A partir de su desaparición en 2003, los homenajes, estudios y páginas dedicadas a Roberto Bolaño se han sucedido profusamente, entregándonos aproximaciones de diversa calidad al autor que, según Enrique Vila – Matas, “ha de mostrar el sendero por donde transcurrirá la literatura escrita en español en los próximos años”. Al leer el contundente ensayo El ‘paraíso infernal’ en la narrativa de Roberto Bolaño de Alexis Candia (Santiago, Editorial Cuarto Propio, 2011), nos encontramos con lo que podríamos denominar un intento de lectura total. No sólo por abarcar íntegramente la narrativa del autor en cuestión, sino por un acercamiento que pretende dar cuenta del universo bolañiano entendido como totalidad, a través del concepto de “paraíso infernal”. Una obra con pretensiones de totalidad exige, a su vez, una lectura que responda a dicha poética totalizante.
Desde un comienzo, Candia se encarga de aclarar que, si bien considera la totalidad de la narrativa de Bolaño, no dejará de hacer referencias al resto de su producción (poemas, crónicas, discursos), evidenciando el carácter relacional de esta producción, la cual funciona como un gran “sistema de espejos” en el que los distintos textos se reflejan y leen entre sí, iluminándose y, también, a ratos, ensombreciéndose.
Candia apunta a lo más esencial de la poética bolañiana, suscribiendo la consigna de “escribir al borde del abismo y mirar en la oscuridad”, exploración que además aporta claridad respecto a elementos recurrentes en Bolaño como son la paradoja y la relativización de dogmatismos. La operación escritural es la de obligar a sus lectores a mirar hacia el abismo de lo social, lo que Candia ha conceptualizado bajo la fórmula de una ‘estética de la aniquilación’: ya no se trata de demoler física y mentalmente sólo a los personajes narrativos, sino también a sus lectores.
Un tópico recurrente en gran parte de la escritura bolañiana es el de la posibilidad del infierno como recurrencia, aquellos “demonios que han de llevarme al infierno, pero escribiendo”. Posiblemente uno de los mayores méritos del presente ensayo sea el de, a partir del mencionado “paraíso infernal”, oxímoron planteado por Enrique Lihn, intentar abarcar la totalidad del universo narrativo de Bolaño. Con este tema como eje central, Candia explorará también otros tópicos en una escritura autodefinida en permanente “a medio camino”.
A modo de introducción, el autor realiza una sucinta y lúcida biografía literaria del escritor, la cual nos perfila la figura de Bolaño, a través de pequeñas claves para leer su poética y estética (fracasos literarios, desarraigo, visión de lo infernal, “huellas y evidencias”). Además, se puntualiza la relación de filiación y rechazo del escritor con los movimientos literarios precedentes al Infrarrealismo, principalmente las vanguardias, aportando rasgos fundamentales para comprender su narrativa. Junto a ello se destaca la importancia de la poesía en su escritura y su particular evolución ‘a saltos y parentescos’, estableciendo a la poética Infrarrealista como pieza clave en la génesis de la narrativa bolañiana.
El “paraíso infernal” se entenderá entonces como ‘la presencia de pequeños oasis de luminosidad en una obra marcada por la exploración de los aspectos más sórdidos del ser humano’ (19), a través de las temáticas particulares de la obra de Bolaño y que, bajo la mirada de Candia, aparecen formando la totalidad paradisíaca: el mal, el erotismo, lo dionisíaco, la épica y el juego. Todas y cada una de ellas vertebran la lectura, junto con entregarnos una inédita visón global del universo bolañiano.
Si pudiéramos definir la literatura de Bolaño en una quimérica fórmula, Candia propone la de “estética del mal + carta de amor a su generación”, donde lo más sórdido y lo mágico se mezclan y conviven en una situación tan limítrofe como ambigua. En la literatura de Bolaño, en sus momentos límite, la magia adquiere un carácter escatológico que concurre para salvarnos en un paraíso hecho “a la medida”, escapándose del salvaje capitalismo consumista y sin relacionarse con lo real – maravilloso, como lo hizo el Boom en los ’60, lo cual de paso desmarca a Bolaño de dicho movimiento.
El tema del mal aparecerá como transversal a la narrativa bolañiana en su relación con lo mágico. Por otra parte, el sinsentido del mal se comprende desde la mentada “Estética de la Aniquilación”. A Bolaño, recalca Candia, le interesa el mal en sus más variadas y poliédricas facetas en conexión con lo que él considera una “literatura de calidad”, aquella que “mete su cabeza en lo oscuro”, encontrándose de lleno y cara a cara con la maldad, en lo que se denomina “el viaje oscuro por sus novelas”.
Enfrentados a la banalidad del mal recorremos el terreno de la despiadada dureza, inmersos en el “planeta Bolaño”. En la sección dedicada al mal se presentan, entre otros, distintos puntos de vista narrativos para la tortura, la sombra junguiana para el personaje del Cura Ibacache en “Nocturno de Chile”, los variados mecanismos de condensación de la barbarie colectiva extrema y cómo los cuerpos femeninos resultan el lugar donde se escribe el terror. Se plantea además a la tormenta como tópico transversal a la narrativa de Bolaño, junto con analizar el papel de la mencionada aniquilación como el “precio” que hemos tenido que pagar como civilización por el progreso. Se trata de penetrar en la oscuridad más profunda para hallar allí la luz y así encontrar, unidos, “jardín y averno” (109).
Otro sello de la narrativa de Bolaño es la del erotismo y sus ‘mil formas’. Específicamente se plantea una ‘erótica de la transgresión’, donde lo erótico es visto como una vía de escape respecto de los distintos límites impuestos por la sociedad occidental, como un modo de expandir las libertades hacia todas las formas posibles. De esta manera lo erótico constituirá el espacio de oposición entre “magia” y “mal”, promoviendo la liberalización y expansión de los sentidos.
Tangencialmente, el citado erotismo toca la temática amorosa, inquietud que destaca negativamente como ausencia. Candia ve al amor bolañiano ligado a la sexualidad, recalcando la obscenidad del mismo y lo burdo sentimental. Los distintos modos de amar estarán marcados por el sello del fulgor, erigiéndose el erotismo como una suerte de inestable bastión que impide el derrumbe total. Habría así una manera de “resistir eróticamente”, desde el corazón de lo infernal.
Una tríada de temas que habitualmente no han sido considerados en la obra de Bolaño son los de lo dionisíaco, la épica y el juego. El primero de ellos, “delicioso estremecimiento”, se une al erotismo, la épica y el juego para así construir la magia o lo que se opone al mal. La presencia de lo dionisíaco se explica en términos paradojales, en tanto frenesí dentro de una estructura formal rígida, proponiendo el desgarramiento del ‘principio de individuación’ a nivel de fenómeno artístico. Extendiendo la paradoja, en lo dionisíaco ocurre una transfiguración y redención “a la Bolaño”: precisamente, y gracias a la presencia de los excesos y el desenfreno, su obra no termina por naufragar en medio de la devastación.
La épica, en tanto, aparece recreada a partir de la degradación, la tristeza y la sordidez. Tal “épica sórdida” constituirá un núcleo de la magia, opositora radical del mal y constituyente del paraíso infernal. Hay espacio aquí para la particular “heroicidad bolañiana”, en tanto desprecio a la vida por una causa mayor y una apuesta por el fracaso como poética literaria. En la mentada épica, el sentido del honor contrapesa al mal en medio de la degradación y el fracaso, sin perder no obstante lo humorístico, apareciendo como una heroicidad sórdida antes que degradada, bajo la figura de los “héroes rotos”.
Finalmente aparece lo lúdico, tema inéditamente abordado en relación a la narrativa y a la obra de Bolaño en general. En su lectura, Candia lo plantea como parte integrante de la mencionada magia, oponente del mal radical y que impide el naufragio y devastación totales. Lo relevante es que, desde el ludus, se terminan por explicar el papel del sexo y el azar en la prosa bolañiana, junto con la relación entre juego y poesía y la apuesta de lo lúdico como la definitiva y radical. De esta forma, la épica sórdida, lo erótico, lo dionisíaco y el juego van a constituir la magia, contrapunto por excelencia del mal.
Para Candia, la narrativa de Bolaño se vuelve relevante en tanto se hace cargo de las temáticas más relevantes en la historia de la cultura occidental, como son el mal, el erotismo, la épica y el juego, en una obra que apuesta por el riesgo formal, la innovación estructural y la ambición totalizante, constituyendo un complejo juego de luces y sombras. Como señalábamos, el autor de este ensayo aspira a la totalidad homologándose al gesto bolañiano al escribir sus novelas. Mérito de este abordaje es dar con la forma del mal en esta narrativa, “estética de la aniquilación”, en clara referencia a la “orgía aniquiladora” que ha sido, a fin de cuentas, la historia humana.
La narrativa de Bolaño se constituye, en último término, en instancia de reflexión respecto a nuestra realidad latinoamericana y chilena y, la lectura de Candia es un intento por relevar tal hecho. Es así como el autor de “El paraíso infernal…”, se da maña para, a partir de los tópicos bolañianos, incurrir en interpretaciones y lecturas de procesos históricos y sociales que afectan a la historia chilena y continental, asumiendo en su escritura las palabras del escritor Rodrigo Fresán: “Bolaño se para en un extremo de una de esas calles de tierra por las que ruedan esos pajonales y desenfunda y aprieta el gatillo. Y da en el blanco, claro.”