Hoy, a raíz del día de la mujer y de la gran manifestación que se espera para esta tarde, publicamos esta nota de Gloria Contreras, estudiante del Magíster en Literatura Latinoamericana, quien se entusiasmó por el revolucionario sensualismo de la gran poeta brasileña Hilda Hilst. ¡Gracias a todas las mujeres que nos han hecho la vida mejor!
La escritora brasileña Lygia Fagundez Telles cuenta que a principios de 1960 una joven mujer se presentó ante el Salón de Té de Mappin en São Paulo afirmando: “Soy poeta”. El escritor Guillherme de Almeida, que estaba presente en el evento, afirmó que esta mujer comenzaba a enfrentar la dominación masculina en la poesía, desarrollando una creación que tensionaba el conservadurismo de Brasil en los años ´60, marcado por la censura de la dictadura militar. Esta joven poeta es Hilda Hilst, revolucionaria en su escritura y valiente en su enunciación, capaz de instalar un yo poético marcado por la liberación sexual en medio de una sociedad que despojaba a las mujeres y hombres de su condición de ciudadano/a. La poeta y su poesía comenzaban a habitar el placer y la sexualidad como una forma de resistencia.
Antes de Hilda habían sido pocas las mujeres que lograron generar un espacio dentro del masculinizado campo cultural brasileño. Sin embargo, Hilda Hilst logró erigir una escritura que instalaba y expresaba libremente el deseo femenino sobre cuerpos de hombres y mujeres, en un horizonte de libertad sexual, superando los límites de la poesía femenina. Sus versos portaban en su interior una división política que visibilizaba la exclusión de la mujer en la sociedad y por lo tanto, en la literatura:
Porque tú sabes qué es de la poesía
mi vida secreta. Tu sabes, Dionisio,
que a tu lado amándote,
antes de ser mujer soy poeta.
(Ode Descontínua e Remota para Flauta e Oboé, 1959, traducción nuestra)
La Semana de Arte Moderno había contado con la participación de dos mujeres que tensionaron la hegemonía patriarcal del campo cultural vanguardista: Tarsila Do Amaral y Anita Malfatti. Tarsila Do Amaral, pintora y autora del famoso cuadro Abaporu (1928), utilizado para acompañar la publicación del Manifiesto Antropofágico, fue encasillada injustamente como la esposa de Oswald de Andrade, de quien se separó luego de 4 años de matrimonio, logrando realizar más de 40 obras de arte a lo largo de su vida. Anita Malfatti, también pintora, ejerció un trabajo importantísimo de introducción de las vanguardias europeas y estadounidenses en el medio cultural brasileño, y todos sabemos las duras críticas que tuvo que enfrentar, desde las diatribas de Monteiro Lobato en adelante.
Ocho años después de la Semana de Arte Moderno nace Hilda en São Paulo (1930). Aunque de profesión abogada, dedicó gran parte de su vida a la literatura, incursionando en dramaturgia, narrativa y poesía. Vivió toda su vida en una hacienda ubicada en las afueras de la ciudad, a la que llamó A Casa do Sol. En este espacio, se permitió ahondar en su existencia y configurar un trabajo de cuerpos que permanecerá a lo largo de todas sus creaciones.
La poeta es parte de una generación posterior a la vanguardia y su escritura está marcada por la dictadura militar instaurada luego del Golpe de Estado que se realizó contra el Presidente João Goulart en 1964 y que dio origen al periodo autoritario más largo (21 años) en la historia republicana del país. Como en la mayoría de los gobiernos autoritarios, las fuerzas militares y los miembros de los organismos policiales, institucionalizaron la violencia contra los opositores políticos, bajo el aparente resguardo de la Seguridad Nacional (Espinoza, 74), normando una sociedad que acallaría todas las reivindicaciones sociales y económicas que no fueran proclives al nuevo orden estatal.
El Decreto Ley 898 formulado el 29 de Agosto de 1969 se consideraba la “Ley por excelencia” de la dictadura militar. En este decreto se entregaba un sustento jurídico a las torturas, asesinatos y desapariciones, instaurando una criminalidad sanguinaria por parte del Estado (Espinoza, 75). Este proceso se intensifica durante la administración de los generales Artur da Costa e Silva (1967-1969) y Emilio Garrstazzu Médici (1969-1974), quienes se sucedieron en el poder.
La sociedad civil representada por estudiantes, artistas, intelectuales, sindicatos de trabajadores, familiares de presos politicos y escritores/as, comenzaban a denunciar muertes, desapariciones, torturas y criticas al régimen dictatorial, que inhibia en las personas su calidad de “ciudadanos/as”, anulando y negando, incluso, su derecho a existencia.
Los escritores y escritoras incorporan la dimensión corporal en sus escritos, desde una noción colectiva, que tensiona los principales aspectos de la imposición dictatorial. Destacables son los trabajos de José Luis Mora Fuentes, Olga Bilenky y Caio Fernando Abreu, quienes desarrollaron escritos vinculados a las relaciones familiares, con sentimientos de opresión, visibilidad de una sexualidad libre y experiencias corpóreas (Blumberg, 121).
Hilda en este periodo publica Ode Fragmentária (1961), Sete cantos do poeta para o anjo (1962), Pequenos funerais cantantes ao poeta Carlos María Araujo (1967), Trajetória poética do Ser (1967), Amado Hilst (1969) y Fluxo-floema (1970).
«Mis poemas nacen porque necesitan nacer. Nacen del inconformismo. Del deseo de superar la Nada”, con esta frase Hilda recuerda su poesía escrita durante la dictadura militar. Este periodo de creación está marcado por cuestionamientos existenciales, por la muerte como una temática recurrente, por la destrucción y por el amor como forma de resistencia:
En ti, tierra, desncansé la boca, la misma que a los otros
dio de si el soplo de la palabra y su poder
de amar y destruir.
(Trajetoria poética doSerI,1967, traducción nuestra)
El Golpe de Estado fue un intento por controlar la ebullición social que se había desatado y que comenzaba a impugnar de forma consistente las bases sobre las que los grupos más poderosos asentaban su dominio (Ramírez, 256). La temática de cuerpo dentro de la poesía de Hilda, constituye una puerta de entrada al mundo, que condiciona la percepción de sus experiencias mediante la elaboración de discursos, logrando tensionar los efectos de la represión desde la libertad sexual.
En las dictaduras militares el futuro general de la humanidad tiene poco y nada que entregarle a la vida, con un futuro cierto que parece ser la muerte (Arendt, 42). Este hecho marca la creación de Hilda, pues deja de lado la escritura de los castigos religiosos de su primer periodo creativo, para responder a la dictadura militar con una poesía erótica, que enfrenta la perdida de sentido de la humanidad. El erotismo de la poeta puede ser visto como un cuestionamiento a una sociedad devastada por las fuerzas opresivas de la dictadura:
Te ocultaste. Yo moría.
Tenía en la frente la llaga
y el dorso calcinado, en agonía.
(Sete Cantos do poeta para o anjo, 1962, traducción nuestra)
Es el cuerpo material de Hilda quien está afectado por su poesía y puesto al servicio de su existencia. Su escritura muestra valentía y coraje, ya que deja atrás las concepciones clásicas de género para instalar un discurso que se permite tensionar el poder desde la intimidad y el refugio corporal. Hilda poetiza con cuerpos protagonistas de la vida y lo viviente, cuerpos que se resisten a ser incorporados a las praxis de control social, con un afán de placer indisciplinado y descontrolado.
La escritura de Hilda permite establecer relaciones entre lenguaje e imagen, desde la ruptura y la imposibilidad de pensar estos conceptos de manera separada. Con ello, la vinculación entre cuerpo y lenguaje hace eco de una exterioridad para dar cabida a la sensación percibida que se presenta en la escritura. La dictadura militar censura a la sociedad civil y frente a eso, la poesía de Hilda se hace un campo de lucha marcado por la experiencia sexual que surge como una forma de revolución:
Me hundiré en ese tu hueco de tierra
y la brasa de tu lengua
ha de marcar a fuego lo más vivo de la piedra.
Una palabra nueva ha de nacer, pero clara
palabra aérea, en ti elaborándose ala.
(Iniciacão do poeta, 1963-1967, traducción nuestra).
El trabajo de Hilda se enmarca dentro de un contexto de “desrealización que no ocurre ni adentro ni afuera de la imagen, sino a través del marco que la contiene” (Butler, 184). El “marco que contiene” a estos cuerpos es un espacio segregado, en estado de alerta por la toma del Estado de manera violenta e inconstitucional. A través de la liberación sexual de su escritura, se construyen metáforas que fisuran la autoridad impuesta y presentan opciones frente al patriarcado que domina.
Hilda va más allá del mundo de las ideas, buscando materialidad corporal. El cuerpo de la poeta expulsa la violencia contextual desde el placer, desde la intimidad que genera el espacio privado de la sexualidad, desde un sujeto subalterno que se levanta frente a la censura dictatorial. No existe una poética aislada de las propias sensaciones que provoca la realidad y de cómo el sujeto o la sujeta, es capaz de transcribirlas desde el movimiento que relaciona pensamiento y escritura:
Amo y conozco
he ahí el por qué de mi ser amante
y os merezco.
De entendimiento
vivo y padezco
vuestras creencias
las se de memoria.
(Extracto, Trovas de Muito amor para un amado sehhor, 1960, traducción nuestra)
Los cuerpos encarnan la lógica de dominio que el tiempo y el espacio les inyecta, generando una relación marcada por el poder y sus formas de violencia. La dictadura militar de Brasil permitió el surgimiento de esta poeta, que dejó más de cuarenta publicaciones para comprender el contexto en el que vivió y la liberación sexual de las mujeres en diferentes ámbitos. El placer se plasmó como una puerta de salida a un país que mataba, acallaba y violentaba a quienes resistían los designios dictatoriales. Los cuerpos se refugian en la intimidad y se iluminan por la búsqueda de un goce sexual.
La visibilidad de los trabajos de Hilda es una deuda pendiente en Chile. Es una invitación a los y las lectoras a descubrir la experiencia de ser mujer en medio de un mundo afectado por el caos, la inseguridad y la decadencia. Desde allí, la valentía de erguirse y señalar una liberación de la sexualidad, que puede ser vista como refugio, tensión e interpelación a todo lo establecido.
Referencias:
Arendt, Hannah. Sobre la violencia. Madrid: Alianza Editorial. 2006.
Blumberg, Mechthild. “Sexualidade e riso. A trilogia obscena de Hilda Hilst. Scielo. 2015:121-137.
Butler, Judith. Vida Precaria. El poder del duelo y la violencia. Barcelona: Editorial Paidós. 2006.
Eltit, Diamela. Signos vitales. Escritos sobre literatura, arte y política. Santiago: Ediciones Universidad Diego Portales. 2008.
Grandón Cristiane, Lobos Leo. “Hilda Hilst: soy la mujer que anda conmigo”. O Escritor. Marzo. 2004: 6-16
Hilst, Hilda.Obra poética reunida (1950-1996). 1998
Ramírez, Hernán. “El golpe de Estado de 1964 en Brasil desde una perspectiva socio-política”. Polhis. Enero. 2012: 225-266.