El trabajo de Cristián Ureta, realizado del año 2003 al 2005, explora la relación entre fotografía, historia y memoria al ser un registro visual sobre el campamento de Chuquicamata antes del cierre de sus faenas en el año 2007. La exposición que comento a continuación está basada en el libro homónimo, que consta de doscientas fotografías en blanco y negro realizadas en el marco de una investigación sobre la historia del poblado de Chuquicamata, y en el contexto de una investigación más amplia del autor sobre la historia del cobre en Chile.
La exposición que se presenta en la Sala de Artes Visuales del GAM hasta el 16 de Diciembre, se compone de noventa fotografías en blanco y negro de diferentes tamaños, las cuales muestran objetos y escenas cotidianos como autos, antejardines con pasto seco, niños jugando con cartones o paseando a sus perros, canchas de futbol, gimnasios, casas deshabitadas; en fin, las cosas y las personas que daban vida a Chuquicamata. Los tonos blancos y negros logran una interesante compenetración emocional del espectador con el lugar, lo invitan a sentirse parte de él, e incluso a sentir el desierto a través de las fotografías, ya que la luminosidad que tienen las imágenes hace posible la apreciación de los detalles.
La luz convierte el trabajo en particular y atrayente, ya que no sólo se plasma la cotidianeidad del poblado de Chuquicamata, sino que también se captura el desierto; el cual muestra el paso del tiempo mediante quienes lo habitan y las cosas que se encuentran en él, legitimándolos por medio de la cámara. Se plasma una idea del desierto al sentir la suciedad que hay en los autos, las bicicletas viejas o el quiosco entre avenidas, por lo que ese juego con la luz y las tonalidades permite entender la vida que tenía este poblado y transformar este trabajo en un registro de identidad (de las personas y de Chuquicamata como espacio), rescatando su existencia similar a la de un oasis al confundirse el cielo con la tierra. En muchas de las fotografías ambos tienen las mismas tonalidades, pero es esa unión entre ambos lo que hace de este trabajo algo distinto, generando en el espectador gran interés por comprender esa unión entre desierto, espacio, personas, cielo y tierra que pareciera haber en ellas.
El orden narrativo que da la exposición, con series de tres fotografías en su mayoría, revela aquella idea al presentarnos la ciudad-sobreviviente del pasado y que se contrasta con la modernidad, sus espacios y sus habitantes, contándonos en cada fotografía una historia, por lo que la memoria de ella pareciera perdurar, por mucho que el desierto quisiera empolvarla y no dejar rastro de su existencia.
Es así como se nos presenta una parte del desierto que quiere dar a conocer sus características y que sólo es posible por medio de la diferencia que se nos presenta: formas de vidas anacrónicas y contradictorias. Son imágenes que remiten a la existencia de un pasado que convive con el presente en medio de un espacio donde el tiempo parece no transcurrir, permitiendo que entendamos la unión de varias realidades que han intentado sobrevivir en el tiempo y que la imagen ha capturado totalmente, por lo que este trabajo ratifica una existencia específica de memorias que no están en nuestra historia colectiva, pero que sí han ayudado a conformarla con su lucha contra el olvido, que busca ser descubierta como el mismo oasis que parecen ser.
Carmen Gloria Mulet
24 diciembre, 2012 @ 5:26
Quisiera comprar el libro
eduardo montecinos
24 diciembre, 2012 @ 5:47
es posible adquirir este libro si no lo pude comprar en el GAM?
saludos