María José Barros y Pía Gutiérrez publicaron este semestre Manuel Rojas: una oscura y radiante vida. Nuevas lecturas y aproximaciones críticas (Ediciones UC), compilación de textos críticos sobre el gran narrador chileno, en el que vienen trabajando como editoras, muy arduamente, desde el 2016. Hemos querido entrevistarlas para conocer mejor cómo fue el proceso de construcción de este libro y cómo se dio el tejido de trabajo y amistad a partir del cual se forjó.
Letras en Línea: Para comenzar nos encantaría conocer un poco sobre la historia que hay detrás de este libro. Sabemos que ha sido un largo trabajo. ¿Cómo surgió la idea y cómo fue la “gesta” o la épica de esta publicación?
María José Barros: La idea de hacer este libro surge de la exposición itinerante Manuel Rojas: Una oscura y radiante vida, coordinada por la Fundación Manuel Rojas y su presidente Jorge Guerra, que se propuso dar a conocer la vida y obra del escritor en distintas ciudades de Chile y Argentina. De hecho, el título del libro lo tomamos de este montaje que se realizó el 2016, en el cual tuvimos la oportunidad de colaborar y participar. En el marco de estas exposiciones, distintos profesores e investigadores fueron invitados a dar charlas sobre Rojas y, como parte del equipo, nosotras buscamos intencionar que esas intervenciones tuvieran alguna relación con las ciudades en las que se realizaban. Por ejemplo, en el caso de Antofagasta, el tema fue el espacio del desierto y la cultura pampina en la obra de Rojas, mientras que en Concepción, lugar de estreno de Población Esperanza, se abordó el vínculo entre Rojas y el mundo del teatro. Nos dimos cuenta de que en esas intervenciones había un material crítico muy valioso que debía ser recopilado y difundido. De ahí surge, entonces, la idea de hacer este volumen, en el que recopilamos los trabajos de los autores que participaron en dicha instancia y, además, otros escritos inéditos alineados con el propósito de compartir nuevas lecturas en torno al proyecto escritural de Rojas. Fue un trabajo arduo, de por lo menos tres años, en el que tuvimos algunos obstáculos, pero que finalmente logramos sacar adelante gracias al apoyo del Centro de Estudios de Literatura Chilena (CELICH UC).
Pía Gutiérrez: Mi vínculo con Rojas fue Isidora Aguirre.Trabajé, hace ya mucho, en la primera organización de lo que hoy es el archivo de Aguirre, que está ahora albergado en la USACH, junto a un equipo que dirigía Andrea Jeftanovic y a propósito de ese proyecto publicamos con Andrea un libro que incluía la reproducción de una lira escrita por Rojas para Población Esperanza. Cuando pedimos los permisos para esa publicación durante el 2016 tomé contacto con la Fundación y la Sucesión Manuel Rojas; esa fue la primera vez que me enteré de los documentos de este autor, precisamente por los vínculos con otros artistas y las tramas que esas constelaciones urdían. Sus documentos estaban guardados en cajones de la casa de Rojas en Lewellyn Jones y que sigue siendo de su familia. Luego vino la exposición de la que habla María José y la conformación oficial del Archivo de Manuel Rojas que encontró un lugar en el Celich UC bajo la dirección de Macarena Areco. Creo que la historia de este libro es llegar a Rojas como parte de un movimiento cultural, en un contexto que se revisita desde otras perspectivas, periféricas muchas veces, pero que nos hacen sentido hoy y nos devuelven la pasión por leer su literatura y por conocer la figura que hay detrás de ella.
LL: Ambas son investigadoras del área literaria y llevan un buen tiempo estudiando y leyendo a Rojas, pero a la vez sabemos que realizan múltiples otras actividades, asociadas al teatro y la archivística (en el caso de Pía), y a la canción y la política (en el caso de María José). ¿Cómo se vincula este libro con esas inquietudes en las que han venido trabajando paralelamente?
MJB: Uno de los aportes de este libro es que permite aproximarse a otras facetas e intereses de Rojas que van más allá de lo estrictamente literario y de la narrativa, género por el cual se suele ingresar a su escritura. Por ejemplo, en el ensayo que yo escribí –perdón por la autorreferencia– analizo el disco Chile de arriba a abajo que Manuel Rojas realizó con Ángel Parra en 1968. Este es un trabajo bastante desconocido, que nos habla de un Rojas adulto que a fines de los años 60, en plena Guerra de Vietnam, Reforma Agraria y revolución estudiantil, establece un vínculo con la música popular y el movimiento de la Nueva Canción Chilena. En este sentido, varios ensayos del libro, que también abordan los diálogos de Rojas con otras disciplinas artísticas y soportes, se conectan directamente con los temas que he estado investigando en los últimos años. Entre otras cosas, estos materiales me han ayudado a pensar la práctica artística como una zona creativa fronteriza y siempre en proceso y, al mismo tiempo, me han dado pistas sobre cómo se han ido reformulando los cruces entre la música popular, lo político y el activismo desde la escena de la Nueva Canción Chilena hasta cantautoras actuales como Ana Tijoux.
PG: Insisto en que este libro compila miradas nuevas, y con esto no quiero decir que lo nuevo sea mejor que lo antiguo, pero sí lo entiendo como una re-visita que vienen a completar las lecturas muy importantes que se habían hecho antes, como las de Grínor Rojo, Jaime Quezada o la de los trabajos compilados por Naín Nómez y Emmanuel Tornés. Es, además, un libro que habla de lectores y también de lectoras, hay varias colegas escribiendo, como Lorena Ubilla, María José Navia, Macarena Areco, Cecilia Rubio, Antonia Viu, Ana Lea-Plaza, Silvia Donoso, Marcia Martínez; y a mí me parece que la literatura de Rojas había sido mayoritariamente visitada por hombres e indudablemente hay una mirada diferenciada por el género, aunque no todas estas lecturas son con perspectiva de género, pero sí hay en ellas una preocupación formal y temática que nos hace sentido. Yo no soy Rojiana, soy lectora de Rojas, entusiasta lectora, y me fasciné por la forma de trabajo de este autor, por sus preocupaciones por la escritura como una expresión masiva, entretenida y clara, por la fuerza que él ve en el teatro y en el cine y entonces su curiosidad lo llevaba a anotar, a leer, a escribirse con mucha gente. Lo ponía en un mapa, rodeado de amigos con quienes armar proyectos artísticos, con quienes caminar y también hacer política. En ese sentido, para mí el archivo me devuelve el contexto de Rojas y nos hace organizarnos en torno a él. El libro es parte de ese proyecto de hacer vivir un archivo y reunirnos a leer desde donde podemos hacerlo hoy para que otras personas se motiven a leer desde nuevas veredas.
LL: Hay algo particular en su trabajo como editores, que tiene que ver con lo afectivo. Evidentemente fue un proceso en el que además de sacar adelante un proyecto académico, se fue desarrollando una amistad. ¿Cómo se comunicaron esas dos dimensiones?
MJB: Yo diría que el libro es el producto de un trabajo profundamente colaborativo que ayudó a forjar la amistad que hoy tenemos con Pía. Fueron muchas horas de trabajo juntas, conversaciones, cafecitos y toma de decisiones, en las que poco a poco nos fuimos conociendo y encontrando en intereses comunes que tenían como punto de partida la literatura de Rojas. Por ejemplo, gracias a Rojas nos dimos cuenta de que a las dos nos gustan mucho las plantas, la naturaleza y caminar, y esos temas, en primera instancia rojianos, nos acercaron en términos afectivos y se transformaron en obsesiones compartidas. Para mí, detrás de la historia de este libro hay una historia de amistad y de un aprender a pensar y trabajar juntas, práctica que no es muy frecuente en la academia, pero sí en la literatura y la vida del mismo Rojas. Todo indica que para él la amistad era muy importante. La amistad pensada como un lazo social, político y afectivo.
PG: Me siento muy feliz de que la amistad acompañara nuestro trabajo, nuestro aprendizaje y las ganas de seguir pensando juntas. He aprendido mucho de María José, ella es mucho más rigurosa que yo en las lecturas, yo soy más dispersa pero nos unimos en el entusiasmo y en el placer de leer, ver, escuchar y caminar. Además, quienes escriben en este libro son personas a las que respetamos, de las que hemos aprendido y a quienes nos interesa leer. Creo que hay ahí también un lazo común amistoso, un afecto intelectual que se basa en el respeto y en la colaboración y que espero entusiasme a las y los lectores a seguir tramando proyectos en torno a Rojas.