esta obra, dedicada al emperador Tito, dividida en 37 libros y organizada en 10 volúmenes, pretendía según su propio autor abarcar todo “el mundo natural, o la vida”.
Historia Natural (Histoire Naturelle) es además otra enciclopedia de 36 volúmenes escrita por Georges Louis Leclerc, conde de Buffon, publicada parcialmente entre 1749 y 1788, la cual, supuestamente, incluía todo el saber de la época concerniente a las ciencias naturales.
Coincidentemente, “Historia natural” también es el título del último cuerpo incluido en el nuevo libro de Juan Manuel Silva Barandica, Acerca de personas, un texto hasta el momento inédito, el que junto a los ya publicados Cetrería, Trasandino y Casimir, constituyen la re-edición de su obra poética desde el año 2010 a la fecha.
Con su ya característica meticulosidad y pulcritud, Juan Manuel cierra este compendio con una serie de poemas cuyo tema central aparentemente es la zoología. Al menos eso se podría inferir a partir de los títulos de los 21 textos que conforman esta sección, los cuales llevan todos nombres de animales de distintas especies, los que además van acompañados de sus respectivos nombres científicos.
A la manera de la fábula, es decir de forma precisa y a ratos didáctica, se sirve de los especímenes y algunas de sus características para elaborar textos certeros, cuyo afán no es el de dejar moralejas sino más bien el de dar cuenta, o tal vez escudriñar, un cierto estado de las cosas.
Esta delicada fauna, fiel al estilo ya exhibido por el autor en ocasiones anteriores, que destaca por una sonoridad desbordante y por el manejo quirúrgico del lenguaje, actúa a veces como un catálogo de dudosas certezas y otras como un cancionero de mantras, los cuales van configurando, verso a verso, un retrato torcido, el que curiosamente resulta más real que la imagen misma de lo retratado. Una suerte de realidad alternativa que no es tal, porque en su despliegue sereno y natural, nos resulta más convincente que la realidad misma.
El bestiario personal de Juan Manuel, que en primera instancia parece haber sido seleccionado caprichosamente, responde a condiciones particulares. Muchos de los animales escogidos pertenecen a un panteón de determinadas religiones o son considerados sagrados por diversas culturas: tenemos la figura del gato en la Roma Imperial; el carácter sagrado de la vaca para el hinduismo, la figura del can Anubis representando el dios de la muerte en el antiguo Egipto; el zodiaco chino que incluye animales como la rata, la serpiente, el caballo, el mono o el perro; por otra parte está el búfalo americano, considerado un símbolo religioso y animal sagrado por las tribus nativas norteamericanas; hasta llegar al animismo naturalista del sintoísmo, lo que nos da cuenta de una búsqueda y de un modo de comprensión de la realidad que se vincula constantemente con lo eterno, con lo divino, con lo trascendente.
Llama la atención acá el parentesco con la poesía japonesa, lo que se refleja no en una similitud estrictamente métrica (aunque existe una economía que determina un cierto hermetismo), pero sí en un respeto por las temáticas, por un aura, donde el aquí y el ahora más la percepción y apreciación de la naturaleza íntima de las cosas, parece ser la fuerza vital de los textos. Algo parecido sucede en relación a la poesía china, especialmente en su deambular entre paisajes físicos y espirituales, donde su enfoque hacia la vida natural se presenta no solo como refugio y consuelo, sobre todo en tiempos de agitación política y social, sino también como una manera de explorar el interior:
“Mastico una y otra vez la tierra con paciencia y temor
Dejo entrar al gran espíritu: el follaje entre los dientes
O el vaho cuando sale para darle cuerpo a otra niebla.”
Bufalo americano (Bison bison)
Quizás en esto radica el secreto de esta última entrega de Silva Barandica: si Transandino se basaba en una construcción histórica y Casimir en la química del lenguaje, Historia Natural responde entonces a ese viaje, a esa sabiduría, la de la naturaleza como única deidad, la creación como la obra suprema y a la catalogación de ese conocimiento, su sistemática descriptiva, como procedimiento poético válido:
“Disfruta tus ojos como la última mirada
El largo camino que llega a su fin, tranquila:
La tierra sigue caliente mientras tú te enfrías”
Tortuga de tierra (Chelonidis chilensis)
Pero también se mencionan otros animales con una connotación más mundana, pedestre, terrenal, los que determinan un giro notorio en la mirada, hacia intereses o cuestionamientos no tan etéreos, sino más bien de orden social e incluso político.
“Para ti no es más la música de la pala
Sobre la herida del otoño, he ahí
Tus dominios entre huesos y caca.”
Laucha (Mus musculus)
“Escucha: aun es / sobre la roca / entre la sombra encendida.
/ un llanto anterior a las lenguas / golpea la orilla, una y
otra vez, de memoria.”
Guará de las Malvinas (Dusicyon australis)
El primero de estos textos podría ser interpretado como uno de los tantos padecimientos cotidianos de los pirquineros del norte de Chile y el segundo como una denuncia del carácter avasallador del imperialismo bretón que al igual que con los soldados trasandinos en el conflicto de las Malvinas, barrió con la escasa población remante de esa especie en la isla.
La naturaleza a la cual aluden estos textos, entonces, no es solo la divinidad de la creación. También lo es la vida misma, con todo lo que conlleva, sus conflictos, el horror, la miseria, la desgracia, y la búsqueda de sentido.
Finalmente, no puedo dejar pasar el pequeño gran detalle de la ausencia de un sello editorial en esta publicación. Juan Manuel Silva, que conoce a la perfección las dos caras del mundillo (la independiente, como uno de los fundadores del sello Montacerdos, y la privada, trabajando para uno esos monstruos editoriales cuya presencia y tirajes resultan simplemente inimaginables para la poesía y los poetas), decide auto-editar su obra completa.
Quizás el gesto, más que una crítica al mundo de las editoriales independientes, crítica que por lo demás sería de una incorrección política tremenda, no es más que un llamado de atención a la forma y fondo en que se está editando poesía en este momento.
Por qué auto-editar hoy, justo en el que pareciera ser el mejor momento de las llamadas editoriales independientes, surge como una pregunta válida, honesta y necesaria. Puede que las nuevas estrategias de composición sumadas al cada vez menos dificultoso y cada vez más transversal acceso a herramientas de edición e impresión, sean responsables de que ciertas modalidades de publicación y/o “liberación de textos”, que antes eran desdeñadas, hoy destaquen como el ladrillo que finalmente consolida el carácter supuestamente libre y democrático de la literatura.
Puede que el letargo burócrata de las largas esperas, eternas correcciones y confirmaciones y respuestas que nunca llegan, no hayan logrado aún estar al nivel del pulso de los acontecimientos.
“No es necesario esperar a que otros validen tus ideas. Hazlo tú mismo” dicen Dworkin, Thurston y Morris en su ensayo sobre autoedición, re-contextualización y plagio. Y así lo hace Juan Manuel Silva con Acerca de personas, en tiempos en que la nueva escritura desea tener el mismo alcance, masividad e inmediatez que twitter, G-Chat, WhatsApp, un posteo en un blog o cualquier transmisión de datos en tiempo real.
Porque al fin y al cabo, pareciera que las cosas siempre suceden demasiado rápido para la poesía.
POEMAS DE JUAN MANUEL SILVA (de Historia Natural)
Avispa gigante
(Vespa mandarinia)
En el silo de su nombre se guarda el invierno
como un visir de las aguas terrosas
todo en ti dice ocaso o los pies que han de galopar
las invasiones
hubo un pueblo que sostuvo su reino sobre familias infinitas
otros la profundidad de la tierra o los ejércitos que hacen
la noche con sus flechas
distinta es tu ley
tomo tu cuerpo seco a través de ambas alas
y descubro
el mundo difuso y enemigo
quizás qué fuese la lluvia con la proporción
de los planetas
nativa de las regiones heridas escondes
el metal bajo tu música
como el verso, la cal o el eco de un delta.
Elefante
(Elephantidae)
Es vasta y venerable la imagen del conocimiento
como la luz que quiebra el mediodía en la sabana.
Repite tranquilo cuánto puede soportar un cuerpo
y junta semillas para cuando te sepulte la sequía.
Aceptas la migaja. Construyes tu memoria.
Yo soy quien arrasa lo que llaman tradición.
Por eso no.
Por eso yo no.
Por eso yo no acepto.
Por eso yo no olvido.
Perro
(Canis)
Haga las formas esa luz quebrada en una gama
o ser siervo de cada una de las cosas que dicen
existir.
Avanza y cambia: reza del verde al amarillo
del recuerdo a la visión y cómo no hay pausa.
No:
los límites del hogar son la madera y la ceniza.
Yo espero que vuelvas, amigo, con tu ritmo
de estaciones y frutas, con la fuerza del agua
espero casi sin tiempo, energía o esperanza
espero que vuelvas.
Búfalo americano
(Bison bison)
La obra es sencilla: corrijo la pradera y un hermano,
el picabueyes, lo imita en el escenario de mi lomo.
El hombre rojo canta el matrimonio del viento y el tabaco
como se sigue la línea de la espalda hasta los hombros
el invierno nos enseña y por él acariciamos los llanos.
Mastico una y otra vez la tierra con paciencia y temor
dejo entrar al gran espíritu: el follaje entre los dientes
o el vaho cuando sale para darle cuerpo a otra niebla.
A veces me siento y veo con alegría lo ínfimo que soy:
un puñado de verde crece para darle paz al hambriento.