Lucio Piccolo nació en Palermo en 1901. Publicó su primer libro, 9 liriche, a los cincuenta y tres anos, en una reducida edición, de la que envió una copia a Eugenio Montale, a instancias de su primo Giuseppe Tomasi di Lampedusa. Montale, entusiasta, auspició la publicación del libro en un formato más accesible. Piccolo se retiró pronto a vivir y a leer a su Villa en las afueras de Palermo donde, sin publicar más que tres libros de poesía: Canti Barocchi, Gioco a nascondere y Plumelia, murió en 1969, dedicado al estudio de las ciencias ocultas y las lenguas muertas y a la composición musical. Traté de conservar en las traducciones la combinación de amaneramiento y exactitud propia de Piccolo tanto en el léxico como la sintaxis.
Si dice che il silenzio era fuggito, s’era rifu- giato nei luoghi che la festa ha fatto deserti: i campanili senza suono né fune (si profila nel cielo il vano…) i ritrovi suburbani dove sono già scure le ringhiere alle ter- razze sui giardini del garofano e della malvetta e lì lascia che lo trapungano appena il singhiozzo raro dell’acqua, la nota minima come di flauto, il ronzio dell’insetto e l’inspie- gabile sussulto improvviso del rampicante. Poi salì su le torrette degli osservatori volò verso la cima dei monti e si librò da lì più in alto ancora a spiare che venissero fuori dal profondo le prime borchie lucenti ma già i feltri dell’ombra e del sonno smorzano i timpani, i flauti, i clarini un altro teatro s’accende senza luce, segreto. |
Se dice que el silencio había escapado, se había refu- giado en los lugares que la fiesta dejó desiertos: los campanarios sin sonido ni soga (se perfila en el cielo el vano…) los puntos suburbanos de encuentro donde ya están oscuras las barandas en las te- rrazas sobre los jardines de claveles y malvas y ahí deja que lo hilvanen apenas el raro sollozo del agua, la nota mínima como de flauta, el zumbido del insecto y el inex- plicable susurro improviso de la enredadera. Luego subió a las torretas de los observadores voló hacia la cima de los montes y de ahí se suspendió más a lo alto aún a espiar que saliesen de lo profundo las primeras hebillas luminosas pero ya los fieltros de la sombra y el sueño amortiguan los tímpanos, las flautas, los clarines otro teatro se enciende sin luz, secreto. |
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E intanto la notte è venuta in sordina ha nascosto la luce, acceso fuochi, ceri, ha messo all’orizzonte un cerchio che soffoca l’acuto al riverbero d’una voce al cigolìo periodico d’un carro che passa; e sappiamo che la luna doveva essere già alta e mena ora la sua bolla d’essenze luminose dietro una coltre spianata e forse lascia che il suo camice sfiori le pareti dei lucernali, sotto la distesa artica delle lastre di vetro. E certo l’ombre persistono nei vani e quello che nel giorno era tronco, masso, sedile, ora è ricurva figura e non sappiamo quale sia il suo gesto la sua intenzione verso di noi; la verbena nelle aiole ha perduto i colori e tenta gli strati dell’aria col suo profumo polveroso. E’ una mobile soglia che divide, unisce due zone; ma non sappiamo dove sorga la memoria e dove cominci l’invadenza discreta del flusso lunare. |
Y mientras tanto la noche llegó en sordina: escondió la luz, encendió fuegos, cirios, puso un círculo en el horizonte que ahoga lo agudo en el eco de una voz en el chirrido periódico de un carro que pasa; y sabemos que la luna debía ya estar alta y lleva ahora su pompa de esencias luminosas detrás de un manto aplanado y quizás deja que su bata roce las paredes de candiles, bajo la superficie ártica de placas de vidrio. Y en efecto, las sombras persisten en las habitaciones y lo que de día era tronco, roca, asiento ahora es una figura encorvada y no sabemos cuál sea su gesto su intención hacia nosotros; la verbena en los arriates ha perdido los colores y tienta a los estratos del aire con su perfume polvoriento. Es un umbral móvil que divide, une dos zonas; pero no sabemos dónde surge la memoria y dónde comienza la discreta invasión del flujo lunar. |