Hablar de la memoria es hablar de un discurso que debe ser producido y luego reproducido a través de distintas formas que problematicen la historia desde un pasado reciente, para comprender el presente y para proyectar un futuro. Al ser construcción, la memoria funciona en la lógica del reparto de lo sensible de la que habla Rancière, o sea, de qué cosas hay que recordar y de qué espacio político tienen los distintos actores sociales para plantear las categorías que están en juego. En este sentido, hay cosas que son necesario callar y otras que merecen ser recordadas, y que éstas dependen de quiénes pueden dar cuenta de aquello, de quiénes tienen el derecho de decirlas.
Aquel es uno de los grandes problemas que encontramos en Los Rendidos. Sobre el don de perdonar de José Carlos Agüero (IEP, 2015). El autor es historiador, poeta y activista en grupos de derechos humanos, además de hijo de militantes del Partido Comunista Peruano –Sendero Luminoso, grupo armado que estuvo en guerra con el Estado del mismo país por 20 años y que según la Comisión de Verdad y Reconciliación fue el principal causante de alrededor de 69 mil muertes entre 1980 y el 2000.
Con estos antecedentes no es extraño que Agüero haya escrito un testimonio para “re-mirar a los culpables, a los criminales, a los terroristas, y por contraste también a los héroes, a los activistas, a los inocentes y quizá a los que no son nada” (15). En un mundo donde creamos discursos para validar la historia y a nosotros mismos, es necesario problematizar la realidad para poder observar lo que se calla, lo que se esconde y, en el caso de Agüero, lo que él mismo es.
El testimonio se divide en 6 partes que se van desarrollando en tono de ensayo, aunque sin llegar a una respuesta o síntesis del conflicto interno y discursivo del autor: Estigma, Culpa, Ancestros, Cómplices, Las Víctimas, Los Rendidos. Cada uno de ellos refiere no solo a una etapa vivida sino también a un momento de reflexión de él mismo como sujeto.
¿Cómo debe hablar un hijo de Senderista? ¿Quiénes tienen la culpa de todo? ¿Es necesario culpar a alguien para que avance la historia? “¿Tiene un tiempo el perdón?” (19) ¿Quiénes tienen derecho a sentirse víctima? ¿Pierden los acusados de victimarios sus derechos? ¿Cuál es el rol de la prensa? Todas son preguntas que no tienen una respuesta clara porque el autor no está interesado, en sus palabras, en solucionar aquello, sino que está abriendo el debate.
Los rendidos es un texto que habla desde una nueva perspectiva discursiva que se aleja de la narración convencional acerca del conflicto armado. Desde el informe acerca de la matanza de los periodistas en la localidad de Uchuraccay en 1983 (también llamado Informe Vargas Llosa porque él estuvo a la cabeza de la investigación) hasta narrativas testimoniales como la de Agüero o Lurgio Gavilán (Memorias de un soldado desconocido, 2012), el discurso ha cambiado de acuerdo a los hechos y a la forma de acercarse a ellos. A diferencia del texto de Vargas Llosa en el que los indígenas eran considerados como sujetos premodernos que no entendían lo que estaba sucediendo, en Agüero se pone en juego la agencia de todos los que participaron en la guerra y, desde ahí, una resemantización de los conceptos de víctima, de culpa, de reparación, de historia, de memoria. Los rendidos no es una novela Best Seller como las de Roncagliolo (Abril Rojo, Premio Alfaguara 2006) o de Alonso Cueto (La hora azul, Premio Herralde 2005), sino un relato íntimo, personal, a veces algo disperso y sin un género claro desde donde leerlo; características que no hacen mal, sino que prueban que el buscar respuestas o plantearlas, también exige una nueva manera de narrar la historia.
José Carlos Agüero, aunque diga que “no soy excepcional” (6), sí lo es en la historia de las narraciones y se comprende así. Aquella es su defensa y su ofensiva, su posición moral y su validez: “ser hijo de padres que militaron en el PCP-Sendero Luminoso y que murieron en ese trance, ejecutados extrajudicialmente” (5). Es esa posición la que hace que, desde lo que propone Rancière, pueda decir lo que otros no pueden o no quieren. Ahí está su valor. Y su vida. Y su responsabilidad. Y su texto, que es casi lo mismo. Casi lo mismo.
Lucero de Vivanco
4 septiembre, 2015 @ 20:28
Libro muy interesante sobre la violencia política en el Perú y las memorias que se vienen construyendo al respecto. Esta reseña refleja con elocuencia los principales problemas planteados por José Carlos Agüero.