Hoy, Fernanda Solano, recién egresada de la Licenciatura en Lengua y Literatura de la Universidad Alberto Hurtado, comparte con nosotros una breve reseña de la novela que ha sido su espada y refugio: Las Malas, de Camila Sosa Villada, obra que “profundiza en el sentir de las travestis: su cosmovisión, sus amores no correspondidos, las penas que experimenta cada una, el hambre que sienten por comerse el mundo, por hacerlo suyo […] sin caer en un sentimentalismo barato ni en un dramatismo exacerbado y cliché […] permea profundamente en nosotros los lectores, sobre todo porque llega un momento en el que olvidamos que no es poesía lo que estamos leyendo”.

Anochece en una plaza solitaria y un grupo de travestis recorre el espacio con el deseo prendido al cuerpo. También el miedo, la incertidumbre, la maldad de los otros se insertan en sus almas salvajes. Con este escenario disidente parte Camila Sosa Villada Las Malas, una historia de resistencia, lealtad, y amor, amor entre un grupo de travestis prostitutas que solo se tienen la una a la otra. La tía Encarna es el personaje matriarca del grupo; adopta a un bebé que encuentra en la calle: lo nombra “El brillo de los ojos” y se vuelve su madre, así como también la de todas las travestis. A partir de allí la autora deja entrever cómo un prostíbulo puede ser más que eso: puede ser un hogar que pese a la ausencia de familia funcional y heteronormada entrega una calidez que le da fuerzas a los personajes para no rendirse frente a las adversidades que atraviesan. Camisa Sosa crea simbolismos con el espacio que habitan las travestis, y con el espacio que les es negado por entregar su cuerpo a cambio de dinero. La casa de la Tía Encarna es rosa, brillante, femenina, las prostitutas la habitan con plena comodidad, es un lugar que se aleja de la suciedad de la calle, de la mugre de una esquina nocturna, se vuelve un espacio político que le brinda a las travestis seguridad, un sector en donde se desprenden de los prejuicios y pueden ser plenamente ellas, sin dejar que su trabajo sea lo único que las defina.
La novela es un viaje de sensaciones tan opuestas entre sí que provoca un caleidoscopio de emociones. Rabia, por el trato que reciben las travestis; miedo constante por la posibilidad de ser violentadas; melancolía, porque no fueron amadas en la infancia. Pero también alegría por los detalles que la vida les entrega, por la esperanza que experimentan en el abrazo de la otra. Camila Sosa no victimiza a las travestis, sino que expone la realidad a la que se enfrentan, la ira contra el mundo, y al mismo tiempo la admiración que sienten hacia este; por las pequeñeces, los besos fugaces de un cliente que las admiró no solo por su cuerpo, las aspiraciones que cargan en el corazón, la lucha a la que se enfrentan día a día por ser sujetos políticos inmersos en una urbe que los desplaza, y debido al abandono de un padre y una madre que no supieron aceptarlas.
Las malas es un torbellino de historias diferentes que se entrelazan entre sí, todas las travestis de la casa prostibular son amigas, hermanas, que dan la vida la una por la otra, pero que también discuten y conectan sus destinos por la decisión de ser libres; son personajes que se contradicen. Y es justamente esta contradicción lo que nos abre la posibilidad de empatizar con este grupo de personajes que puede parecer tan diferente a una misma como lectora, personajes pertenecientes a la otredad marginada, que más allá de enfrentar el mundo como prostitutas y travestis, cargan dentro de sí un vasto universo de sensaciones.
Se halla en Las malas una literatura que brinda la posibilidad de hacerte sentir. Sentir felicidad, ira, tristeza, añoranza, pérdida, injusticia, deseo y miedo. Hay una apropiación fascinante del lenguaje estético por parte de la autora; explora un rincón poético, incluye elementos del realismo mágico que toman sentido dentro de este universo crudo y violento, lo que embellece todavía más la novela. “Sin las prostitutas, este mundo se hundiría en la negritud del universo” escribe Camila Sosa en Las malas, resignificando la demonización con la que las putas son vistas. Así, toda la novela profundiza en el sentir de las travestis: su cosmovisión, sus amores no correspondidos, las penas que experimenta cada una, el hambre que sienten por comerse el mundo, por hacerlo suyo. Por tanto, la autora logra, sin caer en un sentimentalismo barato ni en un dramatismo exacerbado y cliché, escribir una historia que permea profundamente en nosotros los lectores, sobre todo porque llega un momento en el que olvidamos que no es poesía lo que estamos leyendo.
Cierta vez un profesor me dijo que todo lector encuentra en algún momento el libro que es refugio y espada al mismo tiempo. No entendí esa frase hasta que leí Las Malas.