Quienes hemos tenido el privilegio de ser alumnos de José Leandro Urbina conocemos bien su visión de mundo y su visión narrativa. Hace un par de días, nos decía comentando acerca del autor, que aunque algunos de sus colegas se enojasen, él consideraba que en la voz del autor estaba inserta también la de la cultura desde la que él se posiciona, y es precisamente esto lo que encontramos en su última obra, Derrumbe (Santiago, LOM ediciones, 2015, 176 páginas). A lo largo de sus obras, José Leandro Urbina se ha caracterizado por tener un agudo sentido crítico de la sociedad, y eso queda reflejado a lo largo de los cuentos que componen este volumen, marcados por la ironía, el sarcasmo y el humor negro. Siguiendo su consolidado estilo narrativo, Derrumbe está compuesto por cincuenta y un cuentos ordenados alfabéticamente a partir de los títulos, como un diccionario, y fiel a su estilo del relato breve, tan solo ocho superan las cuatro páginas, la mayoría de ellos tienen entre una y tres páginas, e incluso algunos pueden ser calificados como microcuentos.
El eje central de los relatos es, como bien logra captar el título, el derrumbe de una sociedad, de una cultura, de ciertos valores: es un derrumbe a todas luces histórico, y debido al estilo de narración de Urbina la descripción de esta sociedad que se derrumba no está impregnada por una melancolía de “todo tiempo pasado fue mejor”, lo cual contribuye a que sea el tiempo presente el imperante en los relatos. Aun así, hay un cuento clave en el esquema que vale la pena destacar para entender mejor el tono de Derrumbe. Me refiero al segundo relato, titulado “Al cantar”. De los cincuenta y un cuentos este es el único que se desarrolla en dos temporalidades marcadas: pasado y presente, pero en el mismo espacio geográfico. El relato transcurre en dos épocas distintas: pre y post dictadura, pero el escenario es el mismo, como si fuese una cámara que graba el paso del tiempo en un mismo lugar. Y esto es clave porque a través de él podemos entender cuál es la ciudad que se derrumba, cuáles son los valores que dejaron de imperar, cuáles son los hombres que dejaron de existir. Luego de narrar la vida en comunidad que se desarrolla en torno a “La casa de Don Pepe” una especie de bar de pueblo, el relato se corta, llega la dictadura, el narrador la omite, y luego, desde el presente postdictatorial, nos dice: “Siglo XXI. Ni los pájaros cantan. Lo que queda son paredes decrépitas alojando a grupos de adolescentes, huérfanos del nuevo mundo que salen y entran por una puerta desvencijada; gritan y se pelean cada puta noche por hembras y negocios de droga, mientras la grúa amenaza, cada vez más cerca, con dejar caer su peso atroz sobre el adobe trizado. (…) Dicen que estamos construyendo el futuro, que hay que renovarse, que luego vendrá otro edificio, otra pajarera, otra inmobiliaria buscando demoler para siempre, y con ganancia, los deleznables restos del pasado y todo aquello que se quedó en silencio” (pág. 14)
Hay que dejarlo claro, la sociedad que se derrumba no es la que está en verdadera democracia, es una sociedad postdictatorial que se rige por las normas del capitalismo. Y cada uno de los relatos representa un constante rebajamiento de valores y tipos.
Siguiendo las líneas ensayadas en sus trabajos anteriores, los personajes que componen Derrumbe son parte de la clase media-baja, hombres inmersos en una sociedad capitalista en donde el egoísmo rige las relaciones. Un cuento que resulta interesante como condensación de tipos es “Cacho y Macho”, Cacho es el padre de familia, pero no el tradicional en el orden patriarcal, no trabaja y su vida gira en torno a ganar dinero de forma fácil para sus propias comodidades. Macho es su hijo, tampoco trabaja y su mayor aspiración es comprarse una moto; vive a expensas de su padre, aunque en realidad ambos viven a expensas de las dos mujeres de la familia. De muchos personajes no logramos saber su oficio, pero de los que sí, ninguno de ellos sale de la clase media: profesores, un vendedor de telas, un artista decadente. Es interesante por otro lado que los personajes se puedan clasificar en tres tipos: adulto joven, adulto y tercera edad. Estas clasificaciones están también ligadas a las temáticas que se desarrollan en el libro. A grandes rasgos destaco tres: el sexo/amor, el dinero, ligado la mayoría de las veces al delito, y la dicotomía enfermedad/muerte. Es interesante por lo demás cómo se desarrolla en cada tema la metáfora del derrumbe. En la categoría sexo/amor, los relatos exploran el tema de las relaciones abiertas, el sexo sin amor, por calentura o por curiosidad, como también se pone en cuestión el derrumbe de las relaciones estables, monogámicas y heteropatriarcales. Un buen ejemplo de esto son los cuentos “Mala Tela” y “Passionata”. En “Mala tela”, el relato se centra en Nahir, un turco vendedor de telas en el barrio Independencia y una joven de 28 años llamada Florentina. A lo largo del relato ambos entablan una relación que no podría llamarse amorosa, sino que netamente sexual, en donde llevan a cabo diversas prácticas sexuales que invierten el orden tradicional donde la mujer adopta un rol pasivo. “Passionata” en cambio, pone en la palestra el travestismo y la fuerza del deseo sexual. Respecto al dinero, el trasfondo que se lee es la sociedad que ha generado el capitalismo, una sociedad a la que no le importa robar para conseguir el bienestar, como en el relato “Día de la madre”. Por último está el tema de la enfermedad y la muerte. Diversos relatos se centran en cuerpos enfermos, en cuerpos que van hacia la muerte, personajes que envejecen, que se enferman y en el peso que deben cargar sus familiares.
Derrumbe es un libro agudamente crítico, marcado por un posicionamiento histórico y narrado con una voz que se vale de la ironía y el sarcasmo, y que puede llevar al lector a una sensación de pesimismo ante la realidad de la sociedad capitalista que el narrador le presenta. En general, los cuentos tienen una notoria solidez, propia del oficio de narrador que está detrás de la mano de Urbina, pero en algunos se pierde la fuerza, y quedan como un relato más. Para mi gusto, el volumen hubiera ganado incluyendo menos cuentos: la calidad no depende de cantidad. En cuanto a las temáticas, la metáfora del derrumbe está finamente trabajada en cada una de las categorías que mencioné anteriormente, pero hay un detalle que no puedo dejar pasar por alto. Urbina está posicionado desde su realidad, la de un hombre que vivió en el Chile antes de dictadura, que estuvo en exilio y que volvió al país, para él, postdictatorial, y eso puede generar quizás una brecha generacional con quienes no hayan pasado de pre a post dictadura. Lejos de querer criticar y problematizar su posicionamiento, considero necesario hacer el alcance, pues diferenciar entre Chile en democracia y Chile postdictatorial lejos del tecnicismo, es sumamente significativo para entender qué es lo que se “derrumba”, porque para que algo se derrumbe, debe haber estado anteriormente en pie.