Susan Buck-Morss. Walter Benjamin, escritor revolucionario.
Buenos Aires: Interzona, 2005.
Walter Benjamin es sin duda uno de los pensadores y escritores más interesantes de principios del siglo XX. Su obra, cuyo carácter a menudo inclasificable en términos de estilo, género e ideología desconcertó y a ratos molestó a muchos de sus lectores tempranos, ha sido redescubierta y asediada ávidamente en el contexto posterior a la segunda guerra, especialmente en lo que se ha dado por llamar la “postmodernidad”. Las formas de sus libros abarcan desde el tratado sistemático (su libro sobre el drama barroco alemán, escrito con el objetivo no alcanzado de obtener un puesto universitario) hasta la colección de aforismos (Calle de dirección única), desde el ensayo extenso a las reseñas, entrevistas, cuentos, el registro autobiográfico (Infancia berlinesa, Diario de Moscú) y, en su obra final, que su suicidio dejó inconclusa, la recopilación de citas y observaciones fragmentarias ensambladas a manera de collage (El libro de los pasajes, recientemente publicado en español). Sus temas van desde la religión a la política, el arte, las drogas, la ciudad y los libros de niños, generalmente superpuestos de manera de mostrar relaciones novedosas y provocativas entre ámbitos que no se habían conectado nunca antes, o que parecían inconexos hasta que él revela la necesidad de comprenderlos en conjunto.
Este libro de Susan Buck-Morss recoge ensayos sobre o a partir de Benjamin publicados entre 1981 y 1995 en diversas revistas, y que van desde una presentación de su obra para un público no iniciado hasta textos que, sin referirse a Benjamin de modo explícito, prolongan su pensamiento y dialogan con él abordando problemas estéticos, políticos y culturales más recientes que los que él trató. Como el título de la antología indica, los textos se interesan especialmente por el aspecto político del pensamiento benjaminiano, cuyos gestos revolucionarios proponen imitar en vez de congelar como un pasado fijo o “adaptar” sin modificaciones al presente (se podría decir que, curiosamente, los textos “sobre” Benjamin cumplen menos esta ambición que los escritos que aplican su mirada a otros temas).
Algunos de los aspectos más interesantes de la obra de Benjamin que la autora explora son su cuidadosa consideración de los aspectos materiales de la transmisión cultural e intelectual y su capacidad de coordinar esos aspectos en “imágenes dialécticas” que sacan a la luz su potencial crítico, su promesa de un presente pleno (encarnada para Benjamin, entre otras zonas, en el mundo de la infancia –como la retratan Proust y Kafka o los cuentos de niños– y el de los sueños). Los libros de Susan Buck-Morss toman como punto de partida esa orientación del pensamiento de Benjamin hacia lo material para explorar lo conceptual en su relación con imágenes concretas, fotográficas o pictóricas, documentales o artísticas, que sirven de trampolín para sus reflexiones históricas, políticas y epistemológicas. Otro aspecto muy interesante del libro es su exploración (inspirada por las reflexiones de Benjamin en torno a técnica, arte y política) de las relaciones entre el desarrollo de la anestesia como parte del trabajo médico, el arte de esa época y el embotambiento de la percepción con el objeto de poder soportar estímulos demasiado fuertes en la ciudad moderna, en el ensayo “Estética y anestésica”, cuyo título juega con la relación etimológica entre la estética (entendida como estudio del arte) y la anestesia (la técnica para que un cuerpo se vuelva inerme al dolor que permite operar sobre él como un objeto inerte): Buck-Morss pone en relación en este ensayo zonas tan dispares de la sensibilidad de fines del siglo diecinueve como los escenarios fascinantemente irreales de las óperas wagnerianas (comparables a las fantasías de los sueños, de la moda y de las vitrinas en las grandes ciudades) y las operaciones médicas como espectáculo de pericia técnica, sin que ni el paciente ni el cirujano tengan que soportar los efectos del dolor físico sufrido en carne propia o infligido, respectivamente. También es fascinante el recorrido, en el ensayo “Imaginando el capital” por la génesis y eclipse de las representaciones visuales del sistema capitalista bajo la forma de gráficos, cuadros, diagramas y afiches propagandísticos, y que se cierra con la siguiente interrogante, un buen ejemplo de los problemas a los que se enfrenta este libro: “¿Por qué en la actualidad la teoría generalmente esquiva el desafío de visualizar el todo social? ¿Se trata acaso del tabú contra los discursos “totalizantes”? Si es así, podría apuntarse que el sistema no va a desaparecer simplemente porque nosotros los teorizadores nos neguemos a hablar de él. ¿O acaso se debe a que las contradicciones sociales que condujeron a Smith y Hegel a batirse en apresurada retirada hacia la teología (la mano invisible de Dios o la astucia de la razón del Geist) están destinadas a salir nuevamente a la superficie, esta vez de un modo que amenaza la misma institución de la nación, la riqueza de la cual se suponía que el descubrimiento/invención de la economía iba a asegurar?” (299)
Es apropiado que un libro como este se cierre con una pregunta, con una propuesta de trabajo sobre el presente en su complejidad, con una invitación al intelecto a enfrentarse a esa complejidad no sólo con la ambición de “describirla” sino con el impulso de modificarla, dándole espacio a algunas de las posibilidades que laten debajo de su piel para emerger y metamorfosearse. Buck-Morss deja claro en este libro por qué se puede decir de Benjamin que es un pensador revolucionario, y por momentos nos hace sentir en su propio trabajo la capacidad revolucionaria del pensamiento en contacto con la materia compleja, sutil, fascinante, y sensual de la historia. Lamentablemente, la traducción y edición no es todo lo cuidadosa que sería deseable: más que limitarse a registrar la queja, esto puede ser una ocasión para reflexionar sobre la precariedad material y, por ende, mental, de los sistemas de transmisión y generación cultural en Chile y América Latina, precariedad que esta misma reseña ilustra.