“Pero en Garúa el foco no está puesto en contar una anécdota, sino más bien en intentar transmitir una sensación que se desprende de las situaciones narradas a través de las imágenes, y para ello, creo yo, se puede prescindir de los textos. Es más, creo que los textos o diálogos tenderían a interferir ese propósito si es que se incluyeran”, nos dice el dibujante Vicente Cociña, a propósito de su último libro, Garúa, que se lanzará el próximo miércoles 5 de octubre, a las 19:00 horas en el GAM.
Garúa prácticamente no tiene palabras. Tenemos los títulos de los capítulos y dentro de la historia está la letra de una canción, pero estos son casi los únicos textos que encontramos en tu libro. ¿Qué es lo que te interesa de ese predominio de la imagen en un género que típicamente cuenta con la compañía de un texto?
Me interesa mucho el hecho de que al carecer casi por completo de textos, la lectura que se puede hacer de los acontecimientos o situaciones que ocurren en Garúa queda más abierta. No es que los personajes no dialoguen entre sí, lo que pasa es que uno como lector no tiene acceso a lo que estos dicen (no los escucha) y por eso mismo uno tiene que suponer o imaginar lo que se están diciendo o pensando. La mayoría de las veces en los comics o novelas gráficas los textos van definiendo lo que ocurre, ya sea a partir de una voz omnipresente que narra o de diálogos que, aunque suene obvio, explicitan lo que dicen o piensan los personajes. Al no haber textos en Garúa el carácter narrativo recae 100% en las imágenes, en su secuencialidad y sobre todo en la lectura que se puede hacer de las mismas.
En tus obras anteriores, Momento por favor y Año Sabático 1 y 2, trabajaste con texto: ¿Qué te llevó a abandonar las palabras en este libro?
En esos tres libros anteriores la dinámica es diferente: son pequeñas historias de una o dos páginas en las que se busca contar una anécdota que proviene del cotidiano, a veces más reflexivas, en otras más contemplativas o incluso humorísticas. Por lo mismo en la mayoría de los casos se hacen necesarios los textos para poder dar a entender la situación que ocurre, puesto que el sentido de esas historias depende del diálogo entre los personajes.
Pero en Garúa el foco no está puesto en contar una anécdota, sino más bien en intentar transmitir una sensación que se desprende de las situaciones narradas a través de las imágenes y para ello, creo yo, se puede prescindir de los textos. Es más, creo que los textos o diálogos tenderían a interferir ese propósito si es que se incluyeran.
¿Cómo es narrar exclusivamente con imágenes, qué recursos son los más que te interesan?
Para mí narrar con imágenes es un desafío constante porque nunca tengo claro cuánto de eso que quiero narrar efectivamente está siendo captado o leído por quien ve las imágenes. Además, muchas veces el sentido de lo que quiero narrar no radica en las acciones mismas, si no de lo que de ellas se desprende o a lo que ellas pueden aludir.
Para eso en general ocupo diferentes recursos, por ejemplo algunos provienen del cine como el zoom-in o el zoom-out, que no solo generan movimiento y dinamismo en las escenas y me permiten saltar de una escena a otra, sino que además son capaces de generar una percepción o sensación muy particular de lo que está ocurriendo en ellas.
Otros recursos vienen más desde la gráfica utilizada y su relación con el tipo de escenas que suceden. También el hecho de estar constantemente saltando de una situación o realidad a otra, sin necesariamente tener un orden lógico o cronológico en esos saltos me permite mayor libertad a la hora de narrar exclusivamente con imágenes.
Es notable también las diversas formas de dibujar que hay dentro de tu libro. Hay páginas en las que predomina la caricatura, otras en las que hay un tipo de dibujo achurado muy realista, y otras en las que está presente un dibujo imaginativo, que da la sensación de una gran fluidez… coméntanos un poco sobre eso.
La diversidad de formas de dibujar que ocupo en Garúa y el ir cambiando la manera de construir las escenas en cada viñeta depende de la secuencia que se está desarrollando. A veces las imágenes son 100% análogas y a veces mezclan lo análogo con lo digital. En general los dibujos más narrativos o tradicionales de cómic (caricatura) son realizados de manera análoga y cuentan algún recuerdo, más allá de que este recuerdo sea reciente o antiguo, o si proviene de un hecho real o ficticio (como un sueño que si bien no sucedió, sí existió como tal).
Los dibujos que se construyen a partir de achurados de diferentes densidades mezclan lo análogo con lo digital (el achurado es análogo pero la base de la imagen se genera de una foto o fotograma). Estas imágenes no necesariamente hacen referencia a recuerdos, sino más bien a la idea de memoria (individual o colectiva) y se hace evidente al constatar que la mayoría de estas secuencias provienen de algún tipo de pantalla: televisión, celular, proyección, cine, etc.
Por último los dibujos más “imaginativos” y que generan esa sensación de fluidez son en su mayoría análogos, aunque para insertarlos en las viñetas pasan por un proceso digital. Estos dibujos son modos de representar la manera en que creo que organizo la información en mi cerebro. Son una proyección de cómo percibo la realidad.
Hace un tiempo que vienes trabajando con el cómic autobiográfico y este libro continúa esa línea. Hay referencias al momento en que conociste a tu pareja, Francisca, recuerdos familiares, escenas escolares. ¿Cómo se inserta Garúa dentro de esa narrativa de tu propia vida? ¿Y qué es lo que te interesa de este género?
En mi caso el trabajar desde el cómic autobiográfico creo que se debe principalmente a dos motivos. El primero, a una suerte de falta de imaginación que me obliga a crear desde lo que he vivido, más que a imaginar una historia o universo desde cero. Cuando dibujo una escena, una acción, un lugar, un objeto o a una persona lo hago recordando y no inventando. Y en segundo lugar creo que lo autobiográfico me permite abordar la idea del cotidiano, lo efímero y lo intrascendente (que son temas que me interesan) de manera más certera.
En el caso particular de Garúa creo que es un punto de inflexión en mi trabajo y en la manera de abordar el género del cómic autobiográfico, porque dejo de lado la literalidad y me enfoco en sugerir algo más que en explicitarlo, lo que me permite mayor libertad a la hora de trabajar.