La artista de origen finlandés, Kaarina Kaikkonen, presenta dos muestras que se emplazan en dos puntos de Santiago: Huellas, que se instala en las gradas del Museo de la Memoria y los Derechos Humanos y, por otra parte, Diálogos que se haya en el interior del Museo Nacional de Bellas Artes. Ambas hacen uso del espacio arquitectónico que, a partir de la disposición de prendas de vestir desechadas por anónimos, redefinen estos espacios, tanto a nivel formal como a nivel simbólico. Por un lado, Huellas consiste en más de ochocientas cincuenta chaquetas masculinas usadas, en su mayoría, por hombres anónimos, que se unen para cubrir una de las gradas exteriores (las Gradas Chacabuco) que conducen a la explanada del MMDH. Por su parte, Diálogos presenta cerca de 2000 camisas y blusas que caen en cascada desde las paredes que sostienen la cúpula del MNBA hasta el piso del Hall Central. Huellas estará en exhibición hasta el 30 de junio de 2013, mientras que Diálogos estará hasta el 26 de mayo de 2013.
En su condición de desecho y desuso, todas estas prendas intentan imponerse frente a la arquitectura, a gran escala, de estos edificios. En su presencia delatan la ausencia del cuerpo físico; cobertura que define un vacío. Es así que estos sustitutos se unen para dar cuenta de una fuerza colectiva que se impone, desde su carácter efímero, ante la permanencia de estos edificios. En palabras de Julia Herzberg, curadora de la muestra: “Las prendas vacías pueden sugerir poder y autoridad o por el contrario, indefensión e impotencia; fuerza o debilidad”. Es ante esta interpretación que pareciera generarse una dualidad que se repite en ambos lugares. Por un lado, uno en cierta medida logra empatizar con estos cuerpos, percibiendo una presencia humana que quiere hacerse notar pero, a la vez, hay un dejo fantasmal, que le recuerda a uno el carácter perenne de estas prendas. Resulta ser una decisión tajante el hecho de que todas las prendas correspondan a la zona torácica del cuerpo: chaquetas, blusas y camisas. La ausencia del cuerpo que las anime, que las haga respirar, anima al espectador a preguntarse por la identidad de quienes hicieron uso de estas, y la razón por la que fueron desechadas –si se observa bien, ninguna muestra maltratos por el uso, están en buen estado. Las prendas son reemplazadas por otras nuevas, nuestras identidades se van actualizando, y es este pasado el que recoge la artista, intentando darles una última instancia de reflexión. En su carácter de instalación in situ, pensada para un lugar y tiempo determinados, hay una búsqueda de cierto instante de unión entre estas personas que, a lo mejor, no tenían ninguna relación entre sí, pero que inspira a querer redefinir espacios a partir de proyectos en común que los unen, siendo este caso la obra de la artista. Esta posibilidad de unión entre extraños se puede ver también en obras suyas anteriores, como por ejemplo Are We Still Going On? (¿Aún seguimos adelante?), cuyo título indica precisamente este interés por la actividad colectiva y la búsqueda de un posible proyecto en común.
Teniendo esto presente, es que ambas muestras hacen uso de los edificios no sólo en términos formales sino que también simbólicos. En el caso de Huellas el MMDH inmediatamente nos vuelca hacia el pasado y nos recuerda los acontecimientos que tuvieron lugar durante la dictadura militar. Es así que su presencia en las afueras del museo hace de memento y carga al edificio con un carácter metonímico que trae a la mente esos sucesos. El carácter efímero de las prendas se antepone a la monumentalidad del museo redefiniendo este espacio exterior. Huellas, tal como dice su nombre, intenta desde la precariedad, dejar un rastro que inevitablemente ha de desaparecer. Es un instante en el exterior del museo que nos recuerda qué conmemora este lugar que la rutina puede hacernos olvidar. Las prendas se encuentran marchitas bajo el sol y, precisamente es el sol el que las va destiñendo. Decoloradas por el efecto del mismo, en una escala cromática bastante neutral que va desde el tono más oscuro subiendo por las gradas hasta el tono más claro en la parte superior. Un par de chaquetas se encuentran fuera del orden establecido por la artista, mirando así en dirección opuesta. La individualidad, el anonimato de algunos, no sólo refieren a la colectividad sino que también a historias personales, íntimas, que se van entrelazando unas con otras. Sólo en este instante pasajero se encuentran unidas estas historias para dar cuenta de un pasado en común que, a pesar de la ausencia física de las personas, no quiere ser olvidado.
Por otra parte, en Diálogos, las prendas se encuentran en el interior del mismo MNBA, lo que las deja protegidas del sol. El efecto cromático de las prendas que, por su parte, mantienen la saturación del color original, refiere a un presente o, por lo menos, a un uso más reciente. Bajo la cúpula caen en forma de cascada las camisas y blusas, unidas por los brazos, logrando así replantear el espacio mismo del museo. Al ser una caída redondeada por parte de las prendas se logra, en cierta medida, replicar la forma de la cúpula en una simetría que logra deformar el espacio. Bajo la estabilidad de la cúpula se crea otra cúpula frágil y efímera que, a partir de la colectividad de las prendas unidas y su saturación cromática, se sobrepone a la arquitectura neoclásica del museo. A medida que van subiendo las prendas en dirección a la cúpula estas se van aclarando en su tonalidad hasta llegar a tonos pasteles en la altura de la misma. Este cambio tonal agudiza la percepción de redondez de la estructura que conforman las prendas, dando aún más la impresión de ser una cúpula invertida. Esta nueva arquitectura genera nuevos encuentros con el espectador, recorridos que adquieren otra significación. Las esculturas de la colección permanente se encuentran atrapadas entre las prendas, el segundo piso se puede recorrer bajo la cúpula de prendas mirando así en detalle la individualidad de cada una. La impresión del conjunto de prendas que logra redefinir el espacio del museo incita a reflexionar en torno a la fuerza que puede tener esta actividad de unión que, a pesar de ser una exposición temporal, plantea la cuestión la capacidad de lo colectivo de poder generar cambios en el entorno. Ante el pasado del museo, las prendas se hacen presentes por unos instantes para dar cuenta de esta posibilidad: las historias personales, cada individuo, se unen en anonimato y en ausencia para sugerir la idea de un proyecto en común.
Esta nota forma parte de una serie de artículos co-editados con Taller BLOC.