Despedimos el año con la traducción, realizada por el escritor Pablo Fante, de dos fascinantes poemas de Jean D`Amerique (Côte-de-Fer 1994), poeta y dramaturgo haitiano, residente en Francia, autor de los libros Petite fleur du ghetto (2015), Nul chemin dans la peau que saignante étreinte ( 2017), Atelier du silence (2020), Cathédrale des cochons (2020) y Soleil à coudre (2021), y premiado con el RFI de Teatro (2021) y el Premio de Poésie de la Vocation (2017).
CIUDADANO DE LA REPÚBLICA-VENTANA
ciudadano de la república-ventana
yo caminaba
porque pies tenía
porque pierna odia lo fijo
yo caminaba porque más lejos horizonte
porque viento revoca puerto
caminaba simplemente
al llegar a los confines de otra civilización
descubrí la frontera
milagro de geografía moderna
de pronto tenía vista al mundo de ellos
desarrollado
en círculo
cerrado
tiempo-gravilla entre los dientes
duro asunto el hogar de ellos
arena y agua no de playa
sino que bautizo de noche en el cemento
y entonces mortero madura
bloques por todas partes
ladrillos por todas partes
piedras por todas partes
hierro por todas partes
desbordando de acero su billetera
edificar muros su oficio al existir
y alambres de púas
y barreras ante nuestros menores gestos
y agentes para los límites que no se deben cruzar
y soldados para las prohibiciones de ingreso
vaya especialización
obra de bloqueo ante el menor destello
me saco el sombrero queridos magos de la cuarentena antes de tiempo
al llegar a la frontera
mi sueño tenía vista sobre el virus
puñados de manos rechazadas
enfermedad que no es nueva
los consulados me enseñaron el arte del aislamiento
la cuarentena no un lujo
el confinamiento ningún lujo
para los pasaportes infectados
de países terceros
al llegar a la frontera
mi arsenal solar se puso en marcha
desplegada sangre hacia el corazón-hermano
desenfundado el poema-oxígeno
derribar los muros
que una fisura nos salve
que una brecha nazca
que un árbol crezca
y que las ramas propaguen la buena nueva
derribar las sombras que cortan nuestras gargantas
que una primavera hable
que una lengua viva lama nuestros paisajes
derribar los muros
que desde nuestras frentes eclosione una flor humana
que un jardín vea el día
donde reverdecen las estrellas
ciudadanas de la república-ventana
CITOYEN DE LA RÉPUBLIQUE-FENÊTRE
citoyen de la république-fenêtre
je marchais parce que pieds j’avais
parce que jambe a horreur du fixe
je marchais parce que plus loin horizon
parce que vent révoque port
je marchais tout simplement
arrivé aux confins d’une autre civilisation
j’ai découvert la frontière
miracle de géographie moderne
soudain j’avais vue sur leur monde
développé
en cercle
fermé
temps-gravier sous les dents
dure affaire que leur maison
sable et eau non pas de plage
mais baptême de nuit dans le ciment
et voici que mortier mature
blocs partout
briques partout
pierres partout
fer partout
débordant d’acier leur portefeuille
édifier murs leur métier d’exister
et barbelés
et barrières face à nos moindres gestes
et agents des limites à ne pas franchir
et soldats des interdictions de pénétrer
ô quelle expertise
ouvrage de fermeture face au moindre éclair
chapeau bas chers magiciens de la quarantaine avant la lettre
arrivé à la frontière
mon rêve avait vue sur le virus
des poignées de main refoulées
maladie pas nouvelle
les consulats m’ont appris l’art de l’isolement
la quarantaine pas un luxe
le confinement non pas un luxe
pour les passeports infectés
de pays tiers
arrivé à la frontière
mon arsenal solaire s’est mis en marche
déployé sang vers le cœur-frère
dégainé le poème-oxygène
rogner les murs
qu’une fissure nous sauve
qu’une brèche naisse
qu’un arbre s’élève
et que les branches propagent la bonne nouvelle
rogner les ombres qui tranchent nos gorges
qu’un printemps parle
qu’une langue vivante lèche nos paysages
rogner les murs
que de nos fronts s’éclose une fleur humaine
qu’un jardin voie le jour
où reverdissent les étoiles
citoyennes de la république-fenêtre
poeta no gracias
yo no era poeta
era hombre era mujer
lluvia ácida y madera
a mí los mordiscos el fragmento la pérdida
costado chueco hombro roto mis perlas
era transe a ras de hueso en mi hierro interior
no era poeta
solo tenía esta boca al revés
una metralleta que nació descargada y soles por enmarcar
y el rostro recostado en la cuneta
templo o escalerilla
miraba pasar la vida
entregándome de noche sin tregua en densas salpicaduras
no era poeta
era bloque y polvo
agua roja y escupo salvaje
carabela agujereada que avanza por el mar furioso del día a día
mi torso desnudo hacía la limpieza en los asfaltos
de todas esas ciudades donde ningún alba sabe correr
con el ojo exaltado estoy de acuerdo
pero yo no era poeta
caminaba entre una marea de fieras
sus dientes me arrancaban el verbo
y el plástico remataba cada vena de mi cuerpo
luna rebajada en la primera vereda
no se escribe con las entrañas
forman frases demasiado pesadas para nuestros cuadernillos
siempre se les hace pagar a las palabras por el estruendo
en cuanto el horizonte se ha poblado de silencios
se piensa en los idiomas sin aprender
cuando se corta una garganta
ustedes ven sin duda desbordar su lengua como un sol demasiado maduro
no son tanto los suspiros los que cansan
es la noche que invade el grito
basta con mi rostro
para componer el relato de la sangre
el nombre revestido de heridas yo no era poeta
día mudo bosque quemado
tenía las manos escondidas detrás del vacío
y el corazón dormido en una lavandería automática
y examinaba
mis sueños
y planchaba mi fiebre en cada elevación crepuscular
el ardor reventado en la marmita urbana
las maletas entregadas a los cielos muertos
el ombligo incrustado en la nada más completa
y trepaba
el umbral clínico de la desolación
yo era fresco como el pan deseado
triste como la corteza que uno se resiste a romper
no era poeta
era la acacia violada
el pájaro atrapado al norte de un árbol-veneno llamado modernidad
era esa sed
abucheada directamente en el río que hicieran brotar sin embargo
los brazos de mis ancestros
yo era esa hambre
humillada como carne arrastrada en un combate con hacha
mi frase se marchaba bajo las suelas
y me invitaban a escuchar la vida en los discursos oficiales
el cuerpo atravesado por espejos
contemplaba aquí una opacidad que me devasta
y allá un desierto que me atraviesa
hasta hacer eclosionar sueños amargos
no era poeta
dejaba que las flores crecieran en mí
y el rayo golpeaba mi puerta al minuto
eterna mi rabia
la sangre fácil
y el canto opaco ante lo oscuro
tenía la edad de la piedra ligera
y el espíritu repicado contra la frente fija
no era poeta
en el bolso no tenía más que una prosa
rodeada de cadáveres
poète non merci
je n’étais pas poète
j’étais homme j’étais femme
pluie acide et bois
à moi les morsures le fragment la perte
flanc désaxé épaule brisée perles miennes
j’étais transe à même les os dans mon fer intérieur
je n’étais pas poète
je n’avais que cette bouche à l’envers
une mitraillette née déchargée et des soleils à encadrer
et le visage couché dans le caniveau
temple ou marchepied
je regardais passer la vie
me livrant sans trêve la nuit en denses éclaboussures
je n’étais pas poète
j’étais bloc et poussière
eau rouge et crachat sauvage
caravelle percée qui remonte la mer furieuse du quotidien
ma torse nue faisait le ménage sur les bitumes
de toutes ces villes où nulle aube ne sait courir
l’œil volcanisé je veux bien
mais je n’étais pas poète
je marchais au milieu d’une marée de fauves
leurs dents m’arrachaient le verbe
et le plastique achevait chaque veine de mon corps
lune galvaudée au premier trottoir venu
on n’écrit pas avec les entrailles
elles forment des phrases trop lourdes pour nos petits carnets
c’est toujours aux mots qu’on fait payer le fracas
une fois l’horizon peuplé de silences
on songe aux langues qu’on a pas appris à parler
quand on tranche une gorge
vous voyez sans doute son langage déborder comme un soleil trop mûr
ce n’est pas tant les soupirs qui épuisent
c’est la nuit qui envahit le cri
il suffit de mon visage
pour composer le récit du sang
le nom paré de blessures je n’étais pas poète
jour muet forêt brûlée
j’avais les mains cachées derrière le vide
et le cœur endormi dans une laverie automatique
et je passais
mes rêves en examen
et je repassais ma fièvre à chaque levée crépusculaire
l’ardeur crevée dans la marmite urbaine
les bagages abandonnés aux ciels morts
le nombril scellé au néant le plus abouti
et je grimpais
le seuil clinique de la désolation
j’étais frais tel le pain qu’on désire
triste comme la croûte qu’on se retient de casser
je n’étais pas poète
j’étais l’acacia violé
l’oiseau piégé au nord d’un arbre-poison appelé modernité
j’étais cette soif
huée à même le fleuve que firent pourtant jaillir
les bras de mes ancêtres
j’étais cette faim
humiliée comme une chair traînée dans un combat à la hache
ma phrase s’en allait sous les semelles
et on m’invitait à écouter la vie dans les discours officiels
le corps traversé par des miroirs
je contemplais par-ci des opacités me ravager
par-là un désert me travailler
jusqu’à éclore des songes amers
je n’étais pas poète
je laissais les fleurs pousser en moi
et l’éclair battait ma porte à la minute
éternelle ma rage
le sang facile
et le chant opaque face à l’obscur
j’avais l’âge de la pierre légère
et l’esprit taillé contre le front fixe
je n’étais pas poète
je n’avais dans le sac qu’une prose
entourée de cadavres