En primer plano, abarcando poco más de la mitad de la imagen, se presenta el mar; en un segundo plano aparecen montañas de baja altura, separadas entre sí por los distintos tonos de color que cada una presenta, y, en el tercer y último plano, se avista el cielo anubarrado. En todo el paisaje predomina el gris azulado. La descripción corresponde a la fotografía que encontramos en la portada del breve libro Patagonia desierto de agua (Orjikh, 2015). Obra de carácter colectivo que nos presenta un texto escrito por el académico y artista visual chileno, Pablo Chiuminatto en conjunto con el Licenciado en Letras de la Pontificia Universidad Católica de Chile, Rodrigo del Río, y fotografías del ingeniero, fotógrafo y viajero, Damian Gelerstein.
La Patagonia, a pesar del tiempo, sigue presentándose ante los ojos del viajero como un lugar prístino. Aún existe quien se dispone a adoptar el recuerdo nostálgico de un territorio carente de presencia humana, pero lleno de historias. Y es que no solo se trata de una peculiar geografía o de paisajes hermosos; se trata, desde mi punto de vista, de misterios llenos de horror y belleza, de la tentativa de descubrirlos. Sobre este escenario se desenvuelve la serie de reflexiones que, a partir de la convergencia de texto e imagen, esta obra nos ofrece.
El libro, en trece breves capítulos, interpela al paraje austral, proponiendo cuestionamientos en torno a la autoría del territorio, y le hace justicia al establecer cómo, a través de sus inherentes fenómenos climáticos, el mismo territorio es capaz de transformarse en su propio autor. Sugiere también, a partir de un lenguaje que vacila ente lo poético y lo narrativo, reflexiones en relación a la fotografía, la creación del paisaje y las particularidades de la geografía. Los protagonistas resultan ser los distintos elementos naturales que componen dicho paisaje y los relatos que sobre él se despliegan, así lo advierten consignas del siguiente tipo: «El agua es materia solidaria. A los 0,01 C°, alcanza el punto triple en el que conviven los tres estados de la materia sobre un único elemento. Se endurece para asimilarse a los cerros. Se licúa para imitar la sangre, la seda y el fuego. Se evapora para copiar el algodón y el aliento» (31). Los autores son explícitos en proponer que la Patagonia es literatura y el libro mismo se encarga de constatarlo, pues en sí es un viaje, que a la vez, citando de Charles Darwin a Gabriela Mistral, nos da a conocer distintas miradas frente a un mismo escenario, y nos cuenta de otras travesías e imaginarios. En todos los capítulos, eso sí, predomina una memoria llena de nostalgia, una memoria gris, tal cual la serie de fotografías dispuestas a lo largo del libro. Estas estampas, además de cargar con una cierta melancolía, son las huellas del viaje que los tres autores emprenden al poblar de palabras la Patagonia, son el complemento visual que, junto al texto, le dan sentido a la obra.
Algo que llama la atención, es la alusión constante al territorio vacío, pues si bien, aunque algunas veces resulta ser sutil en las palabras, es claramente notorio en las imágenes. «El desierto del agua» (llamado así por los autores) no deja que se nos olvide la ausencia de los pueblos que antiguamente solían habitarlo. Es casi como si necesitáramos recordarlos para no faltarle el respeto al territorio, casi como si el libro nos condenara a reconocer la poca memoria que como habitantes de este largo y segregado país solemos tener.
Aunque la pequeña obra reflexiona acerca de la geografía destrozada de la Patagonia, no parece interesada en plantear una descripción física del territorio, más bien, nos invita a pensar en la construcción del paisaje patagónico, de aquella imagen que vemos desde la portada hasta la parte trasera del libro, nos invita a llenarlo con nuestras propias reflexiones, a intentar descubrir sus misterios y, finalmente, a convertirnos en viajeros. Pero no en cualquier tipo de viajero, sino en el que construye su imaginario del lugar – al igual que muchos de los autores citados en el libro – a partir de referentes literarios, en este caso, a partir de Patagonia desierto de agua.