Hoy tenemos el honor de publicar el texto que la escritora y periodista Ivonne Coñuecar leyó en la presentación de Locas excepciones: La vía chilena a la disidencia sexual (Ediciones UAH, 2024) de Carl Fischer, un libro que “permite abrir diálogos desde las grietas que se evidencian en la historia hegemónica, donde la heteronorma continúa diciéndonos cómo, cuándo, hasta dónde”.
Este libro presenta un interesante recorrido biopolítico, pasando por distintos gobiernos del Chile reciente, analiza representaciones de lo urbano y lo rural, da cuenta de cuerpos que resisten, primero como imaginarios ficcionales, luego como cuerpos invisibilizados. Orbito Locas excepciones: La vía chilena a la disidencia sexual, de Carl Fischer, y estas señales en que las personas queer nos visibilizamos y habitamos este universo paralelo desde la diferencia, donde reescribimos la historia hegemónica: con letra disidente, tensionando discursos, interpretando y resistiendo la necropolítica de la heterosexualidad obligada.
El texto también indaga sobre la amenaza que constituiríamos para las instituciones, tales como: ejército, iglesia, y los grupos políticos de izquierda y derecha; por nuestra negación en la participación de la heterosexualidad reproductiva. Así, da cuenta de la memoria y de las huellas, de expresiones artísticas, cuerpos que no se obnubilan y sospechan de esta cueca democrática, siguiendo a Lemebel que siempre zumba en nuestras alitas rotas.
Retomo la urgencia por la inscripción y la escritura, por el registro y el archivo, y me hace recorrer la crítica hacia ciertos sectores que se han tomado el discurso como un dispositivo para insistir en la clase, que siempre ocupa un espacio de autoproclamación, representación e, incluso, apropiaciones. En sintonía con nuestra idiosincrasia neoliberal se ha creado una maquinaria de marketing en torno a nuestros cuerpos y necesidades, nos dieron un lugar en la microeconomía, un target LGBTQ, hasta que —incluso— los conceptos: disidencia sexual, diversidad sexual, comunidad, han desplazado espacios de lucha al vaciarse de contenido o convertirse en remedo, mientras el mercado resume y da por finalizada la discriminación con el empalagoso e institucional love is love.
Este libro permite abrir diálogos desde las grietas que se evidencian en la historia hegemónica, donde la heteronorma continúa diciéndonos cómo, cuándo, hasta dónde, porque nuestras reivindicaciones desestabilizan su estructura normativa. Desde algunos sectores políticos se ha creado la idea de que nuestra existencia correspondería a una especie de plan superior, a una ideología de género, a una agenda política.
Reivindico y celebro el uso del verbo cuirizar que hace Fischer. Es una apuesta provocativa que crea la ficción de una varita mágica, un secreto superpoder. Hay personas queer que no queremos representatividad y es ahí donde la palabra queer toma cuerpo y legitimidad: una preciosa trinchera, donde ponemos el cuerpo, las expresiones, la palabra. Esa es la performatividad, la elasticidad de esta palabra siempre frontera, siempre transición, que no expulsa, y que a su vez, es inabarcable. Sin moraleja, sin institucionalidad, rebelde, abarrillada. Donde podemos declarar: “Mi voluntad de vivir fue personal y no represento a nadie”.
Fischer da contextos históricos que nos permiten mirar la historia reciente de Chile a través de expresiones artísticas. La inclusión de Donoso y Littin en este análisis, constituyen un momento interesante del libro: lo monstruoso, la ruralidad, ese acontecer que me resulta cercano y lejos del centralismo en mi memoria pueblerina. Porque la ciudad tiene otra (de)construcción, una hipertrofia, una hegemonía que no vislumbra la riqueza rural.
Siempre el arte y las humanidades enriquecen y abren espacios y relatos expandidos. Destaco el aporte de Fischer al incluir parte de la vida y obra de Lorenza Böttner, visibilizando lo no hegemónico devenido expresión artística, el cosmopolitismo a partir de un Chile fragmentado, diaspórico. Paul B. Preciado declara haber conocido a Lorenza Böttner gracias a este trabajo realizado por Fischer. A su vez, Preciado ha visibilizado el trabajo de esta artista, e incluso en la portada de su libro Un departamento en Urano, se observa una de sus ilustraciones.
Este libro lo leo con ojos queer que observan esa necesidad de referencia, porque la hiperactualización constante pareciera no dar tiempo para encontrarnos en los relatos que nos debemos y su escritura, porque nuestra letra y narrativa ha estado marcada por una heterosexualidad obligada, caligráfica, obediente. Hemos crecido con sus narrativas, sus canciones, sus libros, su amor romántico, su sentido de propiedad, su moral, su violencia. Esta es una investigación que viene a enriquecer la memoria y a evidenciar y explorar las excepciones de este país, el más largo del mundo, mezquino con su diversidad cultural y patrimonial. Hay que robarse las sillas de la sillita musical para bailar y marchar en ese orgullo en tiempos en que los discursos de control y seguridad van marcando la agenda política. Un Chile que se parece más a los noventas que a cualquier lejana esperanza del estallido social en el que tanto deseo brotó. Son tantas derrotas que quisiera simplemente no olvidar. Hay un peligro latente en la aldea global donde vemos un genocidio macabro e impune, y el avance de las ultra derechas. Este trabajo es un dispositivo de memoria, donde cada artefacto cultural colabora como archivo en una resistencia continua. A diario nos enfrentamos a la heterosexualidad obligada, como en otro hábitat, como seres anfibios. Nos debemos esta avidez e interés por inscribir una historia en tiempos donde luchar contra el olvido es resistir, un necesario espacio que debemos seguir reclamando para nuestra diferencia.