“Lo que releva M. José en su libro es justamente a una artista que está en permanente conexión con la calle, pero también con el útero, poniendo a disposición el espacio íntimo en el discurso colectivo”, nos dice la actriz Blanca Lewin en la presentación que hoy publicamos del último ensayo escrito por María José Barros, La música de Ana Tijoux. Activismo, nuevas solidaridades y voces de la calle (Fondo de Cultura Económica, 2023).
La invitación a presentar este libro me llegó como por buena onda, supongo. Un libro sobre la música de Ana Tijoux: ¡qué buena onda!
Trabajé en televisión y en radio, en programas ligados a la música, desde la época en que sonó por primera vez la voz de Ana Tijoux en el disco La Medicina de la banda nacional Los Tetas, por lo que la siento casi como una hermana, yo del 74, ella del 77, una especie de hermana generacional. Una hermana que acompañó con letras y música a este corazón orgulloso de ver con los años sus triunfos internacionales.
Súper buena onda po.
El libro demora en llegar, estoy ansiosa porque tengo poco tiempo para leer, pero llega y me alivia ver su portada linda con dibujitos de personas y dientes de león por doquier. Muy buena onda.
Se lee: María José Barros Cruz / La música de Ana Tijoux y… una letra chica. Tengo que buscar mis anteojos y leo: Activismo, nuevas solidaridades y voces de la calle (Chile 1997-2020). Veo que este ensayo es mucho más de lo que imaginaba.
El texto de María José Barros me hizo tener en la cabeza cada canción a la que hacía referencia y esto me gusta en especial de los libros musicales. Los arreglos, las métricas y el cómo suena una canción a veces hace que nos quedemos con un coro, con una parte, y no siempre pongamos real atención a la lírica, posiblemente el elemento más importante del hip hop. Sin embargo, este libro justamente permite que nos detengamos a leer y escuchar para luego reflexionar. Igualmente, todos esos versos son gestos que quedan grabados en la cabeza y que logran arraigarse al punto de que el oyente podría adjudicarse la autoría de algunas de esas frases. Si hasta aparecen en rayados en las calles y una ya no sabe qué fue primero, si el huevo o la gallina, si Ana o la calle. Porque lo que releva M. José en su libro es justamente a una artista que está en permanente conexión con la ciudad, pero también con el útero, poniendo a disposición el espacio íntimo en el discurso colectivo, como una manera de reivindicar las miserias y alegrías que las seres humanas vivimos día a día.
Lo más valioso para mi del libro La Música de Ana Tijoux, es que hace un recorrido cronológico logrando así también dibujar una breve historia de Chile de los últimos treinta años utilizando únicamente como material las canciones de la cantautora. Eso es especialmente interesante, puesto que en el futuro, cuando las próximas generaciones estén quizás en qué (capaz que aún peleando por tener una nueva constitución que nos represente más o menos a todas las personas que habitamos este país), podrán encontrar aquí una imagen menos abstracta y no por ello menos poética de una memoria artística y política, sobre aquello que nos tocó y que nos está tocando vivir.
Y, se sabe, se sabe –o al menos esto es algo que he logrado comprobar con los años desde mi trabajo como actriz– que cuando una idea es comunicada de una manera artística, la fijación sobre ese espectador o auditor en este caso, o la recordación que este pueda tener de esa idea, se multiplica por mil.
La prensa, por supuesto hace lo suyo. Nos muestra noticias espantosas a diario, pero al día siguiente hay otras, y otras y otras y así sucesivamente hasta que ya olvidamos el impacto del primer día, y normalizamos vivir en un ambiente hostil, en una sociedad injusta, en un núcleo familiar machista o patriarcal, etc.
Un ensayo como este nos entrega mucha información y nos invita a comulgar con las reflexiones que la autora propone en las ciento veinte páginas que lo componen. O, al menos, a pensarlas. Pero al ser este, además, un ensayo que remite a una expresión artística, a través de letra y música, al escucharla, aunque sea mentalmente, activa partes del cerebro que ningún otro tipo de información o comunicación puede lograr. Y así se explica que el arte pueda ser un vehículo muy poderoso de activismo. Porque si escuchamos esas letras hoy, inmediatamente obtenemos un montón de imágenes de todas esas voces por las que Ana Tijoux ha sacado la voz en muchas ocasiones, por no tener aquellas voces, las voces de la otredad, espacios de expresión que no estén sometidos a la censura o derechamente a una fría ignorancia.
Este libro es un viaje por el tiempo y por las diferentes temáticas que nos han unido y también conflictuado en las últimas décadas. Muy oportuno resulta particularmente en este año en que se cumplen cincuenta años del Golpe Militar. Un año en que estaremos llenos de acciones pequeñas dirigidas a mantener viva una memoria colectiva que nos permita no repetir aquello que hicimos mal. Y digo “acciones pequeñas”, porque parece que ni los presupuestos, ni los tiempos que corren, ni las voluntades políticas están para hacer una conmemoración a lo grande, como merecería la revisión de nada menos que medio siglo. Espero estar equivocada.
Pero volviendo a lo que significa leer este libro: una acción “pequeña” para nosotros, (enorme por supuesto para María José que dedicó años a esta investigación), nos permite hacer algo de revisionismo. Y esto es muy necesario en momentos en que el mundo está tan polarizado, y en que los discursos radicales y de odio han ganado un terreno que hace tres décadas JAMÁS hubiéramos sospechado.
Así que gracias, María José, por la buena onda de hacerme recordar, cantar y bailar, al ritmo del activismo de Ana Tijoux.
Este texto fue leído durante lanzamiento del libro, que se realizó en el Paseo Bulnes, frente a la librería Gonzalo Rojas de Fondo de Cultura Económica, el 24 de abril, en el marco del Malón Editorial. En él participaron, además de la autora del libro, Blanca Lewin (actriz), Rubí Carreño (académica UC) y Javiera Tapia (periodista musical). Fue un conversatorio en torno al libro y el legado musical de Tijoux.