Los rumores de Babel (2016) de Yvon Le Men (Francia, 1953) —traducido por Pablo Fante y publicado por Libros del Pez espiral (2021)— son poemas que se despliegan alrededor del retorno a la antigua ciudad universitaria del autor:
Heme hoy en Maurepas, más de cuarenta y cinco años después de mi llegada a Rennes […]. Heme aquí en una vivienda social a merced de mis vecinos —que están también a mi merced—. Debido al ruido (16).
El retorno a la ciudad y su exploración superpone dos dimensiones espacio-temporales: presente y pasado. Además, corren de forma paralela el caos y el cosmos en una voz que comunica las memorias y los ruidos de la ciudad. Así, en el poemario reverberan dos historias que traman una doble articulación de planos.
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El reencuentro con la ciudad enfrenta al poeta con el paso del tiempo. Sin embargo, el afecto de melancolía que produce se interrumpe, pues su voz se enfoca en el desciframiento del ruido. La estrategia discursiva se despliega en un enmascaramiento temporal que se va debilitando durante el desarrollo del poemario. Mientras la asimilación del espacio progresa en una especie de reapropiación o estabilización, su voz es arrastrada por fantasmas de otras épocas. O tal vez, precisamente, por su capacidad evocativa, la ciudad puede volver a comprenderse como un todo orgánico.
Lo anterior otorga la apariencia de que la actividad poética surge a partir de una incomodidad y extrañamiento producidos por el rumor constante de la ciudad:
En Maurepas, quiérase o no, estamos juntos a través del ruido que desborda por todas partes. Demasiado juntos, a través del piso, el techo, las ventanas. Estamos juntos contra nuestra voluntad (17).
Discursivamente, el ruido es el elemento que reúne al poeta con la ciudad por medio de su necesidad de depurarlo. Sin embargo, la falta de entendimiento también da cuenta de una situación colectiva en la que el individuo no puede proyectarse en un nosotros. En este sentido, se revela una condición de juntos o próximos que no logra encontrar un elemento que los reúna.
Los rumores de Babel, en definitiva, dan cuenta de la confusión que debe ser resuelta convirtiendo a los poemas en un intento de traducción y ordenamiento del mundo. Por este motivo, quizás, su voz a ratos discurre como una corriente de la conciencia que establece cruces entre narrativa y poesía.
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Obreros de Citroën, antiguos campesinos, la arquitectura de los años sesenta, conventos carmelitas, suburbios, obras del Metro. Similar a las infinitas ciudades globalizadas por las lógicas del capitalismo tardío, la ciudad que explora Le Men se encuentra en una constante transformación y apareándose consigo misma:
Pero cada cinco años / la mitad de las personas / se van // no alcanza el tiempo / entonces / para construir una casa común / para recordar / también / que Maurepas / fue un pueblo / donde la vida / a pesar de todo / se comparte […]. / Las vidas se renuevan / demasiado rápido / para tener tiempo / de compartir // entre padres / que llegaron / de ambos lados del océano. (82)
Visto desde este ángulo, la voz poética logra identificar remanentes de un malestar social, lo que en el contexto de obligaciones y necesidades infinitas de la vida cívica ya es un buen aporte.
Desde este punto, el poemario traza una restauración temporal de la historia como si fuera un método de asir la experiencia colectiva destinada a cambiar sus rasgos perpetuamente. En el sinsentido superficial de la actividad cívica, el lenguaje en Los rumores de Babel gira en torno a su extrañamiento de la ciudad y orienta su propia trayectoria hacia las huellas marcadas en el palimpsesto que es la ciudad.

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En la Antigüedad, las grandes epopeyas de la humanidad tuvieron como finalidad cantar aventuras de dioses y héroes míticos. Normalmente, sus rapsodas elegían formas y patrones métricos que ayudaban a memorizarlas estableciendo formas explicativas sobre grandes preguntas existenciales.
En comparación a esos textos, el poemario de Yvon Le Men revela un mundo desacralizado donde la permanente actividad de la ciudad oculta un sentido mayor de la existencia. Así, el poeta francés reitera el discurso de la modernidad sobre la vida cotidiana como una epopeya sin héroes ni dioses en la que, paradójicamente, a pesar de estar tan cerca, somos incapaces de establecer un lugar común.
A partir de su auto-retrato de Spaniel papillón entre mujeres paseando perros o carteles de «se busca», Los rumores de Babel revelan la imposibilidad de capturar las voces que anteriormente rodearon el ordenamiento del mundo. Así, las premisas fundamentales del existencialismo francés, la del ente arrojado al mundo o la de Sísifo arrastrando su roca, se encarnan en la visión de un hombre extrañado, un extranjero en una ciudad que se parece a todas las ciudades y en la que, sin embargo, no encuentra su lugar.
Finalmente, en el deambular caótico de la voz poética y precisamente, por desarrollar esta actividad, los lectores pueden reflejarse y desplegarse como una voz colectiva que nos recuerda que en nuestro individualismo colectivo estamos juntos, pero no unidos.

Los rumores de Babel (extractos)
Malditos niños
que chillan
y qué se puede hacer
¡simplemente están vivos!
pero
esta noche
no son niños
chiquilines
es
no sé qué
se infiltra
dentro de los tapones para los oídos
se parece
no puede ser
se parece
a gritos
de auxilio
una voz de mujer
bajo una voz de hombre
no son voces
es algo que viene antes
de las voces
o después
son ruidos
de guerra
entre un hombre
y una mujer
y niños
al medio
que no chillan
pero
lloran chillando
¿de nuevo
la vecina
de arriba?
volvió su hombre
¿la golpea su hombre?
salgo
dudo entre pantuflas
y zapatos
por si debiera
defenderme
y defender
auxilio
auxilio
auxilio
el número de urgencia
el número de urgencia
el número de urgencia
pero ¿de dónde vienen los gritos?
no de arriba
lo verifiqué
con la oreja pegada a las puertas
no de abajo
lo verifiqué
no puede ser
considerando la hermosa persona
de arriba
el número de urgencia
el número de urgencia
el número de urgencia
y todo se arreglará
nunca he llamado a la policía
en mi vida
pero ¿de dónde?
pero ¿quién?
no lo sé
de dónde vienen los golpes
que meten ruido
auxilio
auxilio
auxilio
no es nada
dirán
los policías a la mañana siguiente
los llamaron
vecinos
de vecinos
es una pareja
que se pelea
parece
parece
repite el agente de policía
metiendo
en su auto
esposado
pecho desnudo
al joven bruto
con buzo blanco
el culpable
presumido
que necesita ocho policías
para que lo detengan
en flagrante delito de golpes corporales
y heridas a los oídos
al menos
tres autos
dos motos
y luces intermitentes
entre la noche y el día
no se distingue si es perro o lobo
entre el número 20
donde ella grita
y el número 22
donde vivo
no era de arriba
de arriba
como ayer
de donde venían los ruidos
sino que de al lado
porque
como dicen los policías
los ruidos pasan
por la caja de la escalera
todo volvió al orden
ahora
¿hasta cuándo
Maurepas no dormirá?
¿saben lo que hay que hacer
cuando hay ruido?
intervenir de inmediato
en el campo de batalla
es lo que yo hago
señala esa dama
levantando la mano
no tengo miedo
y funciona
no tengo un auto
que me puedan destrozar
atacan mi bodega
qué me va a importar
y si no pasaran los ruidos
los gritos
tampoco
pasarían
y no habría sabido
que a mi vecina la maltratan
es un punto de vista
un punto de escucha
suben
suben
suben
suben
suben
suben
suben
suben
suben
suben
las escaleras
Libros del Pez Espiral, 2021. Traducción de Pablo Fante.
Primera publicación: Les rumeurs de Babel, Éditions Dialogues, Francia, 2016.