“Pensar la literatura hoy supone considerar su condición mediática, y al mismo tiempo esta condición implica una mirada hacia otras formas de medialidad que la antecedieron”. Esta es sin duda, según Valeria de los Ríos, una de las lecciones más importantes del libro de Flora Süssekind que acaba de publicar Ediciones Mímesis Cinematógrafo de letras. Literatura, técnica y modernización en Brasil, cuya presentación publicamos hoy.
Hace 34 años, cuando Cinematógrafo de letras. Literatura, técnica y modernización en Brasil fue publicado originalmente, el campo de los estudios literarios latinoamericanos era muy distinto al que conocemos hoy en día. En ese momento, perduraban las férreas divisiones disciplinarias, y el afán por proteger las fronteras que definían lo que podía o no ser estudiado en literatura. El año 2003, cuando comencé a escribir mi tesis doctoral sobre las relaciones entre tecnologías visuales y literatura, las cosas habían comenzado a cambiar, pero persistían algunos recelos y desconfianzas. En ese contexto, encontrarse con la traducción al inglés de Cinematógrafo de letras fue un descubrimiento y la confirmación de que eran posibles otras formas de leer y de imaginar el modo en que la literatura, los medios y la cultura de masas interactuaban. En su libro, Flora Süssekind se permitía pensar las disciplinas no como entes autónomos, rígidos y separados, sino que como formas porosas y abiertas a la contaminación. En otras palabras, como una forma de conocimiento indisciplinado, pero no por una falta de rigor –Süssekind domina el campo, ha visitado el archivo, conoce y ha estudiado las fuentes– sino que por la libertad con la que se aproxima al fenómeno textual, descubriendo sus vínculos no solo con la tradición literaria, sino que con las transformaciones culturales, sociales y mediáticas de su tiempo.
La modernidad brasileña que Süssekind describe y analiza es un acontecimiento que supone la aparición de la literatura como una técnica, y la profesionalización del trabajo de los escritores a partir del periódico. Las nuevas técnicas de impresión, reproducción y circulación dialogan con la literatura y producen como efecto procesos escriturales caracterizados por la reelaboración, la mímesis, el rechazo, asimilación y el desplazamiento (23). La premisa que sostiene la investigación es que los medios como el cine, la fotografía y la máquina de escribir generan cambios en la cosmovisión y la percepción, y que estos cambios se reflejan en la escritura y la transforman. Estas negociaciones entre literatura y medio no están exentas de polémicas y resistencias, sin embargo, desde una mirada benjaminiana, las mutaciones que produce el advenimiento de la modernidad reafirman el triunfo de una percepción distraída y fragmentaria (50), propia de los medios de inscripción y reproducción masiva.
Cinematógrafo de Letras inaugura una era en la que ya no es posible ignorar la condición mediática de la literatura y su relación con otros medios. Desde otro punto de vista, el libro de Süssekind abre la posibilidad de pensar a la literatura como un archivo privilegiado para estudiar el impacto de otros medios, porque la poesía, la novela o la crónica registran desde su especificidad mediática el impacto que otros medios tienen sobre la percepción. De esta manera, la literatura se convierte en un archivo abierto al estudio arqueológico de los medios. Qué afectos, qué emociones, qué tics inscriben los medios sobre el cuerpo de la escritura, es algo que puede develar este tipo de lectura, tal como lo demuestra el análisis de un poema como “Máquina de escribir” de Mario de Andrade, que es abordado en el capítulo final del libro y reproducido en la primera página de la presente edición.
Pensar la literatura hoy supone considerar su condición mediática, y al mismo tiempo esta condición implica una mirada hacia otras formas de medialidad que la antecedieron. Esta es, sin duda, una de las lecciones más importantes de este trabajo de Süssekind. Por ello, resulta un acierto la inclusión, a modo de bonus track, del “apéndice: fonografías” sobre tecnologías acústicas y la experiencia de la radio en un país tan musical como Brasil.
Por otra parte, el libro que comentamos virtualmente hoy tiene una condición objetual característica. El blanco y negro de las páginas, la tipografía mecanografiada como si se tratara de una máquina de escribir, el índice y la contraportada que incluyen la tecla de manera iconográfica. Los grabados maquínicos invitan a imaginar las ecologías mediáticas del pasado, como si pudiéramos participar de esta pesquisa arqueológica. Las fotografías en blanco y negro de la urbe brasileña que se incluyen en el reverso de la portada, la contraportada y las solapas, invita a imaginar el impacto caleidoscópico de lo moderno en este contexto latinoamericano, o la fotografía de los 30 Valerios, el fotomontaje de Valerio Vieira que se reproduce en la página 176, y que Süssekind analiza como un acercamiento experimental al medio que lo aleja radicalmente de sus supuestos documentales o miméticos, funciona como otra forma de escritura y de montaje que irrumpe en medio de la página, en la terminología de Bolter y Grusin, como una forma de remediación. Por todo esto, y por supuesto que por el valioso trabajo de traducción que hace Mary Luz Estupiñán, no queda más que agradecer a Mimesis la posibilidad de leer y trabajar con esta edición en nuestra lengua de Cinematógrafo de Letras.