“¿Qué quieres ser cuando seas grande? –Novia de un narco.” Esta línea es uno de los momentos más reveladores del documental Narco Cultura (Schwarz 2013),[1] donde queda en evidencia cómo el narcotráfico en la frontera México-Estados Unidos ha reconfigurado no sólo los formas de vida (externas), sino las más privadas características de la cotidianidad.
Pero ¿qué tan real es el discurso de la modificación de la vida de México a causa del narcotráfico?, ¿qué tanto los artefactos culturales reproducen un discurso oficial al que conviene tener un solo enemigo público simplificado en “narco”?
A medio camino entre la academia y el periodismo, Malpaso edita este 2018 Los cárteles no existen. Narcotráfico y cultura en México, de Oswaldo Zavala (Ciudad Juárez, 1975), compilación de ensayos en torno al narcotráfico que pretende desmenuzar el concepto y el vocabulario en torno a la violencia suscitada, según fuentes oficiales, por la irrupción de ese todopoderoso que mata: el narco.
Con un lenguaje asequible para un público no familiarizado con el vocabulario académico, pero también capaz de entrar en la discusión universitaria, los ensayos de Zavala son pertinentes para la reflexión sobre el papel del Estado frente al crimen organizado y la violencia. Su propuesta es pensar de nuevo categorías ya instaladas en el imaginario colectivo –lo mismo en la academia que en el periodismo– que no siempre convienen, como lo muestra el libro. Antes bien, son funcionales para el propio Estado pues lo absuelve de la responsabilidad de resguardar la seguridad de los habitantes y del territorio.
Zavala desmitifica la idea de un Estado debilitado versus una organización criminal capaz de operar al margen de dicho Estado y de acuerdos geopolíticos. De hecho, opina que la llamada “guerra contra el narco” esconde la estrategia gubernamental para, ilegalmente, hacer uso de territorios ricos en recursos naturales, codiciados por transnacionales. Tal guerra sería entonces una estrategia para recuperar el control absoluto de espacios ocupados por grupos delictivos, sobre todo, durante la administración de Vicente Fox, ante la ausencia de estrategias para contrarrestar sus actividades. No obstante, el autor propone que el Estado no ha dejado de ostentar el poder y es, de hecho, “la condición de posibilidad del crimen organizado” (214).
Así, el libro sigue las huellas de la política de seguridad nacional adoptada por el Estado mexicano desde el siglo XX y reconsidera su centralidad y régimen policial como la condición de posibilidad del narcotráfico.
El autor se nutre de fuentes diversas que van desde investigaciones de historiadores, sociólogos y politólogos hasta trabajos periodísticos, que termina por desmantelar. Concluye que las más divulgadas resultan narrativas que hacen eco del discurso oficial, lo que generaría un círculo vicioso que empieza y termina con el narco como el único “productor” de la violencia en el territorio nacional, librando al Estado de la responsabilidad de resguardar a la población.
Los cuatro capítulos ofrecen datos duros y ejemplos de investigaciones en torno a lo que solemos llamar “narcotráfico”. Comienza su argumento con “La invención de un enemigo formidable”, introducción donde Zavala explica cómo el Estado ha “construido” al narco con el paso de los años. Titula el primer capítulo “La despolitización de la narcocultura”, donde sostiene que el agotamiento del concepto de lo político en la contemporaneidad conduce a creer en cada imagen creada por el mismo Estado, que en realidad sigue ostentando la soberanía, si bien con diferencias claras respecto del siglo XX. El segundo capítulo se titula “Los cárteles no existen (pero la violencia de Estado sí)”. En él detalla la biopolítica emprendida por el Estado; afirma que la política de seguridad adoptada desde el siglo XX no es resultado de la amenaza del narco, ya que es el Estado el que “crea” esa política de seguridad que, a su vez, configura al narco como objeto discursivo, a fin de operar con libertad, y decidir a quién le permitirá vivir y a quién decidirá matar.
Quizá el capítulo de mayor interés para la cultura académica es el que disecciona la obra de cuatro autores que escriben al margen de la narcocultura y de “su” literatura, titulado precisamente “Cuatro escritores contra el narco”. Se trata de César López Cuadras, Víctor Hugo Rascón Banda, Daniel Sada, Roberto Bolaño y Juan Villoro. De acuerdo con Zavala, estos escritores leen de manera crítica los acontecimientos históricos y sociopolíticos del país así como su relación con el narcotráfico, y desde ahí proponen escenarios en donde ese poder es sometido también al del Estado. Contrario a los narconarradores, los escritores propuestos no siguen el juego oficial ni promueven un discurso simplista de buenos y malos, sino problematizan los escenarios y los conflictos que son sociales, culturales, políticos y económicos.
El cuarto y último capítulo se titula “Traficantes, soldados y policías en la frontera”. Si bien a lo largo del libro Zavala analiza las investigaciones de los más conocidos periodistas de investigación sobre el narco (Anabel Hernández, Diego Enrique Osorno o Alejandro Almazán, entre otros), en esta parte ofrece contraejemplos de trabajos que durante años han seguido pistas mucho más prometedoras. Se refiere a Charles Bowden, Ignacio Alvarado y Julián Cardona, entre otros, cuyo trabajo pretende indagar en las causas de los conflictos en ciudades fronterizas. No libera su labor de errores, pero los considera honestos en la búsqueda de razones para la violencia. El autor cree firmemente que de seguir reproduciendo el discurso oficial sobre el crimen organizado, es imposible que el periodismo aspire a una disidencia real. Finalmente ratifica una esperanza en que el periodismo pueda ayudar a develar los enredos del negocio, ya que por el lado de los artistas –sobre todo novelistas, salvo los mencionados– no se está a la altura del reto.
El libro de Zavala es publicado en un momento sumamente pertinente, pues faltan dos meses para las elecciones presidenciales en México, pero también porque hasta ahora pocos han puesto en entredicho la narrativa oficial del Estado respecto a la “guerra contra el narco” y porque los candidatos presidenciales poco han ahondado en el tema de seguridad.
Zavala, Oswaldo. Los cárteles no existen. Narcotráfico y cultura en México. Barcelona: Malpaso, 2018, 248 pp (edición electrónica)
[1] Disponible en https://www.youtube.com/watch?v=WqqxKgST0G4&t=3929s