Textos sobre arte de Enrique Lihn
Ediciones UDP, Santiago, 2008.
A veinte años de la muerte de Enrique Lihn, su obra no parece disminuir tanto en lectores como en cantidad. Hace una docena de años apareció El circo en llamas, compilación de ensayos sobre literatura, el que ha devenido una pieza clave en la obra de Lihn y se ha vuelto necesario para la comprensión de la poesía chilena del siglo XX, tanto por su amplitud de autores seleccionados como por la felicidad de sus lecturas. El 2005, apareció la compilación de Entrevistas llamado a ocupar un lugar junto a las Conversaciones con Enrique Lihn de Pedro Lastra. Este año ha salido Textos sobre arte, editado por Adriana Valdés y Ana María Risco (UDP, 2008), recopilación de crónicas, críticas y textos de catálogos de pinturas, grabados y fotografías y cine, el cual deja a Lihn en la primera fila entre los poetas-críticos nacionales. Aunque aquello no sea difícil en un medio cultural como el chileno, en donde en donde el anti-intelectualismo y superficialidad parece ser una paradojal característica dentro de los propios medios “intelectuales”.
Textos sobre arte (título, da la impresión, no muy lihneano) había sido dos veces anunciado en bibliografías académicas. La primera fue la visionaria “Guía bibliográfica” de Pedro Lastra, al final de Conversaciones con Enrique Lihn (1990). La segunda, el “Inventario artículos sobre artes visuales” que cierra Crítica situada. La escritura de Enrique Lihn sobre artes visuales de Ana María Risco (2004). En ambas listas se prefiguraba lo que sería este volumen. Su resultado, después de bastante tiempo de preparación, es excelente . Voluminoso, pero manejable; curiosamente sobrio para las ediciones UDP, que parecen diseñados más para las vitrinas que para la lectura; tiene una generosa selección de imágenes –hecha por Paula Dittborn e inexplicablemente no consignada en el texto– que son agradecidas por el lector. Las notas y el índice onomástico son suficientes y no se exceden en su afán de introducir a artistas, obras y textos así como tampoco a realizar excesivas referencias a pasajes de la obra de Lihn.
Moviéndose en un eje temporal desde 1955 hasta 1988, la compilación abarca todo el tiempo en que escribió, por lo tanto –al igual que sucede con El circo en llamas– en Textos sobre arte es posible tener acceso al desarrollo intelectual, cultural y social de Enrique Lihn. En los años ’50 y hasta principios de los años ’60, su trabajo se concentra alrededor de la Escuela de Arte de la Universidad de Chile, en donde Lihn llevó a cabo sus únicos e incompletos estudios universitarios. Como una suerte de escritor oficial de la institución, Lihn reseña Salones oficiales, se preocupa por la Historia de la pintura chilena, intenta ordenar tendencias y movimientos, escribe sobre los profesores con distancia y cariño (Burchard), pasa revista a la actualidad, etc. Ya desde estos inicios es posible notar cómo, a pesar de un subjetivismo, Lihn muestra un afán de superar el impresionismo en la crítica, al mismo tiempo que se interesa por elementos técnicos, históricos e intenta dialogar con la izquierda. También es persistente la comparación de las obras nacionales con sus modelos europeos, así como la querella entre arte figurativo y abstracto.
La segunda mitad de Textos de arte son de finales de los años 70’ y los 80 cuando Lihn deviene un agente de agitación en la alicaída cultura bajo el autoritarismo ya sea desde la enseñanza, la escritura de poesía, ensayos y artículos, o desde sus happenings contraculturales. Incesante organizador de proyectos y eterno disidente político, dotado de una vena satírica y otra teórica, abierto a las nuevas generaciones y a los distintos medios, estos textos son una muestra de su despliegue cultural. Hay tres grandes campos que destacan en los variados artículos de esta época. Primero, el comentario crítico de la cultura autoritaria (“El seudoarte de la seudocultura”, por ejemplo). Segundo, en donde se tensan las relaciones entre arte, política y ética, tal como en la obra de Roser Bru y Eugenio Dittborn. Y, tercero, los textos sobre fotografía, en donde la pregunta por la mirada y la proyección subjetiva, el espectáculo y la pose, se ponen en juego (en especial en los textos sobre Paz Errázuriz).
Un motivo que cruza todo este libro es la cuestión de la representación de la realidad. Lihn persistentemente –tanto en literatura como en las demás artes– está interesado en defender un arte que se haga cargo tanto de los condicionamientos técnicos y artísticos de cada medio, así como de las posibilidades de significar la realidad social, cultural y política. Es por esa razón que impugna constantemente el realismo literario (y al arte político) como ideológico, ya que es sólo a través de la naturalización de sus convenciones textuales, y no mediante una representación más fiel de la realidad, que estos estilos se consideran más cercanos a “lo real” (432). Así, en sus críticas de las películas “Julio comienza en Julio” y “El zapato chino”, sus líneas de argumentación son similares: estas películas no son fieles a la representación de “lo chileno”, sino que lo recrean dentro del código cinematográfico con menores y mayores logros. O también en su texto sobre Eugenio Dittborn, sostiene que “la máquina fotográfica, que empieza documentando la realidad, se convierte en una máquina de estereotipar” (325) formar y desfigurando lo real.
Sorpresas en este libro hay varias, por ejemplo, sus páginas sobre cine, en especial, el satírico e implacable “Julio no comienza en Julio comienza en Julio”. También sorprenden su comprensión del arte popular o naíf, algo que es difícil asociar a Lihn. Otra sorpresa es la cantidad que escribió sobre fotografía y sus diferentes estilos. Respecto a las posibles ausencias: del viajeque Enrique Lihn realizó a Europa en 1965 para visitar museos, no hay ni un artículo. Y de su estadía en Cuba, entre 1966 y 1967, hay sólo dos textos. Es muy posible que en Cuba Lihn haya escrito más y que existan artículos en espera de un trabajo de investigación que los descubra.
Textos sobre arte es un libro que ocupará lugar junto a las Notas de arte de Juan Emar: ambos son libros de escritores que tendrán una relación persistente con las artes plásticas. Este cruce hará que sus lectores sean azarosos. Para los que siguen la obra de Lihn –esa silenciosa minoría– Textos sobre arte está llamado a ser una especie de hermano menor del El circo en llamas. Para los que les interesa el devenir de las artes plásticas chilenas –en creciente número debido a la expansión del mercado– este libro será una contribución interesante. Para los que alguna vez estudien la cultura durante la época autoritaria, será una obra que habrá que consultar. Todos ellos contribuirán, a su manera, a mantener vivo ese fantasma que sigue siendo la figura del poeta Enrique Lihn.
Mayo 2008
Comparando listas uno se pregunta porqué, por ejemplo, el texto de pinturas sobre Szyszlo (1968) que Ana María Risco incluye no está en este libro. O también “Sobre Leppe” de 1987. Una nota más sobre las dediciones editoriales no hubiera sido de más.