El mes pasado se lanzó el libro Publicar, un conjunto de colaboraciones textuales y visuales que piensan la publicación como práctica artística en Chile. Enviamos algunas preguntas a su editora, Fernanda Aránguiz M., para saber más sobre el desarrollo de este importante libro que reúne un grupo multidisciplinario de autores, compuesto por artistas, escritores, diseñadores y gestores, cuya visión del libro se acerca a la idea de “publicar, de hacer algo público y de hacer un público, [más que] a la de libro-obra o libro de artista, vinculada a un contexto (el del arte) y a una figura particular (el artista)”.
¿De qué manera surgió tu interés en el tema del libro como formato y medio, y cómo se fue desarrollando en tu obra hasta llegar a esta noción de publicación?
Mi interés en el libro como formato y como medio/soporte surgió mientras descubría y desarrollaba mi propia práctica artística, cuando estudiaba arte en la UC. En ese proceso fue muy relevante –a partir de un ejercicio de “autoentrevista” que hice en un taller–darme cuenta de que lo que en verdad hago, lo que me sale más natural, es escribir. Entonces comencé a considerar e incorporar esta práctica como parte de mi producción de obra. Eso sucedió más o menos al mismo tiempo o poco después de que tomé el curso “Libro de artista”, dictado por Carolina Larrea, en el cual aprendí que un libro puede tomar muchas formas y leerse de muchas maneras, algunas muy distintas respecto del tradicional códex (o el ultra conocido montón de hojas dobladas en cuadernillos y encuadernados al lomo). Al confluir estas dos situaciones, se me hizo natural trabajar con el libro, soporte por excelencia de la escritura –y, para mí, de la humana búsqueda de permanencia y de sentido. Por otro lado, siempre me ha interesado el libro como un objeto y un medio para el encuentro directo e íntimo entre subjetividades, pensando tanto en el acto de la lectura como en el particular requerimiento del libro y de las obras-libro de ser manipulados por un otro u otra para completarse. Con el tiempo y en la medida en que mi obra fue evolucionando, fui cuestionando cada vez más mi propio entendimiento del libro y de lo que este puede significar para mí (y para otros dedicados e interesados en el que llamamos arte impreso. Mis primeras exploraciones con formatos fueron a partir de libros ya existentes, pero las más recientes incluyen desde audio hasta objetos de materiales muy diversos, pasando por acciones, videos, performances, entre otros medios que, según las particularidades de cada proyecto, estuvieran acorde a mis exploraciones, tanto en relación a la confluencia entre contenido y soporte, como en el compartir esto con otros/as de manera más directa que en una obra de arte convencional. A partir de esto, de mi experiencia en la escena de las publicaciones en Chile (y un poco en el extranjero), y de mi observación del desarrollo actual de este debate, es que comencé a cuestionar la naturaleza de mi práctica y la terminología utilizada para hacer referencia a este tipo de producciones, llegando así a identificar mi obra más con la idea de publicación –vinculada al acto de publicar, de hacer algo público y de hacer un público– que a la de libro-obra o libro de artista –vinculada a un contexto (el del arte) y a una figura particular (el artista), que no me identifica completamente ni corresponde en todos los casos a quien produce y/o está a cargo de una publicación.
Cuéntanos de qué modo surgió este proyecto y cómo fue llevarlo a cabo en pandemia, desde la elección de las personas que invitaste a colaborar hasta la experiencia de dialogar con ellas de manera virtual y elaborar una publicación conjunta.
El proyecto “Publicar como práctica…” surgió, entonces, en primer lugar, de la autorreflexión y el cuestionamiento en torno a mi propio quehacer; y, por otro lado, del objetivo de instalar la reflexión sobre estas producciones en el contexto local, buscando abrir un espacio a las publicaciones en el ámbito artístico chileno. En realidad, la primera idea de hacer este proyecto surgió en el 2018, cuando ya llevaba un par de años moviendo mi obra en ferias de arte impreso (junto a Naranja Publicaciones, principalmente) en otros países y asistiendo a IMPRESIONANTE en el MAC del Forestal. También fue importante la lectura del libro Publishing as Artistic Practice, de la académica alemana Anette Gilbert (a la cual había conocido el año anterior en una charla del II Festival de Libros de Artista, organizado por La Oficina de la Nada), que me regaló mi pareja. Creo que este libro es la referencia actual más relevante tanto para la investigación como para el libro resultante de la misma. Por un lado, me pareció que las ideas del texto de Gilbert refieren, aún proviniendo del contexto europeo, lo que sucede también en Chile y en Latinoamérica, donde muchos estamos pensando, creando y trabajando en torno al mismo fenómeno de “publicar como práctica artística” que ella y el resto de los autores y autoras en su libro describen. Además, a nivel local la escena es bastante pequeña, y esta práctica de publicación contribuye a la formación de una red que, de una u otra manera, permite conocer prácticamente todo lo que sucede dentro de ella “a pura fuerza de contacto”. Por eso, desde el principio me pareció lógico incluir a colegas artistas, literatos, diseñadores, gestores, en este primer intento por instalar la publicación como práctica en Chile. Partí por contactar a quienes más conocía, intentando que cada uno aportara una visión distinta y trabajara en publicaciones desde una aproximación distinta: los estudios del libro con Javiera Barrientos, la literatura con Fernando Pérez Villalón, el trabajo editorial y más artesanal con Casa en Blanco, la ilustración y la libertad creativa con Sandra Marín, el diseño y el arte contemporáneo con Otra Sinceridad, la producción, difusión y enseñanza, con Naranja Publicaciones, y la distribución y acción con Impresionante. La idea original era juntarnos presencialmente e ir a visitar sus lugares de trabajo (casa o taller) y sus colecciones de publicaciones, sin embargo, la pandemia me obligó a transformar esas visitas en encuentros virtuales. Esto fue decepcionante al principio, pero al ir teniendo estas conversaciones, la virtualidad se fue incorporando como evidencia y parte de la problemática del propio proyecto, pues una de las cosas sobre las que reflexiono en mi texto tiene que ver con pensar en las publicaciones contemporáneas más allá del libro y del arte impreso, expansión en la cual lo digital y/o virtual tiene mucho que ofrecer en términos de formato, circulación e interacción con estas obras. Luego de estos encuentros/conversaciones, trabajar con los colaboradores de manera virtual no significó grandes alteraciones a la idea original del proyecto, pues después de esa primera instancia de intercambio solo quedaba esperar y recibir sus piezas gráficas. Para su realización los colaboradores tuvieron completa libertad creativa, y los resultados nos sorprendieron gratamente a mí y a Adrián Quezada, diseñador del libro PUBLICAR, quien además de ocuparse de la diagramación colaboró en la creación de la obra que corresponde a la tapa del mismo.
¿Cuál es tu percepción del estado actual del campo de la publicación como práctica artística en Chile y en su interacción con contextos internacionales?
Mi percepción es que, al igual que el arte contemporáneo en general y muchos aspectos de nuestra realidad, el campo de la publicación en Chile ha estado muy marcado por cuestiones sociales y políticas que hasta el día de hoy influyen en la forma en que estos quehaceres son realizados y considerados. En el caso particular de las publicaciones –tal cual sucedió (y sucede) también en otros países de Latinoamérica– existe una especie de anti-tradición, de publicaciones y arte impreso, vinculada a contextos y situaciones de opresión y censura, por un lado, y a la poesía por el otro. Esto significó, por ejemplo, que en los años 70 muchos artistas, intelectuales, poetas y escritores recurrieran a medios impresos como revistas, fanzines y postales para denunciar ciertos hechos, hacerlos circular discretamente y mantener el contacto con otros artistas/creadores exiliados. En ese sentido, algo que me parece que estuvo y está a la base de la producción de publicaciones en Chile y Latinoamérica es la escasez de recursos de todo tipo, cuestión que ha terminado por configurar una especie de permanente restricción o pie forzado para la creación de obras. Por esos años en que muchas formas de creación eran censuradas o de frentón no estaban permitidas, la publicación abrió un medio para expresar descontentos e injusticias con los pocos recursos que se encontraban a la mano, permitiendo que surgiera una producción de bajo costo y alta circulación, y esto es algo que se replica hoy en día en el contexto local, donde no se cuenta con la misma variedad de materiales y recursos que hay en los centros artísticos y culturales mundiales (sobre todo, Europa y Estados Unidos). Y esto último es también una cualidad particular de la publicación como arte, especialmente de la publicación latinoamericana: la apertura o creación de una escena independiente de los grandes centros, instituciones y convenciones de la actividad artística. Al menos para mí esto ha sido fundamental, pues constituye en esencia una alternativa al sistema y los circuitos oficiales, permitiendo una mayor libertad tanto de expresión como de gestión y producción de obras. Creo que en Chile la publicación y el arte impreso son clave, especialmente hoy, en el actual post-estallido social –y durante él. En resumen, mi percepción es que se trata de un campo muy activo y muy coherente con las condiciones del contexto local.
Por otro lado, y en relación a lo que desarrollo en mi texto, creo que en el campo chileno se materializa la idea de que publicar es una práctica que puede llevar distintos apellidos, pues soporta diversas disciplinas, saberes, áreas de actividad, medios, etc., y va a la par con el cambio de énfasis que las producciones culturales y artísticas han desarrollado en las últimas décadas, en que tanto la disolución de los roles y límites entre disciplinas, como la multiplicidad y la inter y multidisciplinariedad de estas, aparece como lo más definitorio y característico de las mismas. De ahí los puntos suspensivos del título del proyecto: “Publicar como práctica…”
¿Qué materiales, autores, colectivos o sitios le recomendarías a alguien que quiera conocer más de este tema, aparte del libro editado por ti?
Recomiendo las referencias de mi texto, donde está la lista de colaboradores del libro y varios otros publicadores chilenos y de otros lados. En términos de bibliografía están El nuevo arte de hacer libros de Ulises Carrión –y toda su obra, en realidad–; Publishing as Artistic Practice, que ya mencioné, de Anette Gilbert; The new century of artists books de Johanna Drucker; y Artists books: a critical survey of the literature de Stephan Klima (lamentablemente la mayor parte de estos libros está en inglés, de ahí también la motivación por este proyecto). Entre los autores recomiendo varios textos de Javier Maderuelo, la obra de Martha Hellion (artista, curadora y editora mexicana), de Felipe Ehrenberg, y de los Sebastianes de Naranja Publicaciones. A nivel local, recomiendo mucho el trabajo de estos últimos, visitar su sitio web y seguir su ig, porque siempre están publicando y haciendo actividades; lo mismo los Impresionante y todos los publicadores y publicadoras que participan de la feria… En verdad, hay mucho que recomendar, pero pienso que por ahí se puede partir para armar un recorrido y conocer lo que se ha hecho y se está haciendo respecto de esta historia que, al menos aquí, recién se comienza a contar.