Kent Johnson (Freeport, Illinois) es escritor y traductor. Coeditó, junto a Craig Paulenich, Beneath a Single Moon: Buddhism in Contemporary American Poetry (1991) y Third Wave: the New Russian Poetry (1992). En 1980 y 1983, durante la revolución sandinista, colaboró in situ enseñando literatura y realizando educación para adultos; tradujo luego A Nation of Poets (1985), la más abundante colección de traducciones al inglés de los Talleres de Poesía popular de Nicaragua. Editó en 1998 Doubled Flowering: From the Notebooks of Araki Yasusada y, en 2005, Also, with My Throat, I Shall Swallow Ten Thousand Swords: Araki Yasusada’s Letters in English. Tradujo al inglés, con Forrest Gander, la poesía de Jaime Sáenz (2002) y el 2011, con el título Hotel Lautréaamont, coeditó con Roberto Echavarren una antología de poesía uruguaya contemporánea en traslación al inglés. Ha publicado los libros de poesía Epigramititis: 118 Living American Poets (2006), I Once Met (2007) y Homage to the Last Avant-Garde (2009). Aquí puede verse el texto original del poema y una traducción de un texto de K. Johnson sobre traducción. (N. del E.)
Poetas norteamericanos olvidados del siglo XIX — a John Bradley, en el siglo XXI
Tr. Juan Manuel Silva Barandica
Absalom William Moore es un poeta que pensó la poesía como un ancla en la deriva del mundo.
Adelaide Mary Brown es una poeta que inspiró fuertes sentimientos entre los solteros del pueblo.
Bartholomew Derrick Taylor es un poeta que nos habló íntimamente, desde una cercanía casi sofocante.
Obedience Sophie Walker es una poeta que creía en otro mundo donde nos leeremos los unos a los otros en la altura de una montaña en el viento.
Cuthbert Eli Morgan es un poeta que siempre pareció estar conectado con el coro.
Abiah Charlotte Sanders es una poeta que giró su dorado vello a través de la móvil y profunda sombra del laurel todo el día.
Chauncey Thaddeus Powell es un poeta que creyó que no habían bases para creer.
Lucretia Florence Jenkins es una poeta que creía que ellos creerán como nosotros lo creímos.
Cornelius August Parker es un poeta que pensó que estaba iluminado como las campanitas y fue bañado por la lluvia de sus símbolos.
Cyrus Wiley Butler es un poeta que creyó que los poemas largos eran “mucho más cercanos a la realidad toda” que los poemas cortos, pero demasiado tarde.
Fredonia Anna Ross es una poeta que creyó que tenía que pasar la tarde hacienda burbujas de jabón.
Obediah Virgil Foster es un poeta que creía que el día eran guantes.
Hester Wilma Campbell es una poeta que, repentinamente, fue cubierta en una fiesta por las avispas del dintel.
Ebenezer Charles Freeman es un poeta cuyas últimas palabras fueron: “La piscina está cubierta por limo”.
Permelia Margaret Holmes es una poeta que creía que cuando una puerta de mosquitero es golpeada por el viento ella se desquiciaba.
Epaphroditus Benjamin Warren es un poeta que no se preocupaba ni se preocupa por dónde está la poesía hoy.
Prudence Alice Grant es una poeta que montó a una mula hasta que la mula tuvo que ser cargada.
Phineas Derrick Knight es un poeta que tenía una alta idea de sí, creyendo que la naturaleza de lo que es personal imita al olvido.
Temperance Clarissa Hamilton es una poeta que escribió poemas en francés con el propósito de que fuesen traducidos al inglés de la Reina.
Hiram Josiah Hunt es un poeta que arrastró un leño podrido desde el fondo de un estanque detenido.
Jebedediah Louis Mason es un poeta que anidó al final de un túnel, donde fue descubierto debajo de un banco.
Elijah Aquilla Burns es un poeta que amó Rochester, fluyendo hacia el norte como dos alcantarillas reunidas.
Zachariah Thomas Hayes es un poeta que creía en volver a los poemas como a una esposa, dejando al novio que deseamos.
Malvina Penelope Smith es una poeta que gritaba consignas primitivas, disparando simbólico humo por sus agallas.
Olive Martha Weaver es una poeta que creía ser capaz de elegir simplemente “escapar” de un apocalipsis opcional.
Nathaniel Edward East es un poeta que se preguntaba cómo el canto resuena en el cráneo del gorrión, lo que lo acabó volviendo loco.
Electa Joan McCoy es una poeta que creía que había un malentendido, con el barro deslizándose desde el lado donde había dejado entrar a la cosa.
Mabel Ellen Greene es una poeta que creía que toda la brillante masa caería a salpicones.
Hezekiah Zander Fox es un poeta cuyas dos glándulas presionaron desde el cerebro, a través de una serie de dobleces hasta formar globos oculares.
Kesiah Relief Riley es una poeta cuyo pelo era negro, y cuyos ojos eran negros y de unos dedos largos donde los espíritus eran conjurados.
Newton Duncan Stone es un poeta que creía que a Orfeo le había gustado la agradecida y personal cualidad de las cosas bajo el cielo, del que ese extraño día llovieron ranas.
Isaac Davis Gibson es un poeta que tenía una cabeza de vaca sobre sus hombros y velas brotando de su espalda.
Abigail Isabel Hicks es una poeta que desaparecía en las bibliotecas, en los microfilms.
Jeremiah Cross Shaw es un poeta que se volvió loco y tuvo relaciones con Longfellow, su corcel.
Tryphosia Sybrina Chapman es una poeta que creía que nuestras Justas terminaban en música, como los retoños lo hacen, después de un tifón.
Loretta Judith Porter es una poeta a la que le gustaba cuando nevaba en París, una ciudad que no existe.
Priscilla Elinamifia Woods es una poeta que te envolvía en un albornoz de memorias contra las oscuras tentaciones de la carne.
Francis Quiet Bryant es un poeta que entró al bosque, siguiendo una huella y fue comido por el Oso o la Bruja.
Judah Robert Daniels es un poeta que descubrió un modo de traducir textos orientales para que los occidentales pudiéramos leer de un modo oriental, abajo en la playa de las ágatas.
Lafayetter Blessed Strongly es un poeta que estuvo en la vanguardia, pero ahora es considerado apócrifo.
Pleasant Reunion Washington es un poeta cuya última línea fue “Creo que las sanguijuelas no están chupando”.
Jackson Auction Black es un poeta cuyos metros clásicos fueron reducidos a ruinas durante la defensa de Charleston.
Henrietta Troy Mills es una poeta que fue raptada por los apache y vuelta apache, como se rumorea.
Edward Azariah Cole es un poeta que supo que les demostraría a quienes se rieron y lo molestaron, pero en fin.
Anne Liza Bishop es una poeta que insistió en firmar “Anónimo” y así lo hizo para siempre.
Martha Damaris Tucker es una poeta que no dudó en que sus manos y su cuerpo le pertenecían, como un grano a una tormenta de arena o un camarón al tsunami.
Winifred Fullest Hart es un poeta que, como Thomas Jefferson, vio pasto suficiente para ser molido por los dientes de una miríada de bueyes.
Kenward Linwood Johnson es un poeta que al final de una línea tenía un nudo y al otro un anzuelo, y se sentó para pescar a un camello hasta que fuese llamado a regresar.
Experience April Weaver es una poeta cuya pena era tan ancha que no podías ver al otro lado, si la pena pudiese ser vista.