Fue mientras leía, para reseñarlo, su libro recién aparecido en castellano Walter Benjamín, escritor revolucionario (ver reseña), que se me ocurrió que sería interesante prolongar la lectura en una conversación, así que le escribí. Tras un breve intercambio de e-mails, quedamos en que la fuera a ver al departamento en el East Side donde vive cuando está en Nueva York y no en Ithaca, donde trabaja enseñando filosofía política en la Universidad de Cornell. Al entrar al departamento, me sorprendió la blancura de las murallas, sin ninguna imagen, si recuerdo bien, en contraste con sus libros. A través de las ventanas, se ve el Queensborough Bridge, la Roosevelt Island al lado del East River y, más allá, la extensión de Queens, hasta donde se pierde la vista. Ella resultó ser simpática, más bromista que lo que sus libros, en general más bien densos y serios, harían suponer. El primero, El origen de la dialéctica negativa (1977, trad. al español 1992), aborda el pensamiento de Adorno y su importante deuda con el de Walter Benjamin; Dialéctica de la mirada (1989, trad. al español 1996), es un notable comentario e interpretación de la obra final, inconclusa, de Benjamin, el Libro de los pasajes; Dreamworld and Catastrophe: the Passing of Mass Utopia in East and West (2000) superpone imágenes y análisis de diversos aspectos de las utopías comunista y capitalista, algunos aspectos de las cuales aparecen gracias a la superposición como inquietantemente similares. Su libro más reciente es Thinking Past Terror: Islamism and Critical Theory (2003), un texto breve motivado por la reacción de los Estados Unidos al ataque terrorista del once de septiembre del 2000, donde intenta tomar en serio al Islamismo como un discurso político además de religioso, un discurso que en la lectura que ella hace presenta muchas semejanzas con la perspectiva crítica de Adorno y Benjamin, en cuanto crítica de las injusticias del mundo fáctico. En castellano, recientemente se han editado dos libros que recogen textos disponibles en inglés sólo como artículos en revistas especializadas: Hegel y Haití, una sorprendente lectura de la dialéctica del amo y del esclavo en relación con los acontecimientos históricos efectivos de la revolución haitiana, y Walter Benjamin, escritor revolucionario (2005). Pero una descripción como ésta no le hace justicia a estos libros: tal vez la característica que más llama la atención en ellos al lector desde que los ojea, aún antes de tener ocasión de comprobar su erudición y rigor ejemplares, es el uso de imágenes que hace Buck-Morss. Ya en su temprano estudio sobre Adorno, había escrito que en la época del cine y la fotografía “la lógica lineal de la palabra escrita perdió el monopolio”. A partir de dialéctica de la mirada, esta constatación se convierte en un método crítico que opera en diálogo con la noción benjaminiana de “imagen dialéctica”: sus textos incluyen imágenes contemporáneas, anteriores y posteriores a los documentos escritos que comenta e interpreta, no sólo como ilustración sino como contraparte dialéctica de la palabra. En el libro Dreamworld and Catastrophe, por ejemplo, este método le permite encontrar impresionantes semejanzas entre las coreografías de los espectáculos de variedades soviéticos y los musicales hollywoodenses, o incluso descubrir la cercanía de un edificio coronado por la figura de Stalin con…la imagen de King Kong subido a la punta del Chrysler Building.
FP En uno de sus artículos sobre Walter Benjamin, usted declara que hay que “imitar su gesto revolucionario” antes que limitarse a “aplicar” sus ideas al presente o “situarlas” en un pasado histórico neutro. ¿Cree usted que es posible hoy en día, dentro del sistema académico norteamericano, ser un escritor y pensador políticamente revolucionario?
SBM Sí, posible sí, pero no demasiado efectivo. La función del profesor académico como intelectual con un rol público nunca ha estado suficientemente establecida en Estados Unidos como, por ejemplo, en Latinoamérica, y recientemente está a punto de desaparecer por completo (con muchas excepciones notables, por supuesto). Si uno es académico y quiere tener influencia en el ámbito de la política o en las políticas de gobierno, la mejor opción es entrar a un “think tank”, pero en general a esos grupos no les preocupa demasiado el interés público. Su enfoque es muy prejuicioso, y suelen producir datos para apoyar posiciones políticas determinadas más que decirle unas cuantas verdades a quienes están en el poder. Muchos de mis colegas se consuelan de esta situación diciendo: por lo menos estamos influyendo en nuestros estudiantes, y ése es el rol que nos corresponde como pensadores políticos, lo que me parece una terrible concesión al poder en un sistema supuestamente democrático. Es muy chocante.
FP ¿Qué otros pensadores actuales conoce que estén interesados en explorar los aspectos políticos del pensamiento de Benjamin?
SBM La industria académica benjaminiana suele estar más interesada en las lecturas literarias y estéticas de sus ideas, pero por supuesto que hay lectores preocupados de su lado político (varios de ellos han sido estudiantes míos). Un tema que ha estado especialmente presente en esas lecturas es el del “estado de excepción” y el poder soberano, ligado a la influencia de Carl Schmitt en Benjamin, y al comentario de Derrida sobre su ensayo “Para una crítica de la violencia” (este comentario, dicho sea de paso, me parece mucho menos acertado que los de Sam Weber o Horst Breddekamp). También Giorgio Agamben, que no es para nada un pensador de izquierda, ha abordado estas cuestiones, aunque sus lecturas me parecen insatisfactorias en términos académicos. En suma, la cuestión de la soberanía y la violencia, y su conexión con la legitimación de la soberanía es vitalmente importante porque Bush está respondiendo a la crisis actual de soberanía de un modo que la exacerba, y el pensamiento de Benjamin en esta área es muy productivo.
FP Benjamin trabajó muy a menudo con la obra de artistas y escritores como punto de partida para sus análisis históricos y políticos: ¿qué autores actuales le parece que podrían servir como punto de partida para análisis de ese tipo?
SBM Más que escritores, creo que hoy en día son los directores de cine los que pueden darnos claves de lectura de la situación política. Pienso, por ejemplo, en la trilogía de Alexander Sokurov sobre Hitler (Moloch), Stalin (Taurus), e Hirohito (Sun, en inglés), o Kiarostami y Makhalbof en Irán. La película “Oro escarlata”, dirigida por Jafar Panahi (con libreto de Kiarostami) es un excelente retrato de la intensificación de las diferencias de clase en la república islámica: el personaje principal es un repartidor de pizzas que constantemente tiene la oportunidad de cruzar el umbral entre la cara pública de la república (las calles, la policía moral) y la realidad privada de los partidos, el dinero, y las conexiones con el capitalismo occidental.
FP Pareciera que, en muchos de sus libros, el contexto de la Guerra Fría se asoma como una presencia inquietante, un decorado de fondo que motiva a la vez que determina la reflexión. Pareciera también que el fin de la Guerra Fría (con la caída del muro de Berlín y la disolución de la Unión Soviética) la dejó perpleja, como si la historia hubiera deshecho demasiado rápido un esquema que usted criticaba constantemente, pero contra el cual se recortaba de todas maneras su sistema intelectual, un poco como les ocurría a los peatones entrevistados por la televisión rusa que usted evoca en Dreamworld and Catstrophe a propósito de los cambios políticos recientes de la perestroika, que ellos no tenían literalmente palabras para describir…
SBM Creo que la Guerra Fría no sólo marcó mi trabajo. Cuando joven, viajé mucho, y tuve la ocasión de experimentar el hecho impresionante de que, dondequiera que uno fuera (India, Tanzania, México), podía servirse del marxismo como de un lenguaje común para criticar al sistema económico y político dominante. Esto fue algo que comprendí por primera vez en el funeral de Orlando Letelier (para quien yo estaba trabajando como ayudante cuando fue asesinado): la gente que asistió no eran sólo jóvenes hippies o rebeldes de izquierda, sino un montón de personajes muy formales y burgueses de embajadas del tercer mundo que habían comprendido lo que estaba en juego, puesto que el Chile de Allende siempre era citado como ejemplo de vía democrática de izquierda, un caso que, como Cuba o Tanzania, probaba que las alternativas al capitalismo eran posibles. Se trataba de instancias casi universales de resistencia al capitalismo. Otro elemento de esa lingua franca era la obra de Frantz Fanon, y el movimiento africano de liberación nacional.
Entonces, cuando la alternativa comunista se vino abajo, y nos dejó aparentemente con una sola alternativa ideológica, fue una crisis para personas de todas las posturas políticas (al trabajar con pensadores de la ex Unión Soviética, me di cuenta de que ellos siempre invocaban nuestro sistema capitalista como prueba de que el suyo no era el único posible). El fin de la Guerra Fría fue entonces una crisis de lenguaje crítico de la que no es fácil recuperarse: ¿con qué reemplaza uno esa alternativa? Cuando cayó el muro y la gente comenzó a circular por Berlín como si nada, cayó todo un mito que a los norteamericanos se nos había inculcado desde niños respecto al “otro lado”…uno se preguntaba: ¿soñé todo eso?, ¿era TAN sencillo echar abajo el muro? A eso siguió una expansión velocísima de la ideología capitalista en el Este, en respuesta a lo cual hubo gente que empezó a hablar de lo post-nacional, la idea de que el nacionalismo había sido superado por esta utopía de la economía capitalista global. Y era difícil encontrar un lenguaje desde el que oponerse a eso. Entonces llegó la revolución tecnológica, un cambio comparable a la revolución industrial: televisión satelital, internet, computadores personales, transmisión en vivo de noticias. Y creo que este cambio tecnológico trae consigo cambios radicales, posibilidades y peligros que todo pensamiento político debe tomar en cuenta.
FP En su libro reciente acerca del Islam, usted habla de una “esfera pública global” que sería posible ahora gracias a esta revolución tecnológica, y se refiere a la música y a las imágenes como elementos posibles de un nuevo lenguaje compartido, un lenguaje en potencia distinto al inglés del capitalismo multinacional y que no requeriría traducción…
SBM Sí, sí, creo que eso es una posibilidad muy atractiva. Pero estamos todavía en una etapa muy temprana de ese tipo de comunicación, y está el peligro de que el trabajo más interesante en las áreas de la música y la imagen, así como de la programación computacional, sea “comprado” por el sistema que está interesado en impedir que ellas afecten el status quo del poder. En mi opinión, todo empezó con las fotocopiadoras: ¿cómo puede uno aferrarse a la propiedad intelectual privada en un sentido tradicional con esos mecanismos de reproducción, o ahora con la posibilidad de “bajar” de internet todo tipo de información y tecnología? Hay mucha gente interesada en insistir en que es un crimen, que uno está robando si baja canciones o imágenes o videos, pero eso es bastante absurdo. Por supuesto que EEUU tiene que insistir en que se trata de un crimen, porque esas cosas están entre sus más importantes exportaciones: perderíamos mucho dinero si no pudiéramos ponerle un copyright al software y a lo que se comparte a través de la red, como las películas de Hollywood, pero creo que a la larga no tiene sentido seguir tratando esas áreas en términos de propiedad intelectual tradicional.
FP Esto me recuerda mis días de estudiante en Chile…allí la práctica de fotocopiar libros enteros era mucho más común que aquí en EEUU, sin preocuparse para nada de la propiedad intelectual (lo que me parecía y me parece justo: era la única manera de acceder a esos libros cuyo precio en el mercado era prohibitivo). Me temo, eso sí, que en gran medida como consecuencia del Tratado de Libre Comercio entre Chile y EEUU, las normas de propiedad intelectual se están haciendo cumplir más estrictamente (en muchas universidades se está copiando el material para los cursos pagando la propiedad intelectual por sistemas en línea). Otro caso interesante es el de China, que tiene muy poco respeto por las normas internacionales de propiedad intelectual y, debido a su enorme población, puede negociar que le ofrezcan precios más bajos por el copyright contra la amenaza de permitir la reproducción informal. Por supuesto, el problema es mucho más amplio que la copia de libros o películas o discos: abarca también la zona de la industria farmacológica y la nueva tecnología. Otro caso interesante que tiene relación con esto es la iniciativa de Gilberto Gil como ministro de cultura de Lula de volver disponibles algunas de sus composiciones para el sampleo, con algunas restricciones vinculadas principalmente al reconocimiento de autoría.
SBM Sí, estoy al tanto de esos casos y proyectos y me parecen muy interesantes. También he conversado mucho con colegas la posibilidad de poner nuestros trabajos en la red para que pueda accederse libremente a ellos. Estoy segura de que cosas como estas empezarán a ocurrir cada vez más, pese a la resistencia de muchos sectores. También estoy convencida de que los que podrían verse perjudicados por este tipo de distribución no son principalmente los científicos, artistas o escritores, sino las grandes compañías de distribución que lucran con su trabajo. Por cierto que tiene que haber algún tipo de retribución por el trabajo intelectual, pero la acumulación excesiva de dinero que su administración produce no me parece defendible.
FP Usted menciona como uno de los aspectos más interesantes de la música y de las imágenes como base para una “esfera pública global” que, a diferencia del lenguaje verbal, no requieren traducción. Sin embargo, en Dreamworld and Catastrophe usted relata las discusiones que tuvo con pensadores soviéticos en relación a imágenes del metro de Moscú, que para ellos era un símbolo de opresión estalinista y para usted un monumento al impulso utópico del comunismo y la revolución. Pareciera, entonces, que las imágenes sí necesitan traducción…
SBM Es verdad. Pero no querría que la significación de las imágenes se redujera a su contexto cultural. Una de las cosas que más me interesa en el cine es que, a diferencia de la literatura, incluye al lenguaje verbal, pero no se basa exclusivamente en él, y por lo tanto el hecho de requerir subtítulos no lo afecta tanto. Si veo una película iraní, brasileña o china, es posible que me pierda aspectos del contexto cultural, pero veo, y veo exactamente lo mismo que una persona china, brasileña o iraní. Mi manera de leer esas imágenes puede ser extremadamente diferente, pero no completamente diferente. ¿Cómo es que me comunica algo de todas maneras? ¿Cuál es el residuo que puede leer cualquier persona si dejamos de lado el contexto cultural? Hay algo ahí que puede ser leído por cualquiera, y nadie ha logrado convencerme de que esto no es verdad, de que yo sólo me imagino que entiendo. De hecho, nadie en esta cultura tiene la misma formación cultural, si llevamos ese tipo de razonamiento hasta el extremo, entonces nadie puede entender a nadie, nos volvemos nominalistas y la comunicación no es posible. En la imagen hay un compartir, una comunicación que ocurre, y si esa comunicación no se basa en la cultura, ¿en qué se basa?
FP Uno podría pensar este problema desde la teoría del lenguaje que formula Benjamin a principios de su carrera: no es que algo, un significado, se transmita a través del lenguaje, pase de un lado a otro del río, sino que es el transmitir lo que se transmite, el lector o espectador u oyente de un medio experimenta ese medio, y en ese medio comparte una experiencia con quien lo originó (parafraseando con bastante libertad)…
Por cierto. De hecho, recientemente he estado leyendo de nuevo esos escritos tempranos de Benjamin sobre el lenguaje, pese a que me incomoda un buen poco el uso que hacen de ellos los lectores más literarios o esteticistas. Creo que en buena medida él es en el fondo un pensador platónico, en sentido filosófico, contra el existencialismo y contra Heidegger.
Creo comprender que él postula algo ahí afuera que trasciende al sujeto apriorístico, lo que Kant llamaría la cosa en sí. Kant diría también que no podemos conocerla, pero sí nombrarla. Entendiendo así el problema, mis percepciones no pueden reducirse a mi sensibilidad, mi experiencia, etcétera. Este es para Adorno el punto en que el materialismo y la teología se encuentran, en la trascendencia de la experiencia subjetiva. No me complica para nada que este aspecto del pensamiento de Benjamin deje la puerta abierta para que entre la teología. No creo que la teología deba necesariamente ser excluida del pensamiento crítico.
FP Este problema es interesante. En sus textos sobre Benjamin, usted constantemente insiste en que sus referencias a la teología deben entenderse en un sentido secular. Sin embargo, en su libro sobre el Islam, hay un capítulo que propone relaciones entre el pensamiento crítico de la escuela e Frankfurt y el pensamiento político islámico. Este cambio de énfasis no me parece ser una retractación, sino más bien una formulación más amplia de la misma postura. Usted también anota ahí una relación interesante entre la teología de la liberación latinoamericana y algunas corrientes del pensamiento islámico actual, una conexión que yo ignoraba por completo…
SBM Pero los intelectuales en los países árabes o Irán no la ignoran para nada, están muy conscientes de ella. Otra figura clave en esta red de conexiones es Frantz Fanon. Muchos de los intelectuales más importantes que reflexionan sobre cuestiones políticas estuvieron expuestos al influjo de esas corrientes intelectuales durante su educación en París. Y tenían toda la razón, al menos en el caso de Irán, en oponerse al marxismo, porque el interés de la Unión Soviética en el petróleo volvía al partido comunista un mero representante de los intereses soviéticos en vez de vincularlo a la justicia social a la que el marxismo idealmente aspira. El discurso teológico ofreció una alternativa, especialmente en el caso de la doctrina islámica. Por ejemplo, la idea de que no hay más Dios que Dios implica que no hay ningún poder terrenal que sea verdaderamente soberano. Creo que hay que aprovechar el potencial político de estas doctrinas, no de modo oportunista sino tomándolas en serio. Entendida así, la religión es una de las más poderosas maneras de evitar estar totalmente constreñido por el orden político vigente, como muestran figuras como Martin Luther King o Gandhi. Estoy convencida de que cualquier progreso en el ámbito político va a estar ligado más a ese tipo de movimientos que a acciones como asaltar el Palacio de Invierno o tomarse la Bastilla. Creo que las posibilidades de acción política revolucionaria en el futuro estarán más ligadas a la internet, o a movimientos underground libres de violencia, o en todo caso no basados en ella principalmente.
FP Leyendo sus libros uno se queda con la impresión de que usted está convencida de las ventajas de la democracia como sistema de gobierno basado en valores universales como la libertad individual, la justicia social, etc. ¿Qué ocurre con esa convicción frente al intento por parte del gobierno norteamericano de imponer el sistema democrático a otras culturas?
SBM La palabra “democracia” me incomoda un poco ahora, no porque me haya vuelto antidemocrática, sino porque se ha vuelto una expresión vacía por la forma en la que se la ha manipulado. Me parece absolutamente obvio que la democracia no puede difundirse imponiéndola, sino siendo democráticos. Y creo que si Bush logra salirse con la suya y aplicar domésticamente las medidas antidemocráticas que está ejecutando sin restricción, a largo plazo eso será más dañino para la causa democrática que cualquier otra cosa. La palabra “democracia” la entendí realmente una vez, en la Unión Soviética poco antes de que se disolviera. No creo que para ser democrático baste con declararlo constantemente, la noción de democracia es más difícil y compleja que lo que los ideólogos de su difusión impuesta quisieran hacernos creer. Como el amor erótico o la venganza, son cosas que uno no entiende hasta que ha tenido la posibilidad de vivirlas personalmente…
FP Lo que usted propone me hace pensar en el caso de Chile, un país que recuperó la democracia tras diecisiete años de dictadura, con mucha alegría, pero también mucha frustración por las muchas maneras en que la democracia efectiva parece no responder a las expectativas que el concepto prometía: muchas personas sienten que nada ha cambiado desde la llegada de la democracia en términos de quiénes manejan el poder, en términos del sistema económico y de la justicia y participación social. Uno podría también preguntarse qué hay de tan bueno en la democracia como sistema si ella permite que alguien como Bush sea reelegido…
SBM Cuando se discute la democracia se suele fetichizar el voto, que es sólo uno de sus aspectos. En la crisis actual de EEUU, otros aspectos del sistema se han vuelto mucho más importantes, como por ejemplo la separación de poderes, que le pone límites a las facultades del ejecutivo. Uno nunca se hubiera imaginado que las leyes pudieran volverse tan importantes, pero cuando hay alguien como Bush en el poder lo son. La gente que quiere importar universalmente la democracia no entiende que, si la democracia va a ser un sistema no manipulable fácilmente, no basta con darle a la gente la posibilidad de votar. Por otra parte, hay que asumir que la democracia es un sistema basado en el riesgo de que sea elegido para gobernar alguien que a uno no le gusta…
FP Es verdad, y uno podría vincular esto al caso chileno, una democracia que se ha visto en gran medida perjudicada por el hecho de ejercerse bajo una constitución heredada del régimen militar, que sólo recientemente ha sido reformada, y con un poder legislativo que incluye a senadores designados por el régimen militar. Pero, entrando a otro tema, quería preguntarle acerca del proceso de composición de sus libros, que casi siempre integran texto e imagen de un modo que por momentos hace pensar en los libros de emblemas del barroco, en los que la capacidad comunicativa de la imagen y el lenguaje verbal se ponen supuestamente al servicio del mismo propósito, pero al mismo tiempo están en tensión, en la medida en que la presencia sensible de la imagen crea nuevos sentidos no controlables por la inscripción verbal, y las palabras proponen percepciones de la imagen que violentan o amplifican lo sensible. Usted ha señalado que parte de su proyecto es pensar filosóficamente con imágenes, ¿cómo se hace eso en términos de la concepción y ejecución de un libro?
SBM Me alegra que se perciba esa tensión entre texto e imagen. Trabajar con imágenes no sólo es muy entretenido, sino que el proceso de encontrarlas y superponerlas es también muy esclarecedor intelectualmente. Muchas veces primero encuentro la imagen y luego escribo el texto que la acompaña. Esto proviene en gran medida simplemente de la manera en que funciona mi cabeza. Siempre recuerdo más las caras que los nombres, me cuesta mucho hacer el balance de mi libreto de cheques, pero soy muy buena para descubrir relaciones visuales. Al principio de mi carrera, esta tendencia me trajo bastantes problemas. Cuando les dije a algunos colegas que quería hacer filosofía con imágenes, me dijeron que era una locura, que si quería hacerlo mejor esperara a que me dieran el grado de profesor titular antes de intentarlo. Creo que Benjamin, quien es obviamente una gran influencia sobre mi trabajo en esta área, es también un pensador de ese tipo, en oposición al tipo más lineal y lógico…
FP Sin embargo, pareciera que las imágenes con las que trabaja Benjamin son sobre todo verbales.
SBM Es verdad, es verdad, son sobre todo verbales más que literalmente visuales. Recuerdo, por ejemplo, su descripción de la “relación metodológica entre la investigación metafísica y la histórica” como “una media dada vuelta hacia afuera”. Me parece que eso es la imagen de una experiencia. No se trata de algo que uno pueda mirar como en el caso de una fotografía, sino un detalle de la vida cotidiana, un gesto. La posibilidad de pensar esos materiales desde la filosofía tuvo que esperar hasta la llegada de la fotografía y, más aún, del cine. La obra de Proust, por ejemplo, también es claramente posterior al cine, en su trabajo con la memoria, la experiencia sensorial y las imágenes, con el modo en que el pasado resurge a veces en medio del presente (esta mañana, por ejemplo, recordé vívidamente la cocina de una casa donde vivía cuando niña: recordé la sensación, el color de los tres escalones que llevaban hacia ella). Es así que la memoria se construye, a saltos, con imágenes y sensaciones, no de manera lógica y lineal.
FP Es interesante esta última descripción que usted propone de la imagen, porque pareciera que no restringe el término “imagen” al ámbito de lo visual, sino que abarca lo táctil, auditivo, los olores, en suma, todos los aspectos de la percepción corporal, experiencias susceptibles de transmitirse a otros cuerpos.
SBM Sí, sí, de todas maneras. Pero el potencial de transmisión aumenta enormemente con la fotografía y el cine, que son lo que más me interesa. No la fotografía y el cine en sí mismos, sino las nuevas formas de comunicación que ellos vuelven posibles, algo de lo que Benjamin estuvo siempre muy consciente. Creo que la dependencia tradicional de la filosofía respecto a la lógica y al lenguaje verbal trae consigo restricciones tremendas en el modo de relacionarse con la verdad. Esto es algo que aprendí no tanto leyendo a Benjamin como escribiendo sobre él…el Libro de los pasajes se publicó en alemán en 1982; era una masa enorme de notas inconexas aparentemente, y nadie sabe qué pensaba hacer Benjamin con ellas. Yo estaba en París por un año con el proyecto de escribir sobre esa obra, y lo único que se me ocurrió hacer para empezar a entenderla fue caminar por donde él caminó, sentarme en los lugares en los que él estuvo, tratando de exponerme a los vestigios visibles del pasado. Había, por ejemplo, muchas tiendas de revistas viejas y cuando me puse a mirar los números de la época en que Benjamin vivió en París descubrí que él siempre escribía sobre cosas vinculadas a lo que ocurría ahí entonces, a las exposiciones o espectáculos que se estaban presentando en la ciudad. Para mí esa fue la mejor, o, en realidad, la única manera de comenzar la interpretación de esa obra. La otra manera posile, que siguieron muchos estudiosos, era reinsertarlo en el canon y escribir sobre Benjamin y Goethe, Benjamin y Heidegger, Benjamin y Hölderlin. Yo no quise hacer eso: creo que Benjamin precisamente nos libró de la sumisión a ese tipo de paradigmas, ¿para qué encerrarlo de nuevo en la prisión académica? Las imágenes se convirtieron entonces en una herramienta de organización: uno puede construir una constelación alrededor de ellas para empezar a narrar una historia. Como tengo formación de historiadora, tiendo a pasar mucho tiempo recuperando documentos de archivo, pero luego necesito combinar esa información con un relato visual. Lo mismo sucede en el libro sobre la Unión Soviética, tuve que hacer muchísimas lecturas sobre historia, economía, política y hasta tecnología, pero luego el libro se armó desde relaciones visuales…
FP ¿En qué proyectos está trabajando ahora?
SBM Bueno, después de terminar el proyecto sobre Hegel y Haití, que me dejó muy contenta, he estado dando varias conferencias. Ahora estoy leyendo sobre la religión, la fe, la soberanía y la política, incluyendo cosas en las que nunca pensé que me interesaría, como los padres de la Iglesia. En paralelo a esto estoy trabajando con imágenes del Apocalipsis hechas por William Blake, porque se vinculan con la noción de fin del mundo, que está apareciendo tanto en los discursos de la extrema derecha. Para que un proyecto mío cobre forma, necesito en general que tenga un nivel filosófico, teórico, un nivel de material histórico, y un nivel político, tres niveles que interactúan. Pero cada libro tiene un método distinto, o varios (como es el caso de Dreamworld and Catastrophe, donde cada capítulo ensaya un método diverso…tal vez sea por eso que es el libro favorito de los artistas visuales). Fue en ese libro que, trabajando con mi fotógrafa, que está completamente loca, estábamos mirando fotos y encontramos una de una estatua de Lenin en la punta de un edificio y ella dijo de repente…. “¡Es igual a King Kong!” Y efectivamente, cuando me puse a investigar descubrí que la imagen era muy parecida a la de King Kong subido encima del Empire State, y que el edificio y la película se habían hecho aproximadamente en las mismas fechas, a partir de lo cual uno puede especular sobre el tipo de fantasías colectivas que los motivaron…son esas las conexiones que más me interesan.
Pensar con imágenes: Susan Buck-Morss
por Fernando Pérez
Fue mientras leía, para reseñarlo, su libro recién aparecido en castellano Walter Benjamín, escritor revolucionario (ver reseña), que se me ocurrió que sería interesante prolongar la lectura en una conversación, así que le escribí. Tras un breve intercambio de e-mails, quedamos en que la fuera a ver al departamento en el East Side donde vive cuando está en Nueva York y no en Ithaca, donde trabaja enseñando filosofía política en la Universidad de Cornell. Al entrar al departamento, me sorprendió la blancura de las murallas, sin ninguna imagen, si recuerdo bien, en contraste con sus libros. A través de las ventanas, se ve el Queensborough Bridge, la Roosevelt Island al lado del East River y, más allá, la extensión de Queens, hasta donde se pierde la vista. Ella resultó ser simpática, más bromista que lo que sus libros, en general más bien densos y serios, harían suponer. El primero, El origen de la dialéctica negativa (1977, trad. al español 1992), aborda el pensamiento de Adorno y su importante deuda con el de Walter Benjamin; Dialéctica de la mirada (1989, trad. al español 1996), es un notable comentario e interpretación de la obra final, inconclusa, de Benjamin, el Libro de los pasajes; Dreamworld and Catastrophe: the Passing of Mass Utopia in East and West (2000) superpone imágenes y análisis de diversos aspectos de las utopías comunista y capitalista, algunos aspectos de las cuales aparecen gracias a la superposición como inquietantemente similares. Su libro más reciente es Thinking Past Terror: Islamism and Critical Theory (2003), un texto breve motivado por la reacción de los Estados Unidos al ataque terrorista del once de septiembre del 2000, donde intenta tomar en serio al Islamismo como un discurso político además de religioso, un discurso que en la lectura que ella hace presenta muchas semejanzas con la perspectiva crítica de Adorno y Benjamin, en cuanto crítica de las injusticias del mundo fáctico. En castellano, recientemente se han editado dos libros que recogen textos disponibles en inglés sólo como artículos en revistas especializadas: Hegel y Haití, una sorprendente lectura de la dialéctica del amo y del esclavo en relación con los acontecimientos históricos efectivos de la revolución haitiana, y Walter Benjamin, escritor revolucionario (2005). Pero una descripción como ésta no le hace justicia a estos libros: tal vez la característica que más llama la atención en ellos al lector desde que los ojea, aún antes de tener ocasión de comprobar su erudición y rigor ejemplares, es el uso de imágenes que hace Buck-Morss. Ya en su temprano estudio sobre Adorno, había escrito que en la época del cine y la fotografía “la lógica lineal de la palabra escrita perdió el monopolio”. A partir de dialéctica de la mirada, esta constatación se convierte en un método crítico que opera en diálogo con la noción benjaminiana de “imagen dialéctica”: sus textos incluyen imágenes contemporáneas, anteriores y posteriores a los documentos escritos que comenta e interpreta, no sólo como ilustración sino como contraparte dialéctica de la palabra. En el libro Dreamworld and Catastrophe, por ejemplo, este método le permite encontrar impresionantes semejanzas entre las coreografías de los espectáculos de variedades soviéticos y los musicales hollywoodenses, o incluso descubrir la cercanía de un edificio coronado por la figura de Stalin con…la imagen de King Kong subido a la punta del Chrysler Building.
FP En uno de sus artículos sobre Walter Benjamin, usted declara que hay que “imitar su gesto revolucionario” antes que limitarse a “aplicar” sus ideas al presente o “situarlas” en un pasado histórico neutro. ¿Cree usted que es posible hoy en día, dentro del sistema académico norteamericano, ser un escritor y pensador políticamente revolucionario?
SBM Sí, posible sí, pero no demasiado efectivo. La función del profesor académico como intelectual con un rol público nunca ha estado suficientemente establecida en Estados Unidos como, por ejemplo, en Latinoamérica, y recientemente está a punto de desaparecer por completo (con muchas excepciones notables, por supuesto). Si uno es académico y quiere tener influencia en el ámbito de la política o en las políticas de gobierno, la mejor opción es entrar a un “think tank”, pero en general a esos grupos no les preocupa demasiado el interés público. Su enfoque es muy prejuicioso, y suelen producir datos para apoyar posiciones políticas determinadas más que decirle unas cuantas verdades a quienes están en el poder. Muchos de mis colegas se consuelan de esta situación diciendo: por lo menos estamos influyendo en nuestros estudiantes, y ése es el rol que nos corresponde como pensadores políticos, lo que me parece una terrible concesión al poder en un sistema supuestamente democrático. Es muy chocante.
FP ¿Qué otros pensadores actuales conoce que estén interesados en explorar los aspectos políticos del pensamiento de Benjamin?
SBM La industria académica benjaminiana suele estar más interesada en las lecturas literarias y estéticas de sus ideas, pero por supuesto que hay lectores preocupados de su lado político (varios de ellos han sido estudiantes míos). Un tema que ha estado especialmente presente en esas lecturas es el del “estado de excepción” y el poder soberano, ligado a la influencia de Carl Schmitt en Benjamin, y al comentario de Derrida sobre su ensayo “Para una crítica de la violencia” (este comentario, dicho sea de paso, me parece mucho menos acertado que los de Sam Weber o Horst Breddekamp). También Giorgio Agamben, que no es para nada un pensador de izquierda, ha abordado estas cuestiones, aunque sus lecturas me parecen insatisfactorias en términos académicos. En suma, la cuestión de la soberanía y la violencia, y su conexión con la legitimación de la soberanía es vitalmente importante porque Bush está respondiendo a la crisis actual de soberanía de un modo que la exacerba, y el pensamiento de Benjamin en esta área es muy productivo.
FP Benjamin trabajó muy a menudo con la obra de artistas y escritores como punto de partida para sus análisis históricos y políticos: ¿qué autores actuales le parece que podrían servir como punto de partida para análisis de ese tipo?
SBM Más que escritores, creo que hoy en día son los directores de cine los que pueden darnos claves de lectura de la situación política. Pienso, por ejemplo, en la trilogía de Alexander Sokurov sobre Hitler (Moloch), Stalin (Taurus), e Hirohito (Sun, en inglés), o Kiarostami y Makhalbof en Irán. La película “Oro escarlata”, dirigida por Jafar Panahi (con libreto de Kiarostami) es un excelente retrato de la intensificación de las diferencias de clase en la república islámica: el personaje principal es un repartidor de pizzas que constantemente tiene la oportunidad de cruzar el umbral entre la cara pública de la república (las calles, la policía moral) y la realidad privada de los partidos, el dinero, y las conexiones con el capitalismo occidental.
FP Pareciera que, en muchos de sus libros, el contexto de la Guerra Fría se asoma como una presencia inquietante, un decorado de fondo que motiva a la vez que determina la reflexión. Pareciera también que el fin de la Guerra Fría (con la caída del muro de Berlín y la disolución de la Unión Soviética) la dejó perpleja, como si la historia hubiera deshecho demasiado rápido un esquema que usted criticaba constantemente, pero contra el cual se recortaba de todas maneras su sistema intelectual, un poco como les ocurría a los peatones entrevistados por la televisión rusa que usted evoca en Dreamworld and Catstrophe a propósito de los cambios políticos recientes de la perestroika, que ellos no tenían literalmente palabras para describir…
SBM Creo que la Guerra Fría no sólo marcó mi trabajo. Cuando joven, viajé mucho, y tuve la ocasión de experimentar el hecho impresionante de que, dondequiera que uno fuera (India, Tanzania, México), podía servirse del marxismo como de un lenguaje común para criticar al sistema económico y político dominante. Esto fue algo que comprendí por primera vez en el funeral de Orlando Letelier (para quien yo estaba trabajando como ayudante cuando fue asesinado): la gente que asistió no eran sólo jóvenes hippies o rebeldes de izquierda, sino un montón de personajes muy formales y burgueses de embajadas del tercer mundo que habían comprendido lo que estaba en juego, puesto que el Chile de Allende siempre era citado como ejemplo de vía democrática de izquierda, un caso que, como Cuba o Tanzania, probaba que las alternativas al capitalismo eran posibles. Se trataba de instancias casi universales de resistencia al capitalismo. Otro elemento de esa lingua franca era la obra de Frantz Fanon, y el movimiento africano de liberación nacional.
Entonces, cuando la alternativa comunista se vino abajo, y nos dejó aparentemente con una sola alternativa ideológica, fue una crisis para personas de todas las posturas políticas (al trabajar con pensadores de la ex Unión Soviética, me di cuenta de que ellos siempre invocaban nuestro sistema capitalista como prueba de que el suyo no era el único posible). El fin de la Guerra Fría fue entonces una crisis de lenguaje crítico de la que no es fácil recuperarse: ¿con qué reemplaza uno esa alternativa? Cuando cayó el muro y la gente comenzó a circular por Berlín como si nada, cayó todo un mito que a los norteamericanos se nos había inculcado desde niños respecto al “otro lado”…uno se preguntaba: ¿soñé todo eso?, ¿era TAN sencillo echar abajo el muro? A eso siguió una expansión velocísima de la ideología capitalista en el Este, en respuesta a lo cual hubo gente que empezó a hablar de lo post-nacional, la idea de que el nacionalismo había sido superado por esta utopía de la economía capitalista global. Y era difícil encontrar un lenguaje desde el que oponerse a eso. Entonces llegó la revolución tecnológica, un cambio comparable a la revolución industrial: televisión satelital, internet, computadores personales, transmisión en vivo de noticias. Y creo que este cambio tecnológico trae consigo cambios radicales, posibilidades y peligros que todo pensamiento político debe tomar en cuenta.
FP En su libro reciente acerca del Islam, usted habla de una “esfera pública global” que sería posible ahora gracias a esta revolución tecnológica, y se refiere a la música y a las imágenes como elementos posibles de un nuevo lenguaje compartido, un lenguaje en potencia distinto al inglés del capitalismo multinacional y que no requeriría traducción…
SBM Sí, sí, creo que eso es una posibilidad muy atractiva. Pero estamos todavía en una etapa muy temprana de ese tipo de comunicación, y está el peligro de que el trabajo más interesante en las áreas de la música y la imagen, así como de la programación computacional, sea “comprado” por el sistema que está interesado en impedir que ellas afecten el status quo del poder. En mi opinión, todo empezó con las fotocopiadoras: ¿cómo puede uno aferrarse a la propiedad intelectual privada en un sentido tradicional con esos mecanismos de reproducción, o ahora con la posibilidad de “bajar” de internet todo tipo de información y tecnología? Hay mucha gente interesada en insistir en que es un crimen, que uno está robando si baja canciones o imágenes o videos, pero eso es bastante absurdo. Por supuesto que EEUU tiene que insistir en que se trata de un crimen, porque esas cosas están entre sus más importantes exportaciones: perderíamos mucho dinero si no pudiéramos ponerle un copyright al software y a lo que se comparte a través de la red, como las películas de Hollywood, pero creo que a la larga no tiene sentido seguir tratando esas áreas en términos de propiedad intelectual tradicional.
FP Esto me recuerda mis días de estudiante en Chile…allí la práctica de fotocopiar libros enteros era mucho más común que aquí en EEUU, sin preocuparse para nada de la propiedad intelectual (lo que me parecía y me parece justo: era la única manera de acceder a esos libros cuyo precio en el mercado era prohibitivo). Me temo, eso sí, que en gran medida como consecuencia del Tratado de Libre Comercio entre Chile y EEUU, las normas de propiedad intelectual se están haciendo cumplir más estrictamente (en muchas universidades se está copiando el material para los cursos pagando la propiedad intelectual por sistemas en línea). Otro caso interesante es el de China, que tiene muy poco respeto por las normas internacionales de propiedad intelectual y, debido a su enorme población, puede negociar que le ofrezcan precios más bajos por el copyright contra la amenaza de permitir la reproducción informal. Por supuesto, el problema es mucho más amplio que la copia de libros o películas o discos: abarca también la zona de la industria farmacológica y la nueva tecnología. Otro caso interesante que tiene relación con esto es la iniciativa de Gilberto Gil como ministro de cultura de Lula de volver disponibles algunas de sus composiciones para el sampleo, con algunas restricciones vinculadas principalmente al reconocimiento de autoría.
SBM Sí, estoy al tanto de esos casos y proyectos y me parecen muy interesantes. También he conversado mucho con colegas la posibilidad de poner nuestros trabajos en la red para que pueda accederse libremente a ellos. Estoy segura de que cosas como estas empezarán a ocurrir cada vez más, pese a la resistencia de muchos sectores. También estoy convencida de que los que podrían verse perjudicados por este tipo de distribución no son principalmente los científicos, artistas o escritores, sino las grandes compañías de distribución que lucran con su trabajo. Por cierto que tiene que haber algún tipo de retribución por el trabajo intelectual, pero la acumulación excesiva de dinero que su administración produce no me parece defendible.
FP Usted menciona como uno de los aspectos más interesantes de la música y de las imágenes como base para una “esfera pública global” que, a diferencia del lenguaje verbal, no requieren traducción. Sin embargo, en Dreamworld and Catastrophe usted relata las discusiones que tuvo con pensadores soviéticos en relación a imágenes del metro de Moscú, que para ellos era un símbolo de opresión estalinista y para usted un monumento al impulso utópico del comunismo y la revolución. Pareciera, entonces, que las imágenes sí necesitan traducción…
SBM Es verdad. Pero no querría que la significación de las imágenes se redujera a su contexto cultural. Una de las cosas que más me interesa en el cine es que, a diferencia de la literatura, incluye al lenguaje verbal, pero no se basa exclusivamente en él, y por lo tanto el hecho de requerir subtítulos no lo afecta tanto. Si veo una película iraní, brasileña o china, es posible que me pierda aspectos del contexto cultural, pero veo, y veo exactamente lo mismo que una persona china, brasileña o iraní. Mi manera de leer esas imágenes puede ser extremadamente diferente, pero no completamente diferente. ¿Cómo es que me comunica algo de todas maneras? ¿Cuál es el residuo que puede leer cualquier persona si dejamos de lado el contexto cultural? Hay algo ahí que puede ser leído por cualquiera, y nadie ha logrado convencerme de que esto no es verdad, de que yo sólo me imagino que entiendo. De hecho, nadie en esta cultura tiene la misma formación cultural, si llevamos ese tipo de razonamiento hasta el extremo, entonces nadie puede entender a nadie, nos volvemos nominalistas y la comunicación no es posible. En la imagen hay un compartir, una comunicación que ocurre, y si esa comunicación no se basa en la cultura, ¿en qué se basa?
FP Uno podría pensar este problema desde la teoría del lenguaje que formula Benjamin a principios de su carrera: no es que algo, un significado, se transmita a través del lenguaje, pase de un lado a otro del río, sino que es el transmitir lo que se transmite, el lector o espectador u oyente de un medio experimenta ese medio, y en ese medio comparte una experiencia con quien lo originó (parafraseando con bastante libertad)…
Por cierto. De hecho, recientemente he estado leyendo de nuevo esos escritos tempranos de Benjamin sobre el lenguaje, pese a que me incomoda un buen poco el uso que hacen de ellos los lectores más literarios o esteticistas. Creo que en buena medida él es en el fondo un pensador platónico, en sentido filosófico, contra el existencialismo y contra Heidegger.
Creo comprender que él postula algo ahí afuera que trasciende al sujeto apriorístico, lo que Kant llamaría la cosa en sí. Kant diría también que no podemos conocerla, pero sí nombrarla. Entendiendo así el problema, mis percepciones no pueden reducirse a mi sensibilidad, mi experiencia, etcétera. Este es para Adorno el punto en que el materialismo y la teología se encuentran, en la trascendencia de la experiencia subjetiva. No me complica para nada que este aspecto del pensamiento de Benjamin deje la puerta abierta para que entre la teología. No creo que la teología deba necesariamente ser excluida del pensamiento crítico.
FP Este problema es interesante. En sus textos sobre Benjamin, usted constantemente insiste en que sus referencias a la teología deben entenderse en un sentido secular. Sin embargo, en su libro sobre el Islam, hay un capítulo que propone relaciones entre el pensamiento crítico de la escuela e Frankfurt y el pensamiento político islámico. Este cambio de énfasis no me parece ser una retractación, sino más bien una formulación más amplia de la misma postura. Usted también anota ahí una relación interesante entre la teología de la liberación latinoamericana y algunas corrientes del pensamiento islámico actual, una conexión que yo ignoraba por completo…
SBM Pero los intelectuales en los países árabes o Irán no la ignoran para nada, están muy conscientes de ella. Otra figura clave en esta red de conexiones es Frantz Fanon. Muchos de los intelectuales más importantes que reflexionan sobre cuestiones políticas estuvieron expuestos al influjo de esas corrientes intelectuales durante su educación en París. Y tenían toda la razón, al menos en el caso de Irán, en oponerse al marxismo, porque el interés de la Unión Soviética en el petróleo volvía al partido comunista un mero representante de los intereses soviéticos en vez de vincularlo a la justicia social a la que el marxismo idealmente aspira. El discurso teológico ofreció una alternativa, especialmente en el caso de la doctrina islámica. Por ejemplo, la idea de que no hay más Dios que Dios implica que no hay ningún poder terrenal que sea verdaderamente soberano. Creo que hay que aprovechar el potencial político de estas doctrinas, no de modo oportunista sino tomándolas en serio. Entendida así, la religión es una de las más poderosas maneras de evitar estar totalmente constreñido por el orden político vigente, como muestran figuras como Martin Luther King o Gandhi. Estoy convencida de que cualquier progreso en el ámbito político va a estar ligado más a ese tipo de movimientos que a acciones como asaltar el Palacio de Invierno o tomarse la Bastilla. Creo que las posibilidades de acción política revolucionaria en el futuro estarán más ligadas a la internet, o a movimientos underground libres de violencia, o en todo caso no basados en ella principalmente.
FP Leyendo sus libros uno se queda con la impresión de que usted está convencida de las ventajas de la democracia como sistema de gobierno basado en valores universales como la libertad individual, la justicia social, etc. ¿Qué ocurre con esa convicción frente al intento por parte del gobierno norteamericano de imponer el sistema democrático a otras culturas?
SBM La palabra “democracia” me incomoda un poco ahora, no porque me haya vuelto antidemocrática, sino porque se ha vuelto una expresión vacía por la forma en la que se la ha manipulado. Me parece absolutamente obvio que la democracia no puede difundirse imponiéndola, sino siendo democráticos. Y creo que si Bush logra salirse con la suya y aplicar domésticamente las medidas antidemocráticas que está ejecutando sin restricción, a largo plazo eso será más dañino para la causa democrática que cualquier otra cosa. La palabra “democracia” la entendí realmente una vez, en la Unión Soviética poco antes de que se disolviera. No creo que para ser democrático baste con declararlo constantemente, la noción de democracia es más difícil y compleja que lo que los ideólogos de su difusión impuesta quisieran hacernos creer. Como el amor erótico o la venganza, son cosas que uno no entiende hasta que ha tenido la posibilidad de vivirlas personalmente…
FP Lo que usted propone me hace pensar en el caso de Chile, un país que recuperó la democracia tras diecisiete años de dictadura, con mucha alegría, pero también mucha frustración por las muchas maneras en que la democracia efectiva parece no responder a las expectativas que el concepto prometía: muchas personas sienten que nada ha cambiado desde la llegada de la democracia en términos de quiénes manejan el poder, en términos del sistema económico y de la justicia y participación social. Uno podría también preguntarse qué hay de tan bueno en la democracia como sistema si ella permite que alguien como Bush sea reelegido…
SBM Cuando se discute la democracia se suele fetichizar el voto, que es sólo uno de sus aspectos. En la crisis actual de EEUU, otros aspectos del sistema se han vuelto mucho más importantes, como por ejemplo la separación de poderes, que le pone límites a las facultades del ejecutivo. Uno nunca se hubiera imaginado que las leyes pudieran volverse tan importantes, pero cuando hay alguien como Bush en el poder lo son. La gente que quiere importar universalmente la democracia no entiende que, si la democracia va a ser un sistema no manipulable fácilmente, no basta con darle a la gente la posibilidad de votar. Por otra parte, hay que asumir que la democracia es un sistema basado en el riesgo de que sea elegido para gobernar alguien que a uno no le gusta…
FP Es verdad, y uno podría vincular esto al caso chileno, una democracia que se ha visto en gran medida perjudicada por el hecho de ejercerse bajo una constitución heredada del régimen militar, que sólo recientemente ha sido reformada, y con un poder legislativo que incluye a senadores designados por el régimen militar. Pero, entrando a otro tema, quería preguntarle acerca del proceso de composición de sus libros, que casi siempre integran texto e imagen de un modo que por momentos hace pensar en los libros de emblemas del barroco, en los que la capacidad comunicativa de la imagen y el lenguaje verbal se ponen supuestamente al servicio del mismo propósito, pero al mismo tiempo están en tensión, en la medida en que la presencia sensible de la imagen crea nuevos sentidos no controlables por la inscripción verbal, y las palabras proponen percepciones de la imagen que violentan o amplifican lo sensible. Usted ha señalado que parte de su proyecto es pensar filosóficamente con imágenes, ¿cómo se hace eso en términos de la concepción y ejecución de un libro?
SBM Me alegra que se perciba esa tensión entre texto e imagen. Trabajar con imágenes no sólo es muy entretenido, sino que el proceso de encontrarlas y superponerlas es también muy esclarecedor intelectualmente. Muchas veces primero encuentro la imagen y luego escribo el texto que la acompaña. Esto proviene en gran medida simplemente de la manera en que funciona mi cabeza. Siempre recuerdo más las caras que los nombres, me cuesta mucho hacer el balance de mi libreto de cheques, pero soy muy buena para descubrir relaciones visuales. Al principio de mi carrera, esta tendencia me trajo bastantes problemas. Cuando les dije a algunos colegas que quería hacer filosofía con imágenes, me dijeron que era una locura, que si quería hacerlo mejor esperara a que me dieran el grado de profesor titular antes de intentarlo. Creo que Benjamin, quien es obviamente una gran influencia sobre mi trabajo en esta área, es también un pensador de ese tipo, en oposición al tipo más lineal y lógico…
FP Sin embargo, pareciera que las imágenes con las que trabaja Benjamin son sobre todo verbales.
SBM Es verdad, es verdad, son sobre todo verbales más que literalmente visuales. Recuerdo, por ejemplo, su descripción de la “relación metodológica entre la investigación metafísica y la histórica” como “una media dada vuelta hacia afuera”. Me parece que eso es la imagen de una experiencia. No se trata de algo que uno pueda mirar como en el caso de una fotografía, sino un detalle de la vida cotidiana, un gesto. La posibilidad de pensar esos materiales desde la filosofía tuvo que esperar hasta la llegada de la fotografía y, más aún, del cine. La obra de Proust, por ejemplo, también es claramente posterior al cine, en su trabajo con la memoria, la experiencia sensorial y las imágenes, con el modo en que el pasado resurge a veces en medio del presente (esta mañana, por ejemplo, recordé vívidamente la cocina de una casa donde vivía cuando niña: recordé la sensación, el color de los tres escalones que llevaban hacia ella). Es así que la memoria se construye, a saltos, con imágenes y sensaciones, no de manera lógica y lineal.
FP Es interesante esta última descripción que usted propone de la imagen, porque pareciera que no restringe el término “imagen” al ámbito de lo visual, sino que abarca lo táctil, auditivo, los olores, en suma, todos los aspectos de la percepción corporal, experiencias susceptibles de transmitirse a otros cuerpos.
SBM Sí, sí, de todas maneras. Pero el potencial de transmisión aumenta enormemente con la fotografía y el cine, que son lo que más me interesa. No la fotografía y el cine en sí mismos, sino las nuevas formas de comunicación que ellos vuelven posibles, algo de lo que Benjamin estuvo siempre muy consciente. Creo que la dependencia tradicional de la filosofía respecto a la lógica y al lenguaje verbal trae consigo restricciones tremendas en el modo de relacionarse con la verdad. Esto es algo que aprendí no tanto leyendo a Benjamin como escribiendo sobre él…el Libro de los pasajes se publicó en alemán en 1982; era una masa enorme de notas inconexas aparentemente, y nadie sabe qué pensaba hacer Benjamin con ellas. Yo estaba en París por un año con el proyecto de escribir sobre esa obra, y lo único que se me ocurrió hacer para empezar a entenderla fue caminar por donde él caminó, sentarme en los lugares en los que él estuvo, tratando de exponerme a los vestigios visibles del pasado. Había, por ejemplo, muchas tiendas de revistas viejas y cuando me puse a mirar los números de la época en que Benjamin vivió en París descubrí que él siempre escribía sobre cosas vinculadas a lo que ocurría ahí entonces, a las exposiciones o espectáculos que se estaban presentando en la ciudad. Para mí esa fue la mejor, o, en realidad, la única manera de comenzar la interpretación de esa obra. La otra manera posile, que siguieron muchos estudiosos, era reinsertarlo en el canon y escribir sobre Benjamin y Goethe, Benjamin y Heidegger, Benjamin y Hölderlin. Yo no quise hacer eso: creo que Benjamin precisamente nos libró de la sumisión a ese tipo de paradigmas, ¿para qué encerrarlo de nuevo en la prisión académica? Las imágenes se convirtieron entonces en una herramienta de organización: uno puede construir una constelación alrededor de ellas para empezar a narrar una historia. Como tengo formación de historiadora, tiendo a pasar mucho tiempo recuperando documentos de archivo, pero luego necesito combinar esa información con un relato visual. Lo mismo sucede en el libro sobre la Unión Soviética, tuve que hacer muchísimas lecturas sobre historia, economía, política y hasta tecnología, pero luego el libro se armó desde relaciones visuales…
FP ¿En qué proyectos está trabajando ahora?
SBM Bueno, después de terminar el proyecto sobre Hegel y Haití, que me dejó muy contenta, he estado dando varias conferencias. Ahora estoy leyendo sobre la religión, la fe, la soberanía y la política, incluyendo cosas en las que nunca pensé que me interesaría, como los padres de la Iglesia. En paralelo a esto estoy trabajando con imágenes del Apocalipsis hechas por William Blake, porque se vinculan con la noción de fin del mundo, que está apareciendo tanto en los discursos de la extrema derecha. Para que un proyecto mío cobre forma, necesito en general que tenga un nivel filosófico, teórico, un nivel de material histórico, y un nivel político, tres niveles que interactúan. Pero cada libro tiene un método distinto, o varios (como es el caso de Dreamworld and Catastrophe, donde cada capítulo ensaya un método diverso…tal vez sea por eso que es el libro favorito de los artistas visuales). Fue en ese libro que, trabajando con mi fotógrafa, que está completamente loca, estábamos mirando fotos y encontramos una de una estatua de Lenin en la punta de un edificio y ella dijo de repente…. “¡Es igual a King Kong!” Y efectivamente, cuando me puse a investigar descubrí que la imagen era muy parecida a la de King Kong subido encima del Empire State, y que el edificio y la película se habían hecho aproximadamente en las mismas fechas, a partir de lo cual uno puede especular sobre el tipo de fantasías colectivas que los motivaron…son esas las conexiones que más me interesan.
Adolfo Segundo Bonil
23 octubre, 2012 @ 20:58
Muy bueno.
briseida
2 octubre, 2016 @ 14:13
Excelente!!!!
Enrique Imsteyf
23 junio, 2017 @ 19:14
Un hallazgo de una intelectual de alto vuelo, la Profesora Susan Buck-Morss,en su entrevista desarrolla una sintesis de por donde está el mundo despues de la caida del muro de Berlin.