El enamoramiento de Fedra por Hipólito es el elemento común de cada versión de este mito, desde la versión de Eurípides hasta la de Sarah Kane, pasando por las de Séneca y Racine. De algún modo, el afecto de Fedra a su hijastro es un sentimiento prohibido que seguramente una sociedad distinta a la nuestra pudo condenar. Hoy, en cambio, el enamoramiento hacia el hijastro podría ser motivo de empatía por parte del público acostumbrado a la exposición de romances imposibles, bajo el concepto de amor prohibido. Es por esta razón que la propuesta de Sarah Kane -en la dirección de Francisco Krebs- es llamativa, ya que logra construir un Hipólito decadente, indeseable y vicioso, y muestra a una Fedra al fin distante, en un enamoramiento inexplicable y lejano. Sería difícil que el espectador se identifique con el afecto a un ser tan decadente como Hipólito, que se la pasa recibiendo visitas sexuales, haciendo fiestas, perdiendo el tiempo acostado aprendiéndose los diálogos de las películas que ve una y otra vez. Hipólito además se esfuerza por ser desagradable, es violento con Fedra, la insulta, la provoca con el rechazo que le tiene y en última instancia la humilla.
El Hipólito de la obra de Sarah Kane no es un personaje aislado de los vicios de nuestro contexto, es más bien el depositario de la decadencia de nuestro sistema sociocultural. Es un personaje que aparece infantilizado por Fedra, que al mismo tiempo que lo desea justifica su comportamiento señalando que él es así porque es huérfano, pero el médico de la corte le refuta esa idea señalando que “Él está un poco viejo para sentirse huérfano”. ¿Qué es lo que atrae tanto a Fedra y por qué no es un sentimiento recíproco? La clave de este vínculo aparece en las discusiones: “- Tengo gonorrea, ¿me odias ahora? / – ¿Por qué me odias tú? / – Porque te odias a ti misma”. El aspecto sicológico de los personajes es utilizado como medio para reproducir la historia clásica.
Fedra está sola y más que sola está enferma, se autodestruye, busca el dolor. Hipólito, por su parte, la provee del sufrimiento que ella busca, la ayuda a sentirse viva, repudiablemente viva. Hipólito es como su padre.. Fedra no tenía escapatoria, de cualquier forma iba a sufrir. No es ella la verdadera protagonista de la obra, sino que su amor, un sentimiento tan irracional que no puede controlar. El amor de Fedra es el síntoma de una sociedad viciada de rabia y soledad, que solo es capaz de unirse para expresar violencia. Es por esto que la utilización de la detención ciudadana como un símbolo, es capaz de anclar el castigo divino de las versiones clásicas del mito con la crítica contextual de la obra. El pueblo repudia a Hipólito porque en esta versión es imposible verlo como un sujeto de deseo.
El amor de Fedra
http://www.gam.cl/home/disciplina/teatro/Detalle/el-amor-de-fedra
Dirección: Francisco Krebs
Dramaturgia: Sarah Kane
Traducción: Freddy Araya
Elenco: Paola Volpato, Daniela Ramírez, Rodrigo Soto, Juan Pablo Miranda, Freddy Araya, Felipe Zepeda
Coro: Álvaro Villanueva, Manuela Opazo, Rodrigo Salazar, Francia Beltrán, Mauricio Flores, Sebastián Moya
Música y Diseño sonoro: Alejandro Miranda, Germán Loyola
Diseño vestuario: Rocío Hernández
Implementación audiovisual y videos: Rodrigo Leal, Camilo Ramírez y Gabriela Lazcano
Fotografía: Martín Edwards
Fotografía y Teaser: Andrés Lagos
Diseño escenográfico: Pablo de la Fuente
Diseño iluminación: Yury Canales
Pintura: Guillermo Lorca
Community Manager: Rodrigo Aro
Producción: Alessandra Massardo
FUNCIONES
Centro Cultural Gabriela Mistral (GAM)
15 de octubre al 28 de Noviembre, Miércoles a Sábado 20.30 Hrs.