El pasado martes 23 de junio, Augusto de Campos, último poeta concreto brasileño vivo y activo en su producción a la actualidad, fue elegido como el nuevo Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda. Se ha dicho que es la primera vez que el premio recae en un brasileño, que el poeta es uno de los grandes exponentes de la poesía concreta de los años 50 en Brasil, destacada principalmente por la exploración visual y la disposición espacial del poema en la página en blanco y que este premio es a la larga trayectoria del poeta.
En este breve texto quisiera mencionar algunos aspectos de esta trayectoria y dar cuenta de qué modo la producción del Augusto de Campos, desde comienzos de los años 50 al presente, ha logrado generar un campo de circulación alternativo, con la composición de una poesía verbivocovisual, el interés en la traducción y en la Música Popular Brasileña (MPB) y con la exploración de otros soportes poéticos que logra insertarse en los nuevos medios.
En 1958 el Grupo Noigandres, conformado por Décio Pignatari y los hermanos Augusto y Haroldo de Campos, hizo circular mediante su revista homónima el “Plan-piloto para la poesía concreta”, texto escrito en clave de manifiesto que expone los principales ejes que articulan la poesía concreta en Brasil. Dentro de esos elementos destacan la puesta en crisis del verso en la página en blanco como unidad compositiva y la conformación de un canon que dialoga con la práctica poética de Ezra Pound, Stéphane Mallarmé, e. e. cummings y James Joyce. De este último, los poetas concretos toman la idea de lo verbi-voco-visual, triple dimensión que considera la exploración de las dimensiones visual y sonora con una fuerte carga semántica en el poema. De este modo, la poesía concreta brasileña no debiera ser leída como poesía visual, sino que se trata de una producción donde lo visual no puede ser abordado sin el componente sonoro.
En el caso de Augusto de Campos, el poeta destaca por su tendencia a la exploración y explotación de la dimensión sonora de sus poemas, lo que, a mi parecer, se hace visible en distintos niveles. En primera instancia, me parece muy interesante que podamos acceder a distintas versiones grabadas de un mismo poema, algunas han sido ejecutadas en conciertos, como Poesia é Risco (1996) y otras registradas en discos adjuntos en colecciones como VIVAVAIA (1979). Lo anterior puede leerse como una preocupación por releer y reeditar sus poemas. De este modo, el foco sobre la reedición ha implicado también la búsqueda de nuevos soportes digitales que permitan revisar los poemas desde nuevos medios y espacios, tal es el caso de “Caracol”, de 1960:
En 1995 el poema es trasladado al soporte audiovisual compuesto por la voz de fondo del poeta leyendo la retícula de principio a fin, acompañado de la animación de una concha de caracol que gira en un movimiento hipnótico ad infinitum. De este modo, la reedición de “Caracol” explora los límites de la composición y la utilización de nuevos espacios de creación mediante la puesta en marcha del poema:
Esa preocupación por la dimensión sonora del poema tiene continuidad con la cercanía del poeta paulista con los músicos que participaron del tropicalismo, como en el caso de las colaboraciones de Caetano Veloso en los registros sonoros de los poemas, al mismo tiempo que Augusto de Campos escribe sus ensayos sobre MPB, compilados en Balance(o) de la bossa nova y otras bossas (1968).
Sin duda, la figura de Augusto de Campos es tan diversa como compleja, pues ha logrado articular una poética que no sólo pone en jaque la concepción de la poesía hoy, sino que también se ha preguntado por el ejercicio de la traducción y por el diálogo de la poesía con los medios digitales.
En el plano de la poesía, su vasta producción ha establecido un diálogo estratégico e interesante con el uso de la tecnología, logrando ajustarse a nuevos medios de producción muy distantes de los del Brasil de los 50 y trascenderlos. Muchas de sus composiciones se pueden revisar en la página del poeta, donde es posible recorrer sus primeros poemas, los hologramas de los años 80, hasta las animaciones llamadas clip-poemas. De acuerdo a lo anterior, su poesía está lejos de ser una producción simplemente visual, o verbivocovisual, si se prefiere. La lectura supone la exploración material del poema, que incluye tanto sus connotaciones visuales como orales/sonoras que evocan y provocan la sensibilidad del lector/receptor activo.
Me parece que la utilización de distintos recursos estéticos que funcionan en pro de una revolución de la forma, hace posible el ensamblaje de una poesía compleja y difícil de abordar y clasificar. Por tales razones, quiero leer este premio como una valoración a la trayectoria, pero también un premio por el presente, por la capacidad de revisión, reedición y renovación de su poesía.