Esta semana de avatares políticos tenemos la suerte de poder escuchar a Juan Cristóbal Romero –ingeniero, director ejecutivo del Hogar de Cristo y escritor– hablando de poesía, historia y literatura chilena, a propósito de su última obra Apuntes para una historia de la dictadura cívico-militar (Tácitas, 2020), con la que ha propuesto un complejo relato posible sobre la historia reciente que buscamos superar.
¿Qué te llevó a publicar este libro sobre la dictadura ahora, siendo que la mayoría de los hechos que cuenta son ya conocidos, y cómo concibes, en este caso, la relación entre poesía e historia?
No sé si sea una opinión generalizada, pero en lo que a mí respecta, los eventos ocurridos durante la dictadura de Pinochet, los asesinatos más macabros y las anécdotas triviales, me proyectan un aura de inmovilidad, de permanente actualidad: ocurrieron una vez y para siempre. ¿Cuál puede ser la razón de su persistencia? Posiblemente se deba al hecho de que no exista aún una narración integrada que ordene y pondere cada uno de esos acontecimientos, vincule sus relaciones de causa y efecto, y proyecte el relato hacia el presente. Es un tema, en definitiva, no resuelto.
La literatura fue una de las disciplinas llamadas a organizar ese relato, pese a lo cual considero que no cumplió con su función: no existe la “novela de la dictadura”, ni tampoco el “poema”; solo contamos con historias secretas, monografías, investigaciones, memorias, historiografía varia, que se siguen acumulando fragmentariamente con cada nueva revelación sobre el período.
Por otra parte, es muy probable que exponer la historia de la dictadura en forma narrativa sea, a estas alturas, una aventura obsoleta. Tengo la pretensión de creer que, por su misma dispersión, múltiples protagonistas y complejo entramado, sólo sobrevivirán los fragmentos.
Los procedimientos del montaje, la repetición, la yuxtaposición –provenientes de la práctica poética–, someten las fragmentarias referencias disponibles a una especie de intemporalidad en la que todo es contemporáneo de todo, todo tiene complicidad con todo: las reformas económicas con las políticas represivas, el rol de los medios de comunicación con las ejecuciones sumarias. El método intenta cumplir con eso que a la narrativa y a la historia suele escapársele: la fuerza de lo simultáneo.
¿Cómo fue el proceso de escritura e investigación del libro?
El montaje de Apuntes para una historia de la dictadura cívico militar fue compuesto entre el 2 de marzo y el 22 de octubre de 2018. La frase de Nennio, que David Jones escogió como emblema de su libro Anathemata, puede servir de divisa para el subgénero de estos Apuntes: Coacervavi omne quod inveni (“He apilado todo lo que he encontrado”). Para el libro, utilicé como punto de partida las notas que he venido registrando desde 2016. Por esos días –me refiero a mediados de 2016– estaba en busca de una poesía a base de hechos y no de figuras literarias; una poesía que estuviera cerca de la prosa periodística de Kafka y de Beckett; una poesía de economía gramatical e informativa. Así fue como nació el primer libro, Apuntes para una historia de la poesía chilena, y luego estos Apuntes dictatoriales. Ambos libros están escritos a base de citas y referencias con un único horizonte: la poesía chilena, en el primer caso; la dictadura cívico militar, en el segundo.
“Los procedimientos del montaje, la repetición, la yuxtaposición –provenientes de la práctica poética–, someten las fragmentarias referencias disponibles a una especie de intemporalidad en la que todo es contemporáneo de todo, todo tiene complicidad con todo: las reformas económicas con las políticas represivas, el rol de los medios de comunicación con las ejecuciones sumarias. El método intenta cumplir con eso que a la narrativa y a la historia suele escapársele: la fuerza de lo simultáneo” (Juan Cristóbal Romero)
El método no es nuevo. Antecedentes lejanos se pueden encontrar en la doxografía: rama de la literatura que comprende obras dedicadas a recoger opiniones y hechos sin establecer ninguna crítica sobre los mismos. Este fue el método utilizado por Diógenes Laercio en Vida, opiniones y sentencias de filósofos ilustres. También el de Noches áticas de Aulo Gelio: anotaciones desordenadas sobre curiosidades oídas y tomadas de otros libros.
Eres ingeniero y director del Hogar de Cristo, tu vida profesional y literaria están bien separadas. Sin embargo, ¿podrías decir que hay entre ellas vasos comunicantes?
El vínculo entre ingeniería y poesía no es algo inusual: el poeta Eduardo de la Barra fue ingeniero, Raúl Zurita lo es también. El ingeniero brasilero Joaquim Cardozo fue un notable poeta; João Cabral de Melo Neto se influenció mucho de la poesía de Cardozo, al punto de titular su segundo libro de poemas El ingeniero en su honor. Álvaro de Campos, uno de los heterónimos de Fernando Pessoa, fue un ingeniero de la Universidad de Glasgow. Los poetas rusos solían definir la poesía como una “ingeniería del alma”. En sus cartas desde Argel, Rimbaud soñaba con tener un hijo que llegara a ser ingeniero.
El Hogar de Cristo es un lugar de experiencias muy intensas: la experiencia del dolor, la pobreza, la muerte. Tengo la impresión de que esas experiencias se cuelan en mi poesía sin darme cuenta. Por otro lado, la precariedad es connatural a la poesía: los casos de Iván Teillier y Chito Faró, quienes fallecieron en el Hogar de Cristo, son un ejemplo entre muchos. Ahí tienes también a Stella Díaz Varín, Jorge Cáceres, Sergio Canut de Bon, Rolando Cárdenas: puras vidas en los márgenes.
“La mentalista Eliana Merino practicó espiritismo en La Moneda a petición de Pinochet.
Apuntes para una historia de la dictadura cívico-militar (Tácitas, 2020)
Estados Unidos rechazó el nombramiento de Mario Barros van Buren como embajador chileno en Washington debido a que su currículum registraba una militancia nazi.
La madre de Miguel Krassnoff se llamaba Dhyna.
Dhyna.
–Yo sé que a usted no le gustan los gobiernos autoritarios.
–Así es, general. No me gustan.
–La autoridad, sí. El autoritarismo, de los hombres.
El 11 de Septiembre de 1983, Sebastián Acevedo se quemó a lo bonzo en la plaza de Concepción, en protesta por el secuestro de sus dos hijos”.
¿Cómo ha sido la recepción del libro?
No tengo idea, la verdad. Desconozco cuántos ejemplares se han vendido. Con todo, para un autor de poemas que se siente honrado cuando alguno de sus libros vende cien ejemplares como mucho, la noticia de la segunda edición de los Apuntes dictatoriales es una grata sorpresa. Da la impresión de que el estilo prosaico del libro, que sigo llamando poesía por pura comodidad, ha permitido ampliar el círculo de lectores.
Respecto de la recepción crítica, podría decirse, a favor de los dos Apuntes, que he sido invitado a más conversaciones de lo que fui a propósito de mis anteriores libros de poesía. No sé si Letras en Línea me estaría entrevistando ahora si hubiera publicado, en vez de estos apuntes, un libro de poemas en verso, por impecable que sea. Como cada vez menos gente lee poemas, cada vez revisten menos interés para la crítica. Pareciera que con la poesía en verso está ocurriendo lo que sucedió con la pintura de caballete: practicarla a esta altura de los tiempos resulta ser un combativo acto de resistencia ingenua. ¿Contra qué? Contra la captura del arte por el mercado y la academia, sus dos bestias negras.
Muchas gracias, Juan Cristóbal. ¡Estaremos atentos a tus próximas publicaciones, sea cual sea el género! La verdad, y tu libro es prueba de ello, la poesía de formato clásico no parece excluir la posibilidad de hacer una poesía actual y sensible a los tiempos…